martes, 27 de noviembre de 2012

La labor del catequista

¡Son los héroes de la Iglesia actualmente!

Son los ejércitos llenos de esperanza que batallan cada día por salvar a unos niños que no tienen la culpa de no tener fe. Son la razón de mi perseverancia en las catequesis. Son los que me hacen ver que es posible evangelizar a una generación saltando por encima de sus padres...

Todos los días de catequesis, en mi parroquia, tenemos encuentros con los catequistas por niveles. Os voy a contar un caso. Acabo de estar con una catequista -da catequesis a chavales que están en el segundo curso, harán la comunión el próximo año- que sólo un chaval de su grupo va a Misa. Todo su afán es conseguir que estos niños puedan ver a Jesús en sus vidas. Es algo impresionante ver su esfuerzo y cómo reza por ellos.

Estamos en el Año de la Fe. Realmente, las catequesis deberían darse sólo a niños que ya estén evangelizados, pero de hecho la inmensa mayoría vienen sin la menor experiencia de fe porque sus padres se la han negado. Son padres que no rezan con sus hijos, que no van a Misa y que encima se ríen de las verdades de la fe y les dicen a sus hijos: "Son chorradas de los curas y de cuatro beatorras".

De las entrañas de Torquemada que llevo dentro me dan ganas de echarlos a palos de la parroquia y que se metan a sus hijos por... Eso es lo que le sale al animal que llevo en mí. Luego rezas, hablas con los catequistas y te das cuenta de que las catequesis ya no pueden ser una enseñanza para los que se han convertido y piden los sacramentos. Realmente, las catequesis son una gran oportunidad de conversión para los niños y para sus padres.

De vez en cuando, observas cómo un chaval consigue a rrastrar a sus padres a Misa un Domingo, incluso un par de familias siguen viniendo a Misa porque le han encontrado el sentido a lo largo de las catequesis. No habo de las familias que viven su fe maravillosamente, sino de auténticos fenómenos de conversión. Tenemos dos alternativas: vivir de fe y considerar que eso es posible y entonces alentarlo o pasar porque para dos casos no me compensa y dejarlo todo con cierta desgana. Cumplir nuestra tarea sin que nos duela o crucificarnos por estos chavales y por los [...] de sus padres, dnado a Dios la posibilidad de entrar en sus vidas.

Entonces, ¿qué hacer? Pues mira, yo me estoy planteando seriamente cambiar el sistema de catequesis. Sí, seguir usando los temas del obispado -para eso el obispo es el responsable último de la catequesis y puede mandar usar unos materiales en vez de otros... (bla, bla, bla, bla...)-. Usaremos lo que tengamos que usar, pero ya no me importa tanto que los chavales se sepan las cosas... Creo que cada vez es más importante tocar el corazón, usar los sentimientos y enseñarles una experiencia sensible de Dios. Es lo único que puede llamarles la atención. Ya no se trata de enseñarles. ¿Qué puedes enseñar a alguien que no siente interés alguno? Se trata de seducirles.

Dios mío, bendice a los catequistas de todas las parroquias y especialmente a los míos. Seducir no sólo a los niños, sino a sus padres y si para eso tenemos que hacer el payaso, lo haremos. Y si la homilía te tienes que disfrazar -que tanto han criticado a Lezama por eso...- te disfrazas. Si así conseguimos que un niño disfrute de la catequesis y sus padres lo traigan con alegría... ¡Bendito sea Dios!

La labor actual del catequista no es tanto enseñar como seducir y mostrar a los niños y a sus padres la maravilla que es vivir con Jesús. Evangelizar. Ojalá pudiéramos formar, pero si hay que elegir, prefiero evangelizar.

Un abrazo

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Genial!! Toda la razón!! Es mi primer año como catequista y cueeeessssstaaaa muchísimo! Pero desde ya veo que vale dejar la vida en esto

    ResponderEliminar