miércoles, 23 de octubre de 2013

Retomamos el blog... con nuevas fuerzas, si cabe.

Vamos a cambiar ciertos modos de estar en la parroquia y en la vida. Una cosa que me encanta es escribir y comunicarme con todos. Viendo además lo que ha crecido el número de visitas al blog desde que ni siquiera lo abro, considero oportuno volver a retomarlo. He abandonado todos los apostolados que tenía fuera de la parroquia y parece que ahora las mañanas de los miércoles las puedo tener un poquito más libres, así que retomamos nuestro apostolado cibernético para, obedeciendo al Santo Padre, hacer lío en este nuevo "continente" -como decía Benedicto XVI en la carta de convocatoria de la JMJ de Río de Janeiro- de la red.

Y me parecía adecuado comenzar hablando y defendiendo al Papa de muchos católicos, pelín despistados, que les gustaría que el Papa sólo les hablara a ellos y que cada vez que hablara se le atragantaran las palabras con cientos -o mejor miles- de citas a pie de página para matizar cualquier afirmación que hiciera.

Puesto que abandoné el blog la víspera de su elección, quería que mi primera entrada fuese un agradecimiento a Dios por elegirle y a él porque en medio de sus pecados es fiel para hacer con valentía lo que cree oportuno.

Dios nos ha suscitado un Papa que todo el mundo entiende lo que dice, que afecta a todo el mundo, que suscita conversiones simplemente por su sencillez, que habla con descaro, sin tapujos, con valentía y sin matizar y que tiene gestos que a muchos les crispan y consieran que son símbolos estúpidos que no sirven para nada porque no tienen en sí mismos la fuerza para cambiar el mundo y hacer que desaparezca la pobreza, pero que son absolutamente necesarios para llegar al corazón de muchas personas que sienten cómo el evangelio se quedaba esclerotizado por un sin fin de matices. Un Papa libre de politiqueos, directo, claro y sencillo que comienza viviendo la pobreza él mismo sin tener que estar predicando siempre sobre lo mismo, que hace homilías minifalderas -enseñan mucho y son muy cortas-... Ya me gustaría a mí que todos los curas fuésemos como él, como me hubiera gustado ser como Benedicto XVI, como Juan Pablo II -que le celebrábamos ayer-, como Juan Pablo I y como Pablo VI, que son los Papas que he tenido en mi vida. Pero hoy por hoy, le toca el turno a S.S. Francisco...

¡Viva el Papa!

 ¡Menudo pedazo de Santo Padre nos ha regalado el Espíritu Santo!

Tengo la firme convicción de que cada Papa que ha tenido la Iglesia ha sido un regalo espectacular de Dios al mundo y especialmente a su Iglesia.

Cierto es que ha habido Papas que muchos consideran indignos... Puede ser, pero es que Dios contaba con su fidelidad. El mismo Jesucristo eligió a Judas, inclyuso sabiendo que le iba a traicionar, pero no le eligió "para" que le traicionase, Judas era realmente libre. Si hubiera sido fiel, quién sabe qué grandes cosas habría podido hacer el Espíritu Santo con él. Del mismo modo, hemos tenido Papas que han pecado y no han hecho todo el bien que puideran haber realizado en sus vidas.

Lo que sí que es cierto es que en los últimos tiempos Dios se lo está currando de un modo admirable: Pio X, Benedicto XV, Pio XI, Pio XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI, Francisco...

Muchos han tenido la osadía de comparar unos con otros haciendo de menos al actual o a los anteriores. Incluso un cura del que yo me fiaba, Santiago Martín, se ha dignado juzgar al nuevo Papa en un retiro que ha predicado. ¿Que este Papa no es tan teológico como el anterior? ¿Por qué había de serlo?

Gracias a Dios, tenemos un Papa que se siente libre de clichés. Es cierto que podría afinar más sus expresiones... pero entonces perderían frescura. Mire usted, que una exhortación apostólica no es lo mismo que una homilía y que una encíclica no es lo mismo que una entrevista.

A este Papa hay que leerle con visión de conjunto. Que no diga en cada intervención que los divorciados vueltos a casar no pueden comulgar, no significa que no lo de por hecho. No discute el magisterio anterior de la Iglesia. Lo único que afirma es que no nos podemos quedar en eso, que hay que hablar de Jesucristo y no de cuatro puntitos que ni siquiera son los fundamentales. En el magisterio de la Iglesia no todas las verdades tienen la misma importancia. Todas son importantes, pero unas lo son más que otras... Por eso, deberíamos predicar primero lo fundamental porque si no se aceptan ciertas verdades, nunca se va a llegar a otras.

Cuando le leáis, si veis que no matiza algo, no creáis ni por asomo que no conoce el dogma o la ley moral... Ni siquiera lo discute. Simplemente trata de hacernos descubrir que detrás de la ley moral hay una persona que sufre y a la que hay que amar. Es cierto que un acto homosexual es pecado objetivamente, pero dice el catecismo de la Iglesia Católica, que hay determinadas circunstancias subjetivas que pueden disminuir o incluso anular la responsabilidad moral. Yo no puedo juzgar a un hermano, sólo puedo acompañarle, orientarle, ayudarle, hacerme cargo de su situación y mostrarle el amor incondicional de Dios porque es hijo suyo. ¿Esto es tan escandaloso? ¿O es que nos hemos vuelto unos fariseos hipócritas que estamos a la que salta y lo único que nos importa es que no nos toquen las "seguridades" en las que hemos cimentado nuestra vida al margen del amor de Dios?

Tenemos un Santo Padre con tanta capacidad intelectual que es capaz de hablar al corazónd e cada persona y que cada uno le entienda sabiendo que no dice más de lo que tú puedes comprender. Para eso hace falta ser un pedagogo de excepción y para lograrlo hace falta dominar la materia que estás tratando de explicar. ¡Menudo pedazo de Papa que tenemos!

Nos obliga a desintalarnos. A salir de nosotros mismos, a ir a la periferia, a exponernos ante los que no creen, a perder toda seguridad que no esté radicada en el amor de Dios... Usando uina expresión suya: ¡A hacer lío!.

Gracias Señor por el Papa Francisco, ilumínale, protégele, consolídale, dale la parresía de tu Espíritu para que pueda seguir guiándonos por la senda de la Verdad completa, que es tu Hijo Jesucristo... Y danos a los hijos de la Iglesia confianza en nuestros pastores, humildad para aprender a no juzgar lo que nos supera y docilidad para obedecer a quien Tú has puesto al frente de tu Casa.
Amén.