lunes, 31 de enero de 2011

Un blog de un colegio de la Obra, muy majo:

La capellanía de Aldeafuente también se mueve...

Gracias a un comentario anónimo en el blog podemos seguir progresando. Si me decís quiénes sois, a lo mejor lo hacemos todavía con más cariño, si cabe. Je, je...
Otra cosa, si me dais el link completo, es más sencillo promocionar los vínculos. A éste le faltaba el ".blogspot.com". Muchas gracias a mi amigo anónimo.
Un fuerte abrazo.

miércoles, 19 de enero de 2011

Un análisis sobre la situación religiosa en España:

No diré que es un análisis inteligente porque pienso como él, pero lo es (la negrita es mía):


El desafío del cristianismo en España.
Por monseñor Fernando Sebastián
MADRID, sábado, 15 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos un pasaje del libro "Evangelizar" de monseñor Fernando Sebastián, arzobispo emérito de Pamplona y Tudela, publicado por Ediciones Encuentro, sobre el desafío que atraviesa el cristianismo en España.
España está a punto de romper la continuidad de su tradición espiritual cristiana y católica, para instalarse en un contexto cultural nuevo, ateo, materialista y nihilista. No es cuestión de promover la guerra entre creyentes y no creyentes, ni se trata de estimular la resistencia numantina. El Evangelio de Jesús es capaz de vivir en todas las situaciones imaginables y puede sobrevivir a todas las agresiones, y de vencer convenciendo a sus mismos agresores. El Evangelio de Jesús sigue siendo la única levadura capaz de transformar la masa inerte de nuestro viejo mundo egoísta y resignado a morir, la única luz capaz de iluminar nuestras tinieblas y alumbrarnos nuevos caminos de esperanza y de alegría.
No podemos decir ya que la sociedad española es una sociedad católica. Hay muchos bautizados que no piensan ni viven de acuerdo con su Bautismo. Otros muchos han abandonado explícitamente la fe bautismal. Otros rechazan elementos de la doctrina católica, ya sean dogmáticos o morales. En algunas ciudades, es frecuente encontrar familias que no bautizan a sus hijos... Está claro que no podremos cambiar las cosas de la noche a la mañana, pero, con la ayuda de Dios y nuestra colaboración entusiasta, sí podemos cambiar la tendencia y comenzar una nueva era que llegue a su esplendor cuando Dios quiera. La urgencia resulta más apremiante si tenemos en cuenta que lo que ahora ocurre en Occidente es muy probable que pase en pocos años a otros continentes menos afectados hoy por el secularismo. No nos engañemos, nadie se librará de pasar la crisis de la confrontación con la modernidad laicista.
No hemos logrado despertar en nuestras Iglesias un movimiento auténticamente evangelizador. Lo que sí se percibe es una reacción al proceso secularizador y descristianizador, de tipo restauracionista y formalista que, si en algunas cosas puede estar justificada, no coincide con lo que tiene que ser el núcleo ni la inspiración de una época evangelizadora, orientada a romper el cerco cultural del cristianismo y a abrir nuevos espacios a la fe. Restaurar los usos externos de los años pasados no es lo mismo que recuperar la fuerza espiritual y la eficacia transformadora de las convicciones religiosas de los primeros cristianos. Tengo la impresión de que no se quiere reconocer esta situación de descristianización generalizada. Es preciso fortalecer la fe de los cristianos. Tenemos que aprender a vivir todos como miembros de una Iglesia verdaderamente evangelizadora y misionera. No podemos aceptar como normal la situación actual en la que tantos cristianos desertan de la Iglesia, en la que las generaciones jóvenes crecen en un mundo prácticamente ateo, sin una relación vital con la persona de Jesucristo ni con el Dios de la salvación. Todos los demás problemas que podamos señalar, por importantes que nos parezcan, son secundarios en relación con esta tarea primordial de la evangelización. Tenemos que ver cómo podemos llevar el Evangelio de Jesús a los ateos, a los indiferentes, a los agnósticos, pero también a los protestantes, a los musulmanes, a los budistas, a los animistas que viven con nosotros.
La presentación del Evangelio de Jesús tiene que producir en los oyentes una verdadera crisis de conversión. Crisis que es juicio sobre la vida anterior, esa vida normal que malgastamos dejándonos absorber y dominar por las cosas y los afanes de este mundo. Son pocas las actividades pastorales que buscan realmente esta conversión. Nos olvidamos de que la vida cristiana comienza con la conversión personal, o bien damos por supuesto que esta conversión quedó hecha anteriormente. Tenemos que comenzar de nuevo.
Del libro "Evangelizar"

viernes, 7 de enero de 2011

Sobre una objeción en "¿Qué son las Congregaciones Marianas de la Asunción?":

Hace poco recibí este comentario en la entrada que más visitas tiene de todo el blog (Se ve que me sigue poca gente, je...) 
 
Anónimo dijo...
me parece fenomenal el articulo y le felicito por ello.Sin embargo no estoy de acuerdo con lo que has dicho de la libertad personal. me parece una falta de libertad, sino una muestra de coherencia y madurez ,cuando ya estas centrado en tu camino en dedicarte exclusivamente a el.De lo contrario, me pareceria un poco incoherente y de no saber que queires realmente, el ir a medios de formacion en distintas instituciones religiosas. Me parece que si te comprometes con un camino ,porque te ha dado la gana y estas contento,debes ser fiel a el ...y no dedicarte a "picotear" en distintos lados.muchas gracias.
Hay veces que a una persona le aprieta el zapato por algún lado y se cree que todo son críticas. Mira en ningún momento he dicho que uno no se pueda comprometer. De hecho, soy sacerdote católico. De modo, que si no me gustara el compromiso, mal iba por este camino.Lo que no me gusta es que se imponga.

Creo que efectivamente, todo el mundo debería comprometerse con Dios hasta el final, pero lo que no creo es que nadie deba imponérselo a los demás. Uno tiene que ser libre para escoger dónde entregarse, para que Dios pueda hablar en el fondo de su corazón y sugerirle (nunca impone) lo que quiera de esa persona.

Gracias a Dios, en la Congre, entra mucha gente sin saber muy bien a lo que va. Al principio, van a una reunión, faltan a dos... Poco a poco, les va enganchando y acaban por no perderse una, aunque nunca se consagren. Por desgracia, he conocido otras instituciones que si no te entregas a ellos, te sugieren que te marches.

Con lo cual, una capacidad tremenda que tienen para formar a mucha gente, se pierde.

Mira, el fundador del Opus Dei, san José María Escrivá de Balaguer decía que hay personas a las que Dios llama a ser como agujas, entran en la Obra, salen y se llevan un hilo precioso de formación. No tienen por qué pedir la admisión en el Opus Dei. Este ejemplo lo pongo para que se vea que la Congre no es el único lugar donde se puede vivir esa libertad.

Hay muchas personas que se benefician de la formación, los retiros y la gran fuerza que tiene la Congre, sin tener que dar un paso para incorporarse. Quizás, vean claramente que aunque les viene muy bien y disfrutan con los apostolados de la Congre, quizás Dios les esté reservando otra cosa. Dicho de otro modo, quien decide cuál es la vocación de cada uno es Dios, no el director del equipo de cada uno. ¿Acaso un ser humano puede saber lo que Dios quiere para otro? Podemos tener indicios, pensar que es de sentido común, pero la decisión es de Dios y de la persona que responde a su llamada. En todo caso, ni el director espiritual lo sabrá nunca absolutamente, podrá ayudar a discernir si lo que la persona ve es del buen espíritu o no, pero poco más.

Otro caso puede ser el de algunas personas que teniendo una vocación específica, como puede ser al Opus Dei, prefieren tener también una cierta espiritualidad común con su mujer y acuden a las reuniones de equipo de la Congre, acompañando a su mujer o a su marido, sin tener por qué adquirir ningún compromiso. En todo caso, querido "anónimo", me parece un poco tremendo decir que quien no quiera comprometerse con un camino determinado, esté picoteando aquí y allá. Hay momentos en la vida en los que hay que decidirse y otros en los que es necesario estar abiertos a lo que Dios quiera y, en todo caso, es tremendamente arriesgado juzgar a nadie.

Tienes todo el derecho del mundo a comprometerte en un camino determinado, pero no tienes ningún derecho a exigir a nadie ese mismo compromiso. Eso ya no es coherencia, es imposición y Cristo no obraba así. Simplemente, el Señor invitaba a su seguimiento y el resto se jugaba entre la gracia de Dios y la libertad de la otra persona.

Si quieres que hablemos más claro, llámame: 619 612 693 begin_of_the_skype_highlighting              619 612 693      end_of_the_skype_highlighting.- Borja

P.D.- A mí tampoco me parece bien "picotear", pero una cosa es eso y otra... Creo que nos entendemos, ¿verdad?
 
 

sábado, 1 de enero de 2011

Samuel hernandez - Pescador de hombres

Aunque "cayendo" de "caer" se escribe con "y" y no con "ll".