Hoy me ha dado un bajonazo. Parece mentira, ha sido como si volviera a tener 15 años y una falta clara de personalidad, pero a veces, pasan estas cosas. Hoy me he dado cuenta de que hay personas a las que he podido hacer daño sin querer, tratando de ayudarles y que metiendo la pata les he puesto en una tesitura muy difícil.
Te metes en la parroquia, lo que quieres es servir a mucha gente y hacer mucho bien con el poco tiempo que se nos ha concedido y no te paras a ver que en ocasiones las personas necesitan tiempo para procesar las cosas y se encuentran con una bestia que se les tira al cuello.
Te metes en la parroquia, lo que quieres es servir a mucha gente y hacer mucho bien con el poco tiempo que se nos ha concedido y no te paras a ver que en ocasiones las personas necesitan tiempo para procesar las cosas y se encuentran con una bestia que se les tira al cuello.
No voy a contar los diferentes casos, pero por mi carácter duro, en lo que llevamos de curso he podido "echar" de la parroquia por lo menos a 6 personas. Son personas que nunca me van a decir en qué les he fallado, pero que posiblemente no pueda volver a tratarles pastoralmente.
Son ocasiones en las que uno se plantea cambiar, pero por mucho que lo intente, la cabra tira al monte. Gracias a Dios, la Iglesia es más grande que mis manos, con lo que muy fácilmente puedan encontrar otro lugar donde crecer, pero eso no me exime de mi responsabilidad. No me puedo permitir perder a ninguno de los que Dios me ha dado, ha puesto en mis manos y a veces me falta la paciencia. A veces pierdo los nervios o me sale el viejo "numerario" como yo le llamo y tiendo a presionar más de la cuenta y a perseguir a cada uno.
Muchas veces uno no sabe qué hacer. A veces te quedas corto y otras te pasas de largo... ¡Qué le vamos a hacer! No somos Dios para leer lo que cada uno necesita y hacemos lo que podemos. Una cosa sí diré: Nunca pretendes hacer daño, sino buscar lo que cada uno necesita y crees que puedes facilitárselo. En determinados momentos crees que si persigues un poco, la persona puede darse cuenta de que te interesas, otras crees que necesita espacio y te equivocas... Si cada uno contáramos las cosas y pidiéramos ayuda todo sería más fácil. Entre susceptibilidades personales y que a veces parece que hay que intuir las cosas, acaba pareciendo que no me caso con ninguna para casarme con todas... ¡Por Dios!
Es que tenías que haberte dado cuenta... Es que hay cosas que tienes que recordar... Es que no me haces caso... Es que me agobias...
¡Basta por el Amor de Dios! Cultivemos un poco de hombría, que a veces los jóvenes son peores que las niñas: Me has dicho..., no me has dicho..., no me llamaste...
Al final, sinceramente, no soy un hombre dotado de gran psicología. No capto las insinuaciones, ni las indirectas... Quizás el problema es que no tengo tiempo de pensar demasiado las cosas. Soy bastante rudo al hablar y tremendamente directo. Lo que más valoro es la nobleza y la lealtad. Si alguien necesita algo, me romperé el alma para conseguírselo, pero necesito que me digan las cosas.
Si te agobio, dímelo. Si crees que necesitas más atención, dímelo. Que no me he casado contigo y no tengo por qué adivinarlo. Yo soy de Dios y Dios me dice las cosas bastante claritas. Si quieres cariñitos, cómprate un oso de peluche. A mí búscame para que te de a Dios. Eso sí que te lo puedo dar.
Aún así, pese a hacer lo que puedo, nadie me quita que de vez en cuando me equivoque o peque, directamente, y te haga daño. Perdóname, pero no creas que lo hago con mala intención. Prefiero que te pongas delante de mí y me digas qué te he hecho a que me vengas con indirectas que no voy a saber captar.
Ya me gustaría tener todo el tiempo del mundo, pero cada vez tengo que reducirme más a lo estrictamente necesario. Apenas podemos ya disfrutar tranquilamente porque gracias a Dios tenemos demasiado trabajo. ¡Bendito sea el Señor! Seguiremos haciendo lo que podamos. Simplemente espero que Dios me de cada vez más luces para meter menos la pata, hacer menos daño y que por lo menos quien se vaya ofendido encuentren al Señor aunque sea en la parroquia de San Miguel... Je, je, je...
Muchas veces uno no sabe qué hacer. A veces te quedas corto y otras te pasas de largo... ¡Qué le vamos a hacer! No somos Dios para leer lo que cada uno necesita y hacemos lo que podemos. Una cosa sí diré: Nunca pretendes hacer daño, sino buscar lo que cada uno necesita y crees que puedes facilitárselo. En determinados momentos crees que si persigues un poco, la persona puede darse cuenta de que te interesas, otras crees que necesita espacio y te equivocas... Si cada uno contáramos las cosas y pidiéramos ayuda todo sería más fácil. Entre susceptibilidades personales y que a veces parece que hay que intuir las cosas, acaba pareciendo que no me caso con ninguna para casarme con todas... ¡Por Dios!
Es que tenías que haberte dado cuenta... Es que hay cosas que tienes que recordar... Es que no me haces caso... Es que me agobias...
¡Basta por el Amor de Dios! Cultivemos un poco de hombría, que a veces los jóvenes son peores que las niñas: Me has dicho..., no me has dicho..., no me llamaste...
Al final, sinceramente, no soy un hombre dotado de gran psicología. No capto las insinuaciones, ni las indirectas... Quizás el problema es que no tengo tiempo de pensar demasiado las cosas. Soy bastante rudo al hablar y tremendamente directo. Lo que más valoro es la nobleza y la lealtad. Si alguien necesita algo, me romperé el alma para conseguírselo, pero necesito que me digan las cosas.
Si te agobio, dímelo. Si crees que necesitas más atención, dímelo. Que no me he casado contigo y no tengo por qué adivinarlo. Yo soy de Dios y Dios me dice las cosas bastante claritas. Si quieres cariñitos, cómprate un oso de peluche. A mí búscame para que te de a Dios. Eso sí que te lo puedo dar.
Aún así, pese a hacer lo que puedo, nadie me quita que de vez en cuando me equivoque o peque, directamente, y te haga daño. Perdóname, pero no creas que lo hago con mala intención. Prefiero que te pongas delante de mí y me digas qué te he hecho a que me vengas con indirectas que no voy a saber captar.
Ya me gustaría tener todo el tiempo del mundo, pero cada vez tengo que reducirme más a lo estrictamente necesario. Apenas podemos ya disfrutar tranquilamente porque gracias a Dios tenemos demasiado trabajo. ¡Bendito sea el Señor! Seguiremos haciendo lo que podamos. Simplemente espero que Dios me de cada vez más luces para meter menos la pata, hacer menos daño y que por lo menos quien se vaya ofendido encuentren al Señor aunque sea en la parroquia de San Miguel... Je, je, je...
muy interesante el blog... y tus vivencias, es bueno compartirlas, no se si a alguien más, pero al menos ami me ayudarán estoy segura...
ResponderEliminarBendiciones