miércoles, 20 de abril de 2011

¿Una pérdida de tiempo y de energías sacerdotales?


Estoy en dos parroquias céntricas de Madrid, soy capellán de Ciencias de la Información y echo una mano en las Congregaciones Marianas de la Asunción. Esto último, sin nombramiento, es decir, la Iglesia no me ha enviado allí. Me pidieron ayuda y acudí.

De no ser por la Congre, me estaría subiendo por las paredes. Sencillamente, no tendría apenas nada que hacer. Cuando un cura se ordena, quiere salvar al mundo, hacer apostolado, fajarse y trabajar como un loco. Hoy me encuentro conque la Iglesia no me aprovecha.
A veces me dan ganas de irme de la diócesis a Argentina, donde Don Fernando María Bargalló me pidió ayuda. Es una diócesis pobre de más de tres millones de fieles, con sólo treinta y tres curas hace cinco años.

Pues bien, pedí que mi obispo Don Antonio María Rouco Varela me dejara ir para allá y no me lo permitió. Yo hacía mucha falta en Madrid.

Repito, estoy en dos parroquias que en total no tienen más de dos mil fieles que no necesitan un cura. Ésta es mi  misión canónica. A cualquiera le podría parecer una pérdida de tiempo y, a veces, yo mismo me lamento soñando con romperme el pecho a trabajar.

Cuando llegué me dijeron que este destino era provisional y me aseguraron que este mes de junio (cuando hiciera dos años) me cambiarían a una parroquia con mucha actividad. Venía aquí a terminar de curarme. Hace poco me he enterado de que seguramente me quede aquí de vicario parroquial durante algunos años más y que posiblemente no pueda seguir echando una mano en la congre por celebrar las bodas de Santa Bárbara. ¡Vaya fastidio!

Os voy a contar una historia:

Cierto día a un joven sacerdote enamorado de Cristo, le dieron un destino pastoral. Iba de párroco al último villorrio de su nación, una parroquia pobre, infeliz y tremendamente fría en práctica religiosa. Tendría sólo 370 feligreses (yo tengo algo más de 2000)  y sólo un varón y unas pocas mujerucas acudían a Misa los domingos (en mi parroquia cada mes aumentan los que van a Misa los días de diario). Su antecesor dejó escrito: "las gentes de esta parroquia en lo único que se diferencian de los paganos es en que están bautizados". El pueblucho estaba, por el contrario, lleno de bares y discotecas...

Este curita en cuestión, se pasó 41 años de párroco de este pueblo y a su muerte sólo faltaba a Misa un hombre.

¿Cuál fue su secreto? Se propuso un triple método de evangelización: Rezar mucho. Sacrificarse lo máximo posible, y hablar fuerte y duro.

Con el paso de los años, no sólo convirtió a aquellos brutos en cristianos fervientes, sino que gentes de toda Francia y Europa peregrinaban a Ars para hacer cola durante tres semanas hasta que conseguían confesarse con el Santo Cura de Ars durante unos pocos minutos.


¡No es cuestión de lo que tengo que hacer, sino de cuánto puedo amar!


¡Qué bueno es Dios! Comenzaba este artículo quejándome de mi destino pastoral y Dios me ha conducido hasta el bueno de Juan María Vianney.

Moraleja: Por muy estúpido que sea, siempre puedo ser más santo.

Un fuerte abrazo... que no busquemos éxitos, que busquemos la Voluntad de Dios.

4 comentarios:

  1. Hola, Jose Enrique:

    ¡Qué alegría tenerte fichado por estos lares!

    Un fuerte abrazo y como prometo a todos mis comentaristas, ya estoy rezando un Avemaría por ti.

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  2. Cada vez que le escucho que no tiene nada que hacer no sabe la rabia que me da!.
    Pero bueno, cuando se va a meter en la cabeza que no todo se ve y se toca?
    Menos mal que luego ha enderezado el tema con el cura de Ars.
    Hay mucha gente que nos cuestionamos si esto sirve de algo, si no estaré loca metida en semejante lío y nos hace falta gente como usted, que está donde no quiere estar, pero que está por Alguien.

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  3. A veces cuando uno escribe, tiene que ser pelín desgarrado para que la gente enganche. Tengo bastante claras las cosas, ¡no te preocupes!, pero a veces nuestros bajones pueden servir para ayudar a alguien. Por eso escribo. Si sólo fuera para quejarme, no escribiría una línea. Acudiría a mi director espiritual. No te preocupes, mujer...
    Cada vez que veas una entrada, al final, termina bien. Que para contar desgracias están los confesonarios ¡Que no te de rabia!
    Por supuesto que sirve, tanto como la Cruz. Una Cruz que llevamos con estilo y con garbo, tal y como somos, ¿verdad? Con alegría de que Dios nos de algo de confianza.

    Ya sabes que tienes un Avemaría only for you!

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