Siento mucho los retrasos, actualizaré el blog de vez en cuando, pero tened paciencia, please:



La vida de un sacerdote en Madrid es algo compleja, hacemos lo que podemos y que Dios ponga el resto. Si quieres contribuir pide a Dios que nos envíe más sacerdotes.

Un fuerte abrazo

jueves, 28 de octubre de 2010

Comentario a la Escritura de un buen obispo franciscano:

CUANDO VISITA DIOS (LC 19, 1-10)




El Evangelio de este domingo nos llena de una serena esperanza. Jesús no ha venido para el regalo fácil, para el aplauso falaz y la lisonja barata de los que están en el recinto seguro, sino más bien “ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”. Aquella sociedad judía había hecho una clasificación cerrada de los que valían y de los que no. Jesús romperá ese elenco maldito, ante el escándalo de los hipócritas, y será frecuente verle tratar con los que estaban condenados a toda marginación: enfermos, extranjeros, prostitutas y publicanos. Era la gente que por estar perdida, Él había venido precisamente a buscar. Concretamente Zaqueo, tenía en su contra que era rico y jefe de publicanos, con una profesión que le hacía odioso ante el pueblo y con una riqueza de dudosa adquisición.

Jesús como Pastor bueno que busca una oveja perdida, o una dracma extraviada, buscará también a este Zaqueo, y le llamará por su nombre para hospedarse en su casa: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa”. Lucas emplea en su evangelio más veces este adverbio, hoy: cuando comienza su ministerio público (“hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír” –Lc 4,16-22–), y cuando esté con Dimas, el buen ladrón, en el calvario (“te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso” ¬Lc 23,43¬).

El odio hacia Zaqueo, el señalamiento que murmura, condena y envidia... no sirvieron para transformar a este hombre tan bajito como aprovechón. Bastó una mirada distinta en su vida, fue suficiente que alguien le llamase por su nombre con amor, y entrase en su casa sin intereses lucrativos, para que este hombre cambiase, para que volviese a empezar arreglando sus desaguisados.

La oscuridad no se aclara denunciando su tenebrosidad, sino poniendo un poco de luz. Es lo que hizo Jesús en esa casa y en esa vida. Y Zaqueo comprendió, pudo ver su error, su mentira y su injusticia, a la luz de esa Presencia diferente. La luz misericordiosa de Jesús, provocó en Zaqueo el cambio que no habían podido obtener los odios y acusaciones sobre este hombre. Fue su hoy, su tiempo de salvación.

¿Podremos hacer escuchar en nuestro mundo esa voz de Alguien que nos llama por nuestro nombre, sin usarnos ni manipularnos, sin echarnos más tierra encima, sin señalar inútilmente todas las zonas oscuras de nuestra sociedad y de nuestras vidas personales, sino sencillamente poniendo luz en ellas? Quiera el Señor visitar también hoy la casa de este mundo y de esta humanidad. Será el milagro de volver a empezar para quienes le acojamos, como Zaqueo.



+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm

Arzobispo de Oviedo

A.A. de Huesca y de Jaca



Domingo 31º del Tiempo Ordinario

31 octubre 2010

Lecturas del XXXI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C:

Lectura del libro de la Sabiduría (11, 22—12, 2)



Señor, el mundo entero es delante de ti como un grano de polvo que apenas inclina la balanza, como una gota de rocío matinal que cae sobre la tierra. Tú te compadeces de todos, porque todo lo puedes, y apartas los ojos de los pecados de los hombres para que ellos se conviertan.

Tú amas todo lo que existe y no aborreces nada de lo que has hecho, porque si hubieras odiado algo, no lo habrías creado.

¿Cómo podría subsistir una cosa si tú no quisieras? ¿Cómo se conservaría si no la hubieras llamado?

Pero tú eres indulgente con todos, ya que todo es tuyo, Señor que amas la vida, porque tu espíritu incorruptible está en todas las cosas. Por eso reprendes poco a poco a los que caen, y los amonestas recordándoles sus pecados, para que se aparten del mal y crean en ti, Señor.

Palabra de Dios.


SALMO (144, 1-2. 8-9. 10-11)

R. Bendeciré tu nombre eternamente, Dios mío, el único Rey.


Te alabaré, Dios mío, a ti, el único Rey,
y bendeciré tu nombre eternamente;
te bendeciré día tras día
y alabaré tu nombre sin cesar. R.

El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para el enojo y de gran misericordia;
el Señor es bueno con todos
y tiene compasión de todas sus criaturas. R.

Que todas tus obras te den gracias, Señor,
y que tus fieles te bendigan;
que anuncien la gloria de tu reino
y proclamen tu poder. R.

El Señor es fiel en todas sus palabras
y bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que caen
y endereza a los que están encorvados. R.


Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Tesalónica (1, 11-2, 2)

Hermanos:

Rogamos constantemente por vosotros, a fin de que Dios os haga dignos de su llamado, y lleve a término en vosotros, con su poder, todo buen propósito y toda acción inspirada en la fe. Así el nombre del Señor Jesús será glorificado en vosotros, y vosotros en él, conforme a la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.

Acerca de la venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no os dejéis perturbar fácilmente ni os alarméis, sea por anuncios proféticos, o por palabras o cartas atribuidas a nosotros, que hacen creer que el día del Señor ya ha llegado.

Palabra de Dios.


EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Lucas (19, 1-10)

En aquel tiempo:

Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos. El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicómoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí.

Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa». Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.

Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Se ha ido a alojar en casa de un pecador». Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor:

«Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más».

Y Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham; porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido»

Palabra del Señor.

lunes, 25 de octubre de 2010

Página para enterarnos de algo respecto a la Jornada Mundial de la Juventud 2001, en Madrid

Página de la JMJ' 11

El sacerdocio católico sí tiene futuro:

 

 Mensaje del Papa a los seminaristas



“El sacerdocio católico sí tiene futuro”



Queridos seminaristas:

En diciembre de 1944, cuando me llamaron al servicio militar, el comandante de la compañía nos preguntó a cada uno qué queríamos ser en el futuro. Respondí que quería ser sacerdote católico. E subteniente replicó: Entonces tiene usted que buscarse otra cosa. En la nueva Alemania ya no hay necesidad de curas. Yo sabía que esta "nueva Alemania" estaba llegando a su fin y, que después de las devastaciones tan enormes que aquella locura había traído al País, habría más que nunca necesidad de sacerdotes. Hoy la situación es completamente distinta. Pero también ahora hay mucha gente que, de una u otra forma, piensa que el sacerdocio católico no es una "profesión" con futuro, sino que pertenece más bien al pasado. Vosotros, queridos amigos, habéis decidido entrar en el seminario y, por tanto, os habéis puesto en camino hacia el ministerio sacerdotal en la Iglesia católica, en contra de estas objeciones y opiniones. Habéis hecho bien. Porque los hombres, también en la época del dominio tecnológico del mundo y de la globalización, seguirán teniendo necesidad de Dios, del Dios manifestado en Jesucristo y que nos reúne en la Iglesia universal, para aprender con Él y por medio de Él la vida verdadera, y tener presentes y operativos los criterios de una humanidad verdadera. Donde el hombre ya no percibe a Dios, la vida se queda vacía; todo es insuficiente. El hombre busca después refugio en el alcohol o en la violencia, que cada vez amenaza más a la juventud. Dios está vivo. Nos ha creado y, por tanto, nos conoce a todos. Es tan grande que tiene tiempo para nuestras pequeñas cosas: "Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados". Dios está vivo, y necesita hombres que vivan para Él y que lo lleven a los demás. Sí, tiene sentido ser sacerdote: el mundo, mientras exista, necesita sacerdotes y pastores, hoy, mañana y siempre.

El seminario es una comunidad en camino hacia el servicio sacerdotal. Con esto, ya he dicho algo muy importante: no se llega a ser sacerdote solo. Hace falta la "comunidad de discípulos", el grupo de los que quieren servir a la Iglesia de todos. Con esta carta quisiera poner de relieve -mirando también hacia atrás, a mis días en el seminario- algunos elementos importantes para estos años en los que os encontráis en camino.

1. Quien quiera ser sacerdote debe ser sobre todo un "hombre de Dios", como lo describe san Pablo (1 Tm 6,11). Para nosotros, Dios no es una hipótesis lejana, no es un desconocido que se ha retirado después del "big bang". Dios se ha manifestado en Jesucristo. En el rostro de Jesucristo vemos el rostro de Dios. En sus palabras escuchamos al mismo Dios que nos habla. Por eso, lo más importante en el camino hacia el sacerdocio, y durante toda la vida sacerdotal, es la relación personal con Dios en Jesucristo. El sacerdote no es el administrador de una asociación, que intenta mantenerla e incrementar el número de sus miembros. Es el mensajero de Dios entre los hombres. Quiere llevarlos a Dios, y que así crezca la comunión entre ellos. Por esto, queridos amigos, es tan importante que aprendáis a vivir en contacto permanente con Dios. Cuando el Señor dice: "Orad en todo momento", lógicamente no nos está pidiendo que recitemos continuamente oraciones, sino que nunca perdamos el trato interior con Dios. Ejercitarse en este trato es el sentido de nuestra oración. Por esto es importante que el día se inicie y concluya con la oración. Que escuchemos a Dios en la lectura de la Escritura. Que le contemos nuestros deseos y esperanzas, nuestras alegrías y sufrimientos, nuestros errores y nuestra gratitud por todo lo bueno y bello, y que de esta manera esté siempre ante nuestros ojos como punto de referencia en nuestra vida. Así nos hacemos más sensibles a nuestros errores y aprendemos a esforzarnos por mejorar; pero, además, nos hacemos más sensibles a todo lo hermoso y bueno que recibimos cada día como si fuera algo obvio, y crece nuestra gratitud. Y con la gratitud aumenta la alegría porque Dios está cerca de nosotros y podemos servirlo.

2. Para nosotros, Dios no es sólo una palabra. En los sacramentos, Él se nos da en persona, a través de realidades corporales. La Eucaristía es el centro de nuestra relación con Dios y de la configuración de nuestra vida. Celebrarla con participación interior y encontrar de esta manera a Cristo en persona, debe ser el centro de cada una de nuestras jornadas. San Cipriano ha interpretado la petición del Evangelio: "Danos hoy nuestro pan de cada día", diciendo, entre otras cosas, que "nuestro" pan, el pan que como cristianos recibimos en la Iglesia, es el mismo Señor Sacramentado. En la petición del Padrenuestro pedimos, por tanto, que Él nos dé cada día este pan "nuestro"; que éste sea siempre el alimento de nuestra vida. Que Cristo resucitado, que se nos da en la Eucaristía, modele de verdad toda nuestra vida con el esplendor de su amor divino. Para celebrar bien la Eucaristía, es necesario también que aprendamos a conocer, entender y amar la liturgia de la Iglesia en su expresión concreta. En la liturgia rezamos con los fieles de todos los tiempos: pasado, presente y futuro se suman a un único y gran coro de oración. Por mi experiencia personal puedo afirmar que es entusiasmante aprender a entender poco a poco cómo todo esto ha ido creciendo, cuánta experiencia de fe hay en la estructura de la liturgia de la Misa, cuántas generaciones con su oración la han ido formando.

3. También es importante el sacramento de la Penitencia. Me enseña a mirarme con los ojos de Dios, y me obliga a ser honesto conmigo mismo. Me lleva a la humildad. El Cura de Ars dijo en una ocasión: Pensáis que no tiene sentido recibir la absolución hoy, sabiendo que mañana cometeréis nuevamente los mismos pecados. Pero -nos dice- Dios mismo olvida en ese momento los pecados de mañana, para daros su gracia hoy. Aunque tengamos que combatir continuamente los mismos errores, es importante luchar contra el ofuscamiento del alma y la indiferencia que se resigna ante el hecho de que somos así. Es importante mantenerse en camino, sin ser escrupulosos, teniendo conciencia agradecida de que Dios siempre está dispuesto al perdón. Pero también sin la indiferencia, que nos hace abandonar la lucha por la santidad y la superación. Cuando recibo el perdón, aprendo también a perdonar a los demás. Reconociendo mi miseria, llego también a ser más tolerante y comprensivo con las debilidades del prójimo.

4. Sabed apreciar también la piedad popular, que es diferente en las diversas culturas, pero que a fin de cuentas es también muy parecida, pues el corazón del hombre después de todo es el mismo. Es cierto que la piedad popular puede derivar hacia lo irracional y quizás también quedarse en lo externo. Sin embargo, excluirla es completamente erróneo. A través de ella, la fe ha entrado en el corazón de los hombres, formando parte de sus sentimientos, costumbres, sentir y vivir común. Por eso, la piedad popular es un gran patrimonio de la Iglesia. La fe se ha hecho carne y sangre. Ciertamente, la piedad popular tiene siempre que purificarse y apuntar al centro, pero merece todo nuestro aprecio, y hace que nosotros mismos nos integremos plenamente en el "Pueblo de Dios".

5. El tiempo en el seminario es también, y sobre todo, tiempo de estudio. La fe cristiana tiene una dimensión racional e intelectual esencial. Sin esta dimensión no sería ella misma. Pablo habla de un "modelo de doctrina", a la que fuimos entregados en el bautismo (Rm 6,17). Todos conocéis las palabras de san Pedro, consideradas por los teólogos medievales como justificación de una teología racional y elaborada científicamente: "Estad siempre prontos para dar razón (logos) de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere" (1 P 3,15). Una de las tareas principales de los años de seminario es capacitaros para dar dichas razones. Os ruego encarecidamente: Estudiad con tesón. Aprovechad los años de estudio. No os arrepentiréis. Es verdad que a veces las materias de estudio parecen muy lejanas de la vida cristiana real y de la atención pastoral. Sin embargo, es un gran error plantear de entrada la cuestión en clave pragmática: ¿Me servirá esto para el futuro? ¿Me será de utilidad práctica, pastoral? Desde luego no se trata solamente de aprender las cosas meramente prácticas, sino de conocer y comprender la estructura interna de la fe en su totalidad, de manera que se convierta en una respuesta a las preguntas de los hombres, que aunque aparentemente cambian en cada generación, en el fondo son las mismas. Por eso, es importante ir más allá de las cuestiones coyunturales para captar cuáles son precisamente las verdaderas preguntas y poder entender también así las respuestas como auténticas repuestas. Es importante conocer a fondo la Sagrada Escritura en su totalidad, en su unidad entre Antiguo y Nuevo Testamento: la formación de los textos, su peculiaridad literaria, la composición gradual de los mismos hasta formar el canon de los libros sagrados, la unidad de su dinámica interna que no se aprecia a primera vista, pero que es la única que da sentido pleno a cada uno de los textos. Es importante conocer a los Padres y los grandes Concilios, en los que la Iglesia ha asimilado, reflexionando y creyendo, las afirmaciones esenciales de la Escritura. Podría continuar en este sentido: llamamos dogmática a la comprensión de cada uno de los contenidos de la fe en su unidad, o mejor, en su simplicidad última: cada detalle particular, en definitiva, desarrolla la fe en el único Dios, que se manifestó y que sigue manifestándose. No es necesario que diga expresamente lo necesario que es estudiar las cuestiones esenciales de la teología moral y de la doctrina social de la Iglesia. Es evidente la importancia que tiene hoy la teología ecuménica, conocer las diversas comunidades cristianas; es igualmente necesario una orientación fundamental sobre las grandes religiones y, sobre todo, la filosofía: la comprensión de la búsqueda y de las preguntas del hombre, a las que la fe quiere dar respuesta. Pero también aprended a comprender y -me atrevo a decir- a valorar el derecho canónico por su necesidad intrínseca y por su aplicación práctica: una sociedad sin derecho sería una sociedad carente de derechos. El derecho es una condición del amor. Prefiero no continuar enumerando más cosas, pero sí deseo deciros una vez más: amad el estudio de la teología y continuadlo con especial sensibilidad, para anclar la teología en la comunidad viva de la Iglesia que, con su autoridad, no es un polo opuesto a la ciencia teológica, sino su presupuesto. Sin la Iglesia que cree, la teología deja de ser ella misma y se convierte en un conjunto de disciplinas diversas sin unidad interior.

6. Los años de seminario deben ser también un periodo de maduración humana. Para el sacerdote, que deberá acompañar a otros en el camino de la vida y hasta el momento de la muerte, es importante que haya conseguido un equilibrio justo entre corazón y mente, razón y sentimiento, cuerpo y alma, y que sea humanamente "íntegro". La tradición cristiana siempre ha unido las "virtudes teologales" con las "virtudes cardinales", que brotan de la experiencia humana y de la filosofía, y ha tenido en cuenta la sana tradición ética de la humanidad. Pablo dice a los Filipenses de manera muy clara: "Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta" (4,8). En este contexto, se sitúa también la integración de la sexualidad en el conjunto de la personalidad. La sexualidad es un don del Creador, pero también una tarea que tiene que ver con el desarrollo del ser humano. Cuando no se integra en la persona, la sexualidad se convierte en algo banal y destructivo. En nuestra sociedad actual se ven muchos ejemplos de esto. Recientemente, hemos constatado con gran dolor que algunos sacerdotes han desfigurado su ministerio al abusar sexualmente de niños y jóvenes. En lugar de llevar a las personas a una madurez humana y ser un ejemplo para ellos, han provocado con sus abusos un daño que nos causa profundo dolor y disgusto. Debido a todo esto, muchos podrán preguntarse, quizás también vosotros, si vale la pena ser sacerdote; si es sensato encaminar la vida por el celibato. Sin embargo, estos abusos, que son absolutamente reprobables, no pueden desacreditar la misión sacerdotal, que conserva toda su grandeza y dignidad. Gracias a Dios, todos conocemos sacerdotes convincentes, forjados por su fe, que dan testimonio de cómo en este estado, en la vida celibataria, se puede vivir una humanidad auténtica, pura y madura. Pero lo que ha ocurrido, nos debe hacer más vigilantes y atentos, examinándonos cuidadosamente a nosotros mismos, delante de Dios, en el camino hacia el sacerdocio, para ver si es ésta su voluntad para mí. Es tarea de los confesores y de vuestros superiores acompañaros y ayudaros en este proceso de discernimiento. Un elemento esencial de vuestro camino es practicar las virtudes humanas fundamentales, con la mirada puesta en Dios manifestado en Cristo, dejándonos purificar por Él continuamente.

7. En la actualidad, los comienzos de la vocación sacerdotal son más variados y diversos que en el pasado. Con frecuencia, se toma la decisión por el sacerdocio en el ejercicio de alguna profesión secular. A menudo, surge en las comunidades, especialmente en los movimientos, que propician un encuentro comunitario con Cristo y con su Iglesia, una experiencia espiritual y la alegría en el servicio de la fe. La decisión también madura en encuentros totalmente personales con la grandeza y la miseria del ser humano. De este modo, los candidatos al sacerdocio proceden con frecuencia de ámbitos espirituales completamente diversos. Puede que sea difícil reconocer los elementos comunes del futuro enviado y de su itinerario espiritual. Precisamente, por eso, el seminario es importante como comunidad en camino por encima de las diversas formas de espiritualidad. Los movimientos son una cosa magnífica. Sabéis bien cuánto los aprecio y quiero como don del Espíritu Santo a la Iglesia. Sin embargo, se han de valorar según su apertura a la común realidad católica, a la vida de la única y común Iglesia de Cristo, que en su diversidad es, en definitiva, una sola. El seminario es el periodo en el que uno aprende con los otros y de los otros. En la convivencia, quizás a veces difícil, debéis asimilar la generosidad y la tolerancia, no simplemente soportándoos mutuamente, sino enriqueciéndoos unos a otros, de modo que cada uno pueda aportar sus cualidades particulares al conjunto, mientras todos servís a la misma Iglesia, al mismo Señor. Ser escuela de tolerancia, más aún, de aceptarse y comprenderse en la unidad del Cuerpo de Cristo, es otro elemento importante de los años de seminario.

Queridos seminaristas, con estas líneas he querido mostraros lo mucho que pienso en vosotros, especialmente en estos tiempos difíciles, y lo cerca que os tengo en la oración. Rezad también por mí, para que pueda desempeñar bien mi servicio, hasta que el Señor quiera. Confío vuestro camino de preparación al sacerdocio a la maternal protección de María Santísima, cuya casa fue escuela de bien y de gracia. A todos os bendiga Dios omnipotente, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Vaticano, 18 de octubre de 2010, Fiesta de San Lucas, evangelista.

Vuestro en el Señor

BENEDICTUS PP. XVI

domingo, 24 de octubre de 2010

Porque no es lo mismo y uno debe ser fiel al compromiso, aunque no puedan convivir.

Separaciones y divorcios





Juan Luis Lorda

Facultad de Teología

Universidad de Navarra

Diario de Navarra


Matrimonios y felicidad Hablar forma parte de la vida. Si no, ¿cómo convives? Unos y otras encuentran tema en el deporte. Otras y unos, en cambio, prefieren el corazón o los ecos de sociedad.

Con mayor peligro, claro, de que te pase lo que le decía una dama a otra, en la magnífica novela de Tolstoi, Ana Karenina:

«Procure no morderse la lengua porque se puede envenenar». Porque en este terreno muchas veces no se respeta el viejo precepto que es "la regla de oro de la moral" y la expresión más elemental de la justicia: «No hagas a otro lo que no quieras que te hagan a ti». En estos días, la separación de una persona de la vida política ha soltado las lenguas de unos y otras. La cuestión no es sólo la del veneno. Es que también se oye mucha confusión.

Que en España el matrimonio ya no es lo que era, lo sabe todo el mundo. Ni es lo que era, ni es lo que es. A base de descosidos legales, hechos sin consulta pública en un tema grave que nos afecta a todos, el matrimonio español ya no tiene ni marido ni mujer, ni padre ni madre, ni compromiso de por vida, ni relación entre los dos sexos. Además, ya no hace falta ningún motivo para divorciarse, sino que se puede hacer a iniciativa de parte. Con lo que un matrimonio español se disuelve más fácilmente que una venta por correo. Con o sin hijos.

Esto y que la gente se casa y se descasa a toda velocidad, lo confunde todo. Los famosos, con reportaje y pose de fotos, debidamente contratado, te explican sus líos. Aunque ya empieza a haber, no una sino muchas estrellas arrugadas de Hollywood que confiesan que, después de 8 maridos, no han encontrado la felicidad. Es que la felicidad, como cualquier cristiano sabe, tiene más que ver con darse que con recibir. Dicho sea de paso, ellos no suelen contártelo de la misma manera, porque si han tenido 8 mujeres, todo el mundo sabe que lo que buscaban no era la felicidad. No somos iguales unas y otros.

Matrimonio y matrimonio cristiano El matrimonio español ha cambiado tanto que ya no se parece nada al punto de partida Pero el matrimonio cristiano sigue en el mismo punto de partida: uno con una y para siempre.

Y no va a cambiar a pesar de todas las presiones ambientales, porque lo dijo el señor: «Serán una sola carne, y lo que Dios ha unido no lo separe el hombre». Es bonito, porque responde a lo que reclama espontáneamente el amor. Pero es difícil, porque el amor es difícil. Y las cosas no salen siempre de acuerdo con el ideal.

¿Y entonces? En la Iglesia no existe el divorcio, porque el compromiso es para toda la vida. Existe la anulación que es una cosa muy distinta, y se da cuando se demuestra que no hubo matrimonio. O sea que se casaron mal, o porque no eran capaces o porque no estaban dispuestos a asumir lo que es el matrimonio.

Separación y felicidad Y existe la separación, cuando hay causa justa. El Código de Derecho Canónico le dedica un capítulo. Separarse es, sencillamente, dejar de convivir, sin que se rompa ni el compromiso de fidelidad ni el matrimonio. Y esto lo puede hacer un cristiano. Todos conocemos a personas a las que la vida ha puesto en esta situación.

Y que la procuran vivir cristianamente, manteniéndose fieles al compromiso contraído, y al ideal cristiano de matrimonio, que no se puede disolver. Son también un elocuente testimonio cristiano en medio de una sociedad atacada de frivolidad. ¿La felicidad? La felicidad está en la entrega, en lo que la vida le pide a cada uno. Es cuestión de responder honradamente a esa voz de la vida, que es la voz de la conciencia y, al final, la voz de Dios. Pero entonces ¿la felicidad tiene más que ver con la conciencia que con el sexo?

Pues sí, mira por dónde. Lo sabe cualquiera que haya vivido un poco. Pero se olvida cuando se habla demasiado, porque se va la fuerza, la fuerza que tiene la vida, por la boca.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Una reseña de un amigo mío, Fernando Martínez:




BLOOD MONEY, El valor de una vida
EEUU, 2010

Valiente y valioso documental sobre la durísima realidad del aborto. Apoyada solamente en testimonios de exabortistas, mujeres arrepentidas que abortaron voluntariamente, médicos, juristas, voluntarios pro-vida, etc. la película no muestra una sola imagen en la que se vea la realización de un aborto ni los cadáveres de los niños abortados. De indiscutible interés para todo aquel que esté interesado en la lucha por el derecho a la vida y en desenmascarar la masacre de millones de inocentes que destroza la vida a sus madres y enriquece impunemente a sus asesinos.

Centrada en el contexto estadounidense, tiene la dificultad para los demás públicos de comenzar con un análisis de la situación legal actual y del cómo se ha llegado a ella en los Estados Unidos. Superado este punto, y al margen del análisis de las consecuencias racistas que tiene para la minoría negra de este país, que es con diferencia la que más sufre el impacto del aborto legalizado, la película no tiene desperdicio por la autenticidad y la fuerza de todos los testimonios que recoge.

Además de los aspectos citados, el documental analiza las consecuencias médicas y psicológicas para las mujeres que abortan, la trama empresarial extraordinariamente lucrativa que existe en el negocio del aborto y sus conexiones políticas, la realidad objetiva de lo que supone la realización de un aborto y sus riesgos médicos, y en conjunto las consecuencias devastadoras para la sociedad de esta aberración.

La versión distribuida en España incorpora un epílogo elaborado mediante entrevistas a distintos responsables de organizaciones pro-vida sobre la situación española.

Sin duda recomendamos la película pero, a pesar de su indudable interés, y aunque no recoge imágenes desagradables ni violentas, no es adecuada para personas que puedan tener una sensibilidad especial ante la dureza de los testimonios que recoge, especialmente cuando se describen casos concretos de complicaciones quirúrgicas en la realización de abortos.

Lecturas del próximo domingo:

Domingo XXX del tiempo ordinario

Primera Lectura: Eclesiástico 35, 12-14. 16-18

El Señor es un Dios justo, que no puede ser parcial; no es parcial contra el pobre, escucha las súplicas del oprimido; no desoye los gritos del huérfano o de la viuda cuando repite su queja; sus penas consiguen su favor, y su grito alcanza las nubes; los gritos del pobre atraviesan las nubes y hasta alcanzar a Dios no descansan; no ceja hasta que Dios le atiende, y el juez justo le hace justicia.
Palabra de Dios.

Salmo Responsorial: 33

Si el afligido invoca al Señor, Él lo escucha.
Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
El Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria. Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias. R.
El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a él. R.

Segunda Lectura: II Timoteo 4, 6-8. 16-18

Querido hermano:
Yo estoy a punto de ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente.
He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe.
Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida.
La primera vez que me defendí, todos me abandonaron, y nadie me asistió. Que Dios los perdone.
Pero el Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león.
El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo.
A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios.

Evangelio: Lucas 18, 9-14

En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: "Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior:
"¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo."
El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo:
"¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador. "
Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido."
Palabra del Señor.

Contra los agoreros del findel catolicismo.

Catolicismo en Europa: mala salud de hierro...

NYTimes19pope3-articleLarge La tesis es la siguiente: “nadie gasta energías en increpar a una institución considerada moribunda y a un anciano de 83 años considerado irrelevante. Estos mismos ataques son la muestra de que la fe cristiana –y la Iglesia católica- siguen siendo factores relevantes en la cultura europea y en la vida pública europea”.  El autor es el ensayista norteamericano George Weigel y lo escribe hoy en el diario Avvenire.
Por lo que se refiere a Estados Unidos, el periodista John Allen contaba hace unos días, en el National Catholic Reporter, que en sus conferencias le suelen preguntar si hay esperanzas para la Iglesia... Su respuesta es que basta asomarse a la calle para verlo. Y toma como ejemplo sus últimas dos semanas de periplo, dando conferencias organizadas por instituciones católica en multitud de sitios de Estados Unidos, donde ha encontrado una gran efervescencia e interés por los temas relacionados con la vida de la Iglesia.
Volviendo a Europa, Weigel escribe en su artículo de Avvenire que hay muchos datos que invitan al optimismo: las acogida dispensada a los viajes del Papa a Portugal o al  Reino Unido  (foto); la cantidad de gente que ha acudido a la exposición de la Sábana Santa de Turín (2 millones de personas en 44 días);  las expectativas de la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, etc. Son hechos recientes, entre otros muchos, que muestran que el catolicismo  en Europa no está muerto, como les gustaría a algunos “hijos del sesenta y ocho”, para quienes "la sociedad europea del siglo XXI debe ser liberada de toda argumentación moral religiosamente inspirada"… Lo que si observa que le falta al catolicismo europeo son más “infraestructuras culturales”: medios, personas, recursos.

No sé si es mejor que Dios quiera lo que quiero yo o viceversa.



Hacerse capaz de querer lo que Dios quiere

Juan Manuel Roca
Cómo acertar con mi vida

Cómo acertar con mi vida
Juan Manuel Roca

La fe no es evidente
        Ciertamente, cuando se descubre la voluntad de Dios, no se puede hacer cosa mejor que querer lo mismo que Él. Pero no como quien acepta un destino fatal, o se resigna con una imposición que no puede soslayar: los planes de Dios son los mejores que podríamos imaginar para nuestra vida: nadie nos ama más que el Amor, y nadie acierta más que la Sabiduría infinita. Por eso la respuesta adecuada a ese descubrimiento es amar la voluntad de Dios, fundir mi voluntad con la suya. Es lo que expresaba el autor de Camino al escribir: "Jesús, lo que tú "quieras"... yo lo amo" (n. 773).
        Hay tres caminos por los que pueden fundirse las voluntades: queriendo la misma cosa; queriéndola por el mismo motivo; amándola con idéntico amor (Santo Tomás, De Veritate, q. XXIII, a. 7).
        Querer lo mismo. Para querer lo que Dios quiere, sería necesario conocer siempre cuál es su voluntad precisa: sólo en la medida en que la conocemos somos responsables de cumplirla. Sin embargo la Voluntad divina no se nos desvela plenamente aquí en la tierra. Si supiéramos con certeza absoluta, inequívocamente, que Dios nos llama no seríamos moralmente libres para decir que no; estaríamos obligados y poco mérito tendría nuestra decisión, poca fe y poco amor necesitaríamos poner en juego...
        Pero el Señor sí nos ha revelado las grandes vías que recorre su amor hacia nosotros: en último término sus mandamientos. Los mandamientos son una barrera, un límite para el amor egoísta: eso sabemos con toda certeza que no es lo que Dios quiere. Dos amores construyeron dos ciudades –escribía San Agustín–, el amor propio hasta el desprecio de Dios, la terrena; el amor de Dios hasta el desprecio de uno mismo, la celestial.
Con el amor divino
        Querer por el mismo motivo. Si no es posible saber siempre el querer de Dios, sí está en nuestras manos, en cambio, querer como quiere el Señor, es decir, poniendo su bondad como fin y motivo de todo amor. Amando a Dios con amor absoluto, sobre todas las cosas, se logra la identificación con el querer divino que es posible alcanzar en esta vida. La enseñanza de Nuestro Señor es que Dios ha de ser nuestro principal amado (Mt 10, 37; Lc. 14, 26). Sólo Dios merece ser amado absolutamente y sin condiciones; todo lo demás debe serlo en la medida que es amado por Dios.
        Querer con idéntico amor. El amor de Dios debe ser la regla de todas las acciones humanas. Del mismo modo que los objetos que construimos se consideran correctos y ultimados si se ajustan al proyecto trazado previamente; también cualquier decisión y acción humana será recta y virtuosa cuando concuerde con la regla divina del amor. La caridad –que nos hace participar del mismo amor con que Dios ama– ordena y transforma al cristiano. El amado se encuentra en el amante: El que ama a Dios, en cierto modo lo posee; y es propio del amor transformar al amante en el amado.

miércoles, 13 de octubre de 2010

La pedagogía de la Cruz (porque no todo van a ser risas en la vida, digo yo...)


La pedagogía de la Cruz

Ramiro Pellitero,
Instituto Superior de Ciencias Religiosas,
Universidad de Navarra



Reconociendo el pecado
         A veces no comprendemos que otros no comprendan. Podemos tener la tentación de pensar que es un problema de los demás, y quizá es en parte así, pero no del todo. Por eso se impone la purificación de nuestra memoria, el examen de conciencia, reconocer los hechos o las omisiones ante Dios y los demás, y, desde ahí, trabajar por la caridad en la verdad. "La verdad –ha dicho Benedicto XVI, poniendo como ejemplo a Newman– se transmite no sólo por la enseñanza formal, por importante que ésta sea, sino también por el testimonio de una vida íntegra, fiel y santa".
         Una vez más el Papa ha afrontado, en su viaje al Reino Unido, los abusos de menores por parte de clérigos. Y lo ha hecho mostrando una especial clarividencia y coherencia.
         Hizo alusión a ese tema ya al comienzo del viaje, cuando le preguntaron cómo pensaba contribuir a restablecer la confianza de los fieles en la Iglesia. Dijo que para él había supuesto "un shock, una gran tristeza", difícil de asimilar y comprender. Una vez más lamentó "que la autoridad de la Iglesia no fuera suficientemente vigilante y suficientemente veloz y decidida para tomar las medidas necesarias". Y por todo esto –atención a estas palabras luminosas–"estamos en un momento de penitencia, de humildad, de renovada sinceridad".
         Volvió sobre ello nada menos que en la Catedral de la Preciosísima Sangre de Cristo (Westminster), a los pies de un gran crucifijo: "Cristo –así lo vio– triturado por el sufrimiento, abrumado por la tristeza, víctima inocente cuya muerte nos ha reconciliado con el Padre y nos ha hecho partícipes en la vida misma de Dios". Y recordó que la Eucaristía es precisamente la actualización sacramental del sacrificio de la Cruz.
Con particular dolor
        Pero Cristo no está sólo en la Eucaristía, sino también "en la vida de la Iglesia, en sus pruebas y tribulaciones, Cristo continúa, según la expresión genial de Pascal, estando en agonía hasta el fin del mundo".
        ¿Dónde se ve esto? No se trata de ninguna teoría. En primer lugar, de forma elocuente, en "los mártires de todos los tiempos", que unieron su sacrificio al de Cristo. También se refleja en tantos cristianos de todo el mundo "que aún hoy sufren discriminación y persecución por su fe". Asimismo, "con frecuencia de forma oculta, en el sufrimiento de cada cristiano que diariamente une sus sacrificios a los del Señor para la santificación de la Iglesia y la redención del mundo…, en particular, los enfermos, los ancianos, los discapacitados y los que sufren mental y espiritualmente".
         Y justamente en este contexto, el Papa –vicario de Cristo– retomó la cuestión espinosa de los abusos: "Pienso también en el inmenso sufrimiento causado por el abuso de menores, especialmente por los ministros de la Iglesia". Volvió a pedir perdón a las víctimas y reconocer la vergüenza y humillación sufridas "a causa de estos pecados"; y, añadió, "os invito a presentarlas al Señor, confiando que este castigo contribuirá a la sanación de las víctimas, a la purificación de la Iglesia y a la renovación de su inveterado compromiso con la educación y la atención de los jóvenes". Similares argumentos recordaría al día siguiente a los obispos de Inglaterra, Gales y Escocia.
El cristianismo es Cristo
        De esto que ha sucedido y del modo en que Benedicto XVI lo viene afrontando, brotan muchas enseñanzas para los cristianos y para todos. Ante las cosas que no se comprenden pero que pueden relacionarse con los propios errores, estos son los remedios: penitencia, humildad, sinceridad. Es decir: reconocer la verdad y rectificar ante Dios y ante quienes hayamos podido ofender, es condición para redescubrir una nueva luz y recomenzar un camino más pleno, más auténtico.
         El cristianismo no es una mera doctrina, ni un mero conjunto de normas –un código–, ni tampoco la invitación a obedecer una ley que viniese de fuera del corazón humano. Es la unión vital con una persona: Cristo. Por eso, cuando no entendemos cómo ha podido suceder algo –en lo que quizá nos hayamos equivocado–, o no conseguimos que otros nos entiendan, no basta acudir a una doctrina o invocar unas normas, unos derechos o deberes, o seguir adelante de un modo voluntarista o estoico; sino que hay que recomenzar desde la verdad (que incluye la razón) y el amor. Y eso cuesta. A Cristo le costó el sacrificio de la Cruz.
         Un sabio teólogo ha señalado que la pedagogía de Cristo se muestra particularmente en su anuncio del Juicio final, cuando habló de las omisiones del amor en la atención a los pobres y necesitados. Sobre la Cruz manifestó el más grande amor que jamás haya podido existir por cada persona y por el mundo entero. Así venció y así enseñó el camino de la luz y de la Vida.








Una victoria parcial en nuestra batalla contra el aborto:

  • Hemos derrotado a McCafferty!‏

¡Lo has vuelto a conseguir!
En esta ocasión, no lo hemos hecho solos. Nos hemos unido con otros grupos provida, profamilia y prolibertad de casi toda Europa en una coalición por el derecho a la objeción de conciencia… y la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa rechazó ayer el informe McCafferty.
En su lugar, se aprobó un texto que reconoce el derecho a la objeción de conciencia al aborto como una facultad de todo el personal sanitario y no sólo de los médicos.
Una importante victoria parcial en la causa por el derecho a la vida.
Desde HO, enviamos 16.000 mensajes a los diputados españoles en la Asamblea el Consejo de Europa.
Y la mayoría de los españoles, 6 de ellos, votaron a favor del nuevo informe. Sólo dos, del PSOE, votaron en contra.
La señora McCafferty pretendió enfrentar un derecho real, la objeción de conciencia, a un derecho inexistente, el aborto o la eutanasia. Y perdió.
El derecho a la objeción de conciencia se encuentra en la naturaleza ética del ejercicio de la Medicina, independientemente de que haya o no leyes que lo regulen.
No es obligatorio demostrar que la objeción se basa en creencias religiosas o convicciones morales. El aborto y la eutanasia suponen la supresión de una vida humana, ése es un hecho objetivo que no responde a creencias personales.
Todo esto se recoge en el informe que aprobó el Consejo de Europa.
Muchas gracias por hacerlo posible.
Termino con un recordatorio: hoy se estrena, en casi toda España, la película "Blood Money", el mejor documental que se ha hecho sobre el aborto. Consulta el trailer y el listado de cines en que se estrena en: http://hazteoir.org/32610
Un abrazo,
Ignacio Arsuaga y todo el equipo HO y DAV
P.D. ¿Quieres ayudar a HO a seguir trabajando por la vida y la libertad? ¿Puedes donar 5 Euros? Haz tu donativo aquí.

lunes, 4 de octubre de 2010

Cómo se presenta este curso...

Después de haberme aburrido bastante el año pasado, este curso se presenta interesante. Os escribo cuáles son mis planes para este curso para que recéis por mí y por todos aquellos a quienes les va a afectar mi ministerio.

Soy vicario parroquial de dos parroquias del centro de Madrid(1 y 2), además soy capellán de la Faculta de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense (3) y capellán del colegio "Santa Bernardette" de Aravaca (4), también soy consiliario de un equipo de los ENS (Equipos de Nuestra Señora) (5) y me han pedido que ayude en las Congregaciones Marianas de la Asunción con los Alevines (6), las Alevinas (7) (niños/as hasta los 12 años), las comuniones (8) y las confirmaciones (9). Para poder tocar todos los palos de la pastoral, hay un grupito de jóvenes que me han pedido que les ayude con la formación teológica (10).

Gracias a Dios que en el clero no hay paro. Estoy encantado porque este año no me voy a aburrir y porque ninguna de las actividades se solapan. Voy a poder atenderlo todo con relativa paz y aún tengo tiempo para estudiar y rezar tranquilo. ¡Gracias a Dios! Sólo os pido que recéis mucho por mí para que haga siempre lo que Jesús quiera y me cambie el carácter, que tengo muy mal humor.

Parece mentira, el año pasado me sobraba el tiempo a manos llenas y este año empiezo a tenerlo justito. Ya veremos qué pasa dentro de un curso. Realmente lo tengo todo: una jornada cargadita, un párroco fenomenal, unas parroquias con gente muy buena, unas congregaciones con personas muy apostólicas, bien formadas y en orden... El único punto de lucha va a ser la facultad de periodismo, que ya me han dicho que se caracteriza por su dureza, pero no todo puede ser un paseo triunfal, en algún punto debo tomar la cruz, ¿no os parece?

Un abrazo.

P.D.- Como veis faltan curas, ¿hay algún voluntario? Como Dios dijo a Jeremías: "¿A quién enviaré, quién irá quién les dirá?..." No hace falta que Dios te llame con fuegos y oropeles, basta que te des cuenta de que quizás tú podrías echar una mano... ¿Estás dispuesto a ofrecerte como voluntario?