viernes, 21 de julio de 2023

Catequesis Juveniles tercero: LA ESPERANZA

 LA ESPERANZA COMO VIRTUD TEOLOGAL:

Dice el Catecismo de la Iglesia Católica:

"1817. La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo. “Mantengamos firme la confesión de la esperanza, pues fiel es el autor de la promesa” (Hb 10,23).  “El Espíritu Santo que Él derramó sobre nosotros con largueza por medio de Jesucristo nuestro Salvador para que, justificados por su gracia, fuésemos constituidos herederos, en esperanza, de vida eterna” (Tt 3, 6-7)."

Uno que no desee el cielo no tiene esperanza cristiana. En el fondo, la esperanza es desear estar en plena comunión con Dios y llegar a gozar de su presencia eternamente. Vivir ya siendo inasequibles al pecado, en santidad, gozando del amor de Dios y amando como Dios definitivamente y para siempre. Eso es el cielo.

Mi alegría ya no es que las cosas salgan bien, sino agradar a Dios y gozar de Él.

Confiar en que esto es posible no por mi méritos, sino porque Cristo me lo ha prometido y fiado en la fuerza de su gracia, que lo va a hacer posible. Sé que aunque parezca que no puedo, Dios va a hacer su obra y sus maravillas conmigo y con vosotros. Por eso, doy prioridad a buscar la gracia de Dios, por encima de cualquier otra consideración.

"1818 La virtud de la esperanza corresponde al anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón de todo hombre; asume las esperanzas que inspiran las actividades de los hombres; las purifica para ordenarlas al Reino de los cielos; protege del desaliento; sostiene en todo desfallecimiento; dilata el corazón en la espera de la bienaventuranza eterna. El impulso de la esperanza preserva del egoísmo y conduce a la dicha de la caridad."

La virtud de la esperanza nace del deseo de felicidad con el que Dios nos ha creado. Asume todas las esperanzas humanas de las actividades que llevamos a cabo y las purifica. Protege de la amargura, del cansancio existencial, agranda el corazón para que desee el cielo. La esperanza es la antesala de la caridad, prepara el corazón y lo alegra con el gozo de haber alcanzado a Dios y preserva del egoísmo.

"1819 La esperanza cristiana recoge y perfecciona la esperanza del pueblo elegido que tiene su origen y su modelo en la esperanza de Abraham en las promesas de Dios; esperanza colmada en Isaac y purificada por la prueba del sacrificio (cf Gn 17, 4-8; 22, 1-18). “Esperando contra toda esperanza, creyó y fue hecho padre de muchas naciones” (Rm 4, 18)."

La esperanza cristiana es la perfección de aquella esperanza que ya el Pueblo de Israel empezó a vivir, anhelando las promesas de Dios en el Antiguo Testamento.

"1820 La esperanza cristiana se manifiesta desde el comienzo de la predicación de Jesús en la proclamación de las bienaventuranzas. Las bienaventuranzas elevan nuestra esperanza hacia el cielo como hacia la nueva tierra prometida; trazan el camino hacia ella a través de las pruebas que esperan a los discípulos de Jesús. Pero por los méritos de Jesucristo y de su pasión, Dios nos guarda en “la esperanza que no falla” (Rm 5, 5). La esperanza es “el ancla del alma”, segura y firme, que penetra... “a donde entró por nosotros como precursor Jesús” (Hb 6, 19-20). Es también un arma que nos protege en el combate de la salvación: “Revistamos la coraza de la fe y de la caridad, con el yelmo de la esperanza de salvación” (1 Ts 5, 8). Nos procura el gozo en la prueba misma: “Con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación” (Rm 12, 12). Se expresa y se alimenta en la oración, particularmente en la del Padre Nuestro, resumen de todo lo que la esperanza nos hace desear."

La manifestación plena de la esperanza son las bienaventuranzas, aquellas sentencias con las que Cristo nos enseña que vamos a ir al cielo si somos pobres, si sabemos llorar... Son el camino al cielo. Al final, quien tiene esperanza sabe subirse con Cristo a la Cruz, deseando con todas sus fuerzas el Cielo. Da igual lo que aquí tengamos que pasar. Quien tiene esperanza, sabe aferrarse a Cristo, sin soltarse, hasta llegar al Reino de los Cielos. Incluso en las pruebas y dificultades sabe encontrar la alegría de saberse con Jesús y ésta es la máxima alegría del que tiene esperanza.

"1821 Podemos, por tanto, esperar la gloria del cielo prometida por Dios a los que le aman (cf Rm 8, 28-30) y hacen su voluntad (cf Mt 7, 21). En toda circunstancia, cada uno debe esperar, con la gracia de Dios, “perseverar hasta el fin” (cf Mt 10, 22; cf Concilio de Trento: DS 1541) y obtener el gozo del cielo, como eterna recompensa de Dios por las obras buenas realizadas con la gracia de Cristo. En la esperanza, la Iglesia implora que “todos los hombres [...] se salven” (1Tm 2, 4). Espera estar en la gloria del cielo unida a Cristo, su esposo:

«Espera, espera, que no sabes cuándo vendrá el día ni la hora. Vela con cuidado, que todo se pasa con brevedad, aunque tu deseo hace lo cierto dudoso, y el tiempo breve largo. Mira que mientras más peleares, más mostrarás el amor que tienes a tu Dios y más te gozarás con tu Amado con gozo y deleite que no puede tener fin» (Santa Teresa de Jesús, Exclamaciones del alma a Dios, 15, 3)"

Amar a Dios y hacer su voluntad es lo que nos lleva a esperar el Cielo, si perseveramos hasta el final. No importa las veces que caigas, no importa cumplir objetivos, sino luchar todos los días de nuestra vida, esperando que Dios venga a nuestro encuentro. De hecho, la esperanza incluye trabajar por la salvación de todos. Esperamos no sólo llegar nosotros al cielo, sino llevarnos a todos con nosotros a la casa del Padre.


Vemos que la esperanza es:

1. una virtud infundida por Dios;

2. una virtud operativa, porque tenemos fe luchamos todos los días por llegar al cielo, amando a Dios y cumpliendo su voluntad;

3. es confiar en la salvación que Dios nos da por su gracia, no pensar que todo vaya a salir como yo quiero;

4. estar alegre incluso en las pruebas y contradicciones;

5. nace de la fe y nos lleva a la caridad;

6. Virtud apostólica, nos lleva a desear el cielo también para todos.


Preguntas para la catequesis:

1.- ¿Alguna vez me planteo que el fin de nuestra fe es llegar a entrar en comunión con Dios en el cielo?

2.- ¿Vivo con esperanza o me desespero por mi incapacidad, mis pecados....?

3.- ¿Lucho todos los días por vivir en gracia, por beneficiarme de todos estos regalos de la misericordia de Dios? ¿O me centro sólo en mis logros personales, mi trabajo, mis estudios?

4.- ¿Hago apostolado, evangelizo o bien no espero que nadie pueda vivir con Jesús?

5.- ¿Confundo la esperanza con pensar que sólo por ser cristiano todo me va a salir bien en la vida?









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