martes, 29 de enero de 2013

(Mc. 1, 43- 45) Jesús despide al leproso

Comenzamos nuestro ratito de oración poniéndonos en presencia de Dios como solemos y le suplicamos que el Espíritu Santo descienda sobre nosotros para que podamos amarle más y servirle mejor, todos los días de nuestra vida.
Es espectacular poder disfrutar de estos ratitos junto al Señor. Hay veces que sin más preliminares tomamos su Palabra porque, por lo menos me pasa a mí, ya no tengo nada que contarle y prefiero que sea Él quien me hable. Tengo tanto que preguntarle, hay tanto que conocer de lo que Él quiere y piensa... ¡que para qué voy a perder tiempo contándole lo que ya sabe!...

El otro día dejábamos a Jesús con el leproso recién curado. Y ahora nos encontramos que Jesús le dice...


43. Le despidió al instante prohibiéndole severamente:
44. «Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio.»
45. Pero él, así que se fue, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que ya no podía Jesús presentarse en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y acudían a él de todas partes.


Le prohíbe severamente que se lo diga a nadie. ¿Por qué esea secretismo de Jesús? Pues muy sencillo. Si todos pregonan los milagros de Jesús van a acudir a Él para que les solucione la vida y ya no va a poder predicar, anunciar el Evangelio y sobretodo mostrarnos la misericordia de Dios. Jesus no quiere obrar portentos, quiere realizar signos de que la salvación está ya entre nosotros. No le interesa tanto curar los cuerpos como los corazones desgarrados.


De hecho, en cuanto esta persona se pone a pregonar por todas partes lo que Jesús ha hecho, ya no podía entrar en ninguna ciudad y tenía que quedarse a las afueras... Por la falta de obediencia de un hombre. ¡Cuándo aprenderemos a obedecer! Este hombre creyó que lo hacía por humildad y metió la pata hasta el fondo. Cuántas veces ocurre que por desobedecer una orden que consideras que es contraproducente destrozas las posibilidades apostólicas en un lugar. Piensa que si alguien ha sido constituído en autoridad es porque sabe más que tú. Acepta con humildad lo que se te diga y no quieras ser más listo que Dios.

Menos mal que se lo prohibió con severidad, si no ¡este hombre curado por Jesús habría revolucionado Palestina entera!

Es curioso, entonces Jesús mandaba que no dijeran nada... y no le hacían caso. Todos iban gritando lo que Jesús había hecho. Hoy es al revés, tenemos su mandato imperativo de "id al mundo entero y anunciad el evangelio"y aquí no se mueve ni Perry. ¡Qué desolación! ¿Cuándo te haremos caso, Señor? Ojalá suscites en nosotros esas ansias de salir al encuentro de todo el mundo anunciando a voz en cuello lo que Jesús ha hecho por nosotros.

Lo que antes era un secreto, hoy ya podemos y debemos anunciarlo a los cuatro vientos. En aquella época, Jesús exigía silencio porque todavía no había llegado la Hora de la Cruz. Se podía malinterpretar sus acciones y podían buscarle como rey terrenal. Hoy, ya tenemos la sabiduría de la Cruz. sabemos que Cristo reina desde la pobreza y la sencillez y ha llegado la hora de que todo el mundo lo proclame como el Hijo de Dios que tenía que venir y convirtiéndose a Él se salven.

Señor, ¿qué pensaste cuando te diste cuenta de lo que había provocado este hombre? Pues seguramente, mucha compasión por todas las personas que se quedaron sin oír tu Palabra. ¿Qué piensas, Señor, cuando yo no obedezco? ¿Cuánta gente no ha podido acercarse a ti por mi culpa? Perdóname, Señor.  Ojalá sea instrumento de tu presencia, en vez del culpable por quien la gente se aleja. ¡Cuántas veces por mi carácter he podido alejar a alguien! Dios mío, perdóname.

Es impresionante que tengamos la capacidad de acercar o alejar personas de Jesús. ¿Cómo es posible que te hayas fiado tanto de nosotros?, ¿cómo es posible que me hayas confiado a mí el depósito de la fe para darlo a conocer a tus hijos?

Dios te necesita para perpetuar su salvación, Cristo te necesita porque sin tu voz Él está mudo. Él ha querido contar con nosotros. La salvación del mundo pasa por nuestras manos. ¡Qúe gran responsabilidad! Dios mío no me sueltes de tu mano, concédeme tu Espíritu para que siempre sea fiel y socórreme en mis miserias. Que mis pecados no conduzcan a nadie a renegar de Ti, sino que viendo mis miserias se den cuenta de que aún  en ellas Tú actúas con gran poder.

Dice el evangelio que el Señor ya no podía entrar en las ciudades y que tenía que quedarse fuera, "en lugares solitarios". Realmente, hoy pasa como ayer. Jesús está fuera, en lugares solitarios y para buscarle tienes que salir de tu egoísmo, de tu soberbia, de tu búsqueda de tus propias necesidades. Es necesario salir de la "ciudad" para encontrarse con Jesús. Parece mentira que Él ha venido para estar con nosotros y que nosotros hayamos expulsado a Dios de nuestro lado porque siempre que le buscamos sea para que nos arregle la vida. Él no quiere eso, no busca ser el "chapuzas" de nuestra vida. Quiere ser el Señor de tu vida. La diferencia fundamental estriba en que algunos buscan a Jesús para que les resuelva su vida. Esto es, ellos saben muy bien qué quieren de la vida y buscan la bendición de Jesús. Los cristianos de verdad se acercan al Señor no para decirle lo que ellos quieren de Él, sino para que Jesús les diga lo que quiere de ellos. ¿Tú en cuál te encuadras? ¿Tiene que irse Jesús de tus ocupaciones diarias, de tu trabajo, de tu familia y esperarte en el desierto para luego satisfacer lo que quieras pedirle? ¿O te encuentra en todo momento atento a escucharle y a cumplir su Voluntad?

Dios mío, te suplico que nunca sea tan estúpido como para hacer mi proyecto al margen de Ti y luego te busque para que me resuelvas la papeleta. ¡Cuántas veces lo hago incluso siendo cura! y me embarco en proyectos, grupos, reuniones... sin consultarte a Ti, incluso buscándome a mí mismo, bucando mi vanagloria, quedar bien... En ese momento te estoy expulsando de mi ministerio sacerdotal y te quedas en lugares solitarios esperando que te necesite.

¡Qué tonto soy! Dios mío dame luces para abandonarme en tus brazos. Sólo quiero vivir contigo, cumplir tu Voluntad. Que mi ministerio sea servirte a Ti en mis hermanos y no servir a mis hermanos por mi propia satisfacción de ver lo bien que hago todo.

Cuando me ordené, me mandaron a una parroquia donde estaba colaborando un sacerdote fantástico, muy mayor, que había sido todo en la diócesis y ahora todo el mundo le había olvidado. Pues bien, cuando este amigo mío, don Secundino Jiménez Rodrigo estaba para morir, me decía en guasa: "Me he pasado la vida queriendo que Dios haga lo que a mí me diera la gana... ¡Y al final lo he conseguido!" Y se reía y tosía... Yo creo que ahora se estará riendo.

Me solía contar que santa Teresa de Lisieux decía al morir que se había pasado la vida intentado que su voluntad se adecuara a la Voluntad de Dios y que por fin lo logró al final y por eso él me decía eso. En el fondo era lo mismo que Santa Teresa, pero él lo convertía en una broma haciendo ver que no era santo, sino todo lo contrario. ¡Cuánto he aprendido yo de este sacerdote!

Pues bien, se trata de esto: ¿Quieres cumplir su Voluntad o que Él cumpla la tuya? Tú verás qué será lo que más te conviene. Jesús se deja expulsar al desierto, se deja expulsar de tu vida y aún se deja encontrar para que puedas pedirle lo que sea, una vez que salgas de tu propio egoísmo... ¡Qué grande es, cómo nos quiere!

Como decía Alexia, una niña de 14 años que murió con una sonrisa y super-feliz, "Jesús que yo haga siempre lo que Tú quieras".

Por otro lado, me inspira muchísimo ese estar el Señor en lugares apartados, como la foto que he elegido para esta entrada. ¿Qué pinta una misión en el desierto?, ¿qué pintan los critianos y los misioneros en lugares donde nadie quiere oir la Palabra de Dios?

Había una vez un fraile que se ponía todos los días en la plaza del pueblo a predicar y jamás nadie le escuchaba. Cierto día, el alcalde le conminó: "¡Oiga, padre! Ya ve que nadie le escucha, ¿por qué siempre está aquí dando la barrila? Váyase a su casa y descanse o haga otra cosa más provechosa".

A lo que contestó el sacerdote: "Mira, hijo mío, yo no he venido por propia voluntad, sino que Dios mismo me ha enviado a vosotros. Si porque no me escuchéis yo incumplo mi vocación y me voy, entonces sois vosotros los que me habríais influido a mí y no al revés. Lo que Dios me ha pedido es que os predique, no que tenga éxito".

Ese día el pueblo comenzó a cambiar.

Piensa si tú te habrías ido. ¿Cuántas veces te han mandado a la porra cuando has intentado buscar lo mejor para tus amigos? ¿Cuántas veces te has dejado influir por el desánimo y has dejado de evangelizar porque nadie te haga caso? ¡Lo nuestro es evangelizar, no triunfar! El éxito sólo es de Dios, lo mío es ser fiel. Hacer lo que Él me pida, éso es lo que a mí me corresponde.

Vamos terminando ya nuestro ratito de oración, le damos gracias a Dios por todo y rezamos un avemaría, que sea nuestra Madre la que nos conceda siempre y en todo "hacer lo que Él os diga", como siempre nos aconseja.

Un abrazo muy fuerte.

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