martes, 21 de septiembre de 2010

Lecturas del XXV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C:

Lectura de la profecía de Amós (8, 4-7)

Escuchad esto, vosotros, los que pisoteáis al indigente para hacer desaparecer a los pobres del país.

Vosotros decís: ¿Cuándo pasará el novilunio para que podamos vender el grano, y el sábado, para dar salida al trigo? Disminuiremos la medida, aumentaremos el precio, falsearemos las balanzas para defraudar; compraremos a los débiles con dinero y al indigente por un par de sandalias, y venderemos hasta los desechos del trigo».

El Señor lo ha jurado por el orgullo de Jacob: Jamás olvidaré ninguna de sus acciones.

Palabra de Dios.


SALMO (Sal 112, 1-2. 4-6. 7-8)


R. Alabad al Señor, que alza al pobre.


Alabad, servidores del Señor,

alabad el nombre del Señor.

Bendito sea el nombre del Señor,

desde ahora y para siempre. R.



El Señor está sobre todas las naciones,

su gloria se eleva sobre el cielo.

¿Quién es como el Señor, nuestro Dios,

que tiene su morada en las alturas,

y se inclina para contemplar el cielo y la tierra? R.



Él levanta del polvo al desvalido,

alza al pobre de su miseria,

para hacerlo sentar entre los nobles,

entre los nobles de su pueblo. R.



Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo (2, 1-8)



Querido hermano:

Ante todo, te recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres, por los soberanos y por todas las autoridades, para que podamos disfrutar de paz y de tranquilidad y llevar una vida piadosa y digna. Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, porque él quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.

Hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres:

Jesucristo, hombre él también, que se entregó a sí mismo para rescatar a todos. Éste es el testimonio que él dio a su debido tiempo, y del cual fui constituido heraldo y apóstol para enseñar a los paganos la verdadera fe. Digo la verdad, y no miento. Por lo tanto, quiero que los hombres oren constantemente, levantando las manos al cielo con recta intención, sin arrebatos ni discusiones.

Palabra de Dios.


ALELUIA (2Co 8, 9)


Aleluia.

Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza.

Aleluia.


EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Lucas (16, 1-13)

En aquel tiempo, Jesús decía a sus discípulos:

«Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes. Lo llamó y le dijo: “¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto”.

El administrador pensó entonces: “¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!”

Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: “¿Cuánto debes a mi señor?” “Veinte barriles de aceite”, le respondió. El administrador le dijo: “Toma tu recibo, siéntate en seguida y anota diez”.

Después preguntó a otro: “Y tú, ¿cuánto debes?” “Cuatrocientos quintales de trigo”, le respondió. El administrador le dijo: “Toma tu recibo y anota trescientos”.

Y el Señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz.

Pero yo os digo: Ganaos amigos con el dinero de la injusticia para que el día en que éste os falte, ellos os reciban en las morada eternas.

El que es fiel en lo poco también es fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo poco también es deshonesto en lo mucho. Si no sois fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién os confiará el verdadero bien? Y si no sois fieles con lo ajeno, ¿quién os confiará lo que os pertenece?

Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecer a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menos preciará al segundo. No se puede servir a Dios y al dinero».

Palabra del Señor.

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