martes, 15 de mayo de 2012

¿Para qué ser sacerdote?

En las últimas ordenaciones sacerdotales que confirió Su Santidad, Benedicto XVI, destacan tres párrafos que deberían enmarcarse en letras de oro porque reflejan la esencia del sacerdocio católico, hoy tremendamente desfigurado en el sentir de muchas parroquias.

Hoy, parece que es más guay el cura que no celebra la Misa por estar en miles de "cositas" y se pone un mono de faena para hacer trabajos manuales. Que no digo que no haya que hacerlos. Es más, si es necesario, es necesario y punto... Pero no es lo esencial del sacerdote.

Parece que el sacerdote mejor es el que lleva mil grupos y tiene cien mil iniciativas, pero si todo eso no sirve para introducir a la gente en el Sacrificio del altar, no sirve para nada. Cuántos grupos de jóvenes conocemos, que eran muchísimos, el cura era fantástico, pero no conseguimos que vayan a Misa y se confiesen y cuando cambian las tornas, todo el mundo desaparece. 

Dice el Papa a quienes va a ordenar en pocos minutos:

" Este acontecimiento —la Pascua de Cristo—, en el que se realiza plena y definitivamente la obra pastoral de Dios, es un acontecimiento sacrificial: por ello el Buen Pastor y el Sumo Sacerdote coinciden en la persona de Jesús que ha dado la vida por nosotros."

 Esto es, que toda la obra de la salvación se consuma y lleva a su plenituden la muerte muerte en Cruz y Resurrección de Jesús.


  "En efecto, el presbítero está llamado a vivir en sí mismo lo que experimentó Jesús en primera persona, esto es, entregarse plenamente a la predicación y a la sanación del hombre de todo mal de cuerpo y espíritu, y después, al final, resumir todo en el gesto supremo de «dar la vida» por los hombres, gesto que halla su expresión sacramental en la Eucaristía, memorial perpetuo de la Pascua de Jesús. Es sólo a través de esta «puerta» del sacrificio pascual por donde los hombres y las mujeres de todo tiempo y lugar pueden entrar a la vida eterna; es a través de esta «vía santa» como pueden cumplir el éxodo que les conduce a la «tierra prometida» de la verdadera libertad, a las «verdes praderas» de la paz y de la alegría sin fin (cf. Jn 10, 7. 9; Sal 77, 14. 20-21; Sal 23, 2). "


El verdadero camino del sacerdote es el mismo que el de Cristo: hacer en su vida lo que realiza en la Eucaristía. Sólo así es posible salvar al hombre del pecado y darle la vida en abundancia que nos ha obtenido Cristo con su Pasión, Muerte y Resurrección.



 "Queridos ordenandos: que esta Palabra de Dios ilumine toda vuestra vida. Y cuando el peso de la cruz se haga más duro, sabed que esa es la hora más preciosa, para vosotros y para las personas a vosotros encomendadas."

¡Qué maravilla las palabras del Papa! Cómo alientan en la lucha... Pero qué difícil es, qué necesario es que el sacerdote se una a Cristo y se enamore de Él. ¿Cómo sino vamos a poder encontrar "preciosa" la hora de la Cruz?

Rezad mucho por los curas... POR FAVOR.

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