lunes, 30 de agosto de 2010

Cómo me gustaría predicar:


A lo largo de los años he predicado desde muchos puntos de vista. Suelo terder a un estilo apocalíptico. A lo largo de los años, dominado por la ansiedad y el deseo de mejorar la parroquia, he echado todo tipo de broncas... He cambiado mucho de estilo y de maneras de predicar: más teológico, más al corazón, más sobre la actualidad, quizás tendiendo, a veces, a tocar la vida de los feligreses...

Pero, al final, valorando las distintas respuestas que he ido obteniendo me doy cuenta de que echaar broncas, ser apocalíptico o algo cenizo nunca trae buenas consecuencias y, de hecho, cuando me he forzado en moderar el tono y predicar como veo que Dios me pide; no desde la visceralidad, sino con cariño y pensando lo mejor del "auditorio"; descubro que casi todas las personas conectan conmigo, disfrutan de la homilía y salen deseando hacer las cosas  mejor.

De este modo, uno se da cuenta de que tengo que hacer las cosas como Dios ha obrado conmigo, aunque por mi carácter es precisamente lo contrario lo que naturalmente me sale. Por lo que cada homilía me va a exigir no sólo prepararlas, sino pasarle el filtro:

-   ¿Estoy pensando lo mejor de las personas o me pongo en plan "No tenéis ni idea y os vais a condenar"?.

-   ¿Estoy analizando el tema desde la perspectiva más positiva o me dejo llevar por mi pesimismo ramplón?.

-   ¿Estoy animado a luchar con alegría o desespero al más pintado?

En definitiva, me doy cuenta de que el rasgo más importante que Dios me ha mostrado en la vida es doble:

-   Nunca me ha dejado en paz, siempre me ha perseguido y buscasdo, hiciera lo que hiciese, hasta dar conmigo.

-   Siempre ha derrochado conmigo una gran largueza y MISERICORDIA.

El Papa Juan Pablo II definía la misericordia como salvar siempre el bien que se esconde bajo cualquier apariencia de mal. Si en las homilías consigo rescatar todo el bien que anida en el corazón de mis feligreses conseguiremos poner en acto toda una serie de capacidades tremendas de aceptar la voluntad de Dios y cumplirla porque la gente quiere hacer las cosas bien, lo que pasa es que a veces no sabemos cómo hacerlo, o no se nos ha ocurrido, o, a lo peor, nos vemos superados por nuestras miserias. Lo cierto es que sólo vamos a poder tirar hacia arriba si vemos que Dios nos alienta y nos espera y nos da su fuerza siempre.

Por eso, me gustaría que por mucho que me cueste siempre pueda predicar con alegría, optimismo y misericordia. Derrochando la misericordia de Dios.

Un fuerte abrazo.

3 comentarios:

  1. Gracias no sabe la alegría y la magnitud del mensaje que me a dado con su testimonio,quisiera preguntarle algunas cosas pero no se donde escribirle, espero me pueda ayudar.. Atte Carlos - Perú.
    mi correo es carlospow-sang@hotmail.com

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  2. :) Genial reflexión, aunque que conste que me encantó la homilía en paloma...

    Mítica frase... "cobardón"!! ejjeje

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  3. A Carlos ya le he contestado, un abrazo, Carlos de Perú. Espero tu correo.

    A José Enrique:

    Estoy esperando tu diario de la misión. Algo jugoso. Un fuerte abrazo, grandullón.

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