Hay ocasiones en las que llevas días durmiendo mal por tonto, por no dejar para otro día algo que podrías relegar perfectamente y terminas agotado. Con sueño, dolor de cabeza, con ganas de que todo el mundo te deje en paz. Son días en que si te descuidas tratas con menos cariño a los feligreses...
Encima, es justo es esas ocasiones cuando te vienen encima los problemas, quizás motivados porque estás más cansado y bajas la guardia.
Y es que, a veces, los curas tenemos la culpa de todo. Me viene una persona y me dice que va a dejar el grupo porque esperaba más de mí, porque no doy la talla, porque no vivo lo que predico... ¡Y tiene toda la razón! Le he pedido perdón, le he dicho que si hubiera hablado antes conmigo podríamos haberlo solucionado, le he dicho que quiero enmendarme... Pero nada. Quiere dejar el grupo porque se ha escandalizado y considera que no se trata de mejorar es que hay ciertas cosas que no deberían tener que mejorar. Que hago daño a la sensibilidad y que hay bromas que no se pueden hacer.
Pues bien, hasta allí podía ir. Esa reacción es desproporcionada e injusta. Todos tenemos derecho a meter la pata, incluso los curas, sobretodo cuando tienes la firme voluntad de corregirte. Otra cosa es que hay personas que se pasan la vida buscando excusas para no dar un paso. Es el manido tema de: "¿Para qué voy a ir a Misa cuando los que van son tan malos?". Sinceramente, yo no voy a Misa porque los cristianos sean muy buenos, sino porque necesito acercarme a Cristo. aunque nadie le buscara, yo trataría de acercarme a Él porque le quiero, al margen de que todos en la Iglesia seamos unos pecadores empedernidos... ¡Y lo somos! Barro, pero barro enamorado.
Así que si os molesto, si os hago daño... ¡Perdonadme, por el amor de Dios! Y antes de nada, decídmelo, para que me pueda corregir... Pero si no queréis perdonadme... ¡Es vuestro problema! Yo, me confesaré, trataré cada día de mejorar (muchas veces sin conseguirlo) y me basta conque mi Señor me mire con una sonrisa. Que tú me juzgues me importa tan poco como cuando me alabas. Me da pena por ti, porque pierdes una ocasión de oro y porque nunca vas a encontrar la comunidad que buscas... porque no existe. Ojalá me equivoque; por tu bien; pero hace muchos siglos que los cátaros, los puros y los perfectos desaparecieron de la faz de la tierra.
En fin, ya sabes que siempre tendrás abiertas las puertas de la parroquia y del grupo que hoy rechazas por mi culpa (es cierto), pero ¿qué más puedo hacer para convencerte? No puedo borrar el pasado. No puedo callar las palabras, que tú consideras hirientes, y sólo fueron una broma que, tienes razón, no debí hacer. No quise hacerte daño. Pero no voy a revolvarme por el suelo. He hecho lo que he podido, ahora me sacudo el polvo del camino y sigo caminando con una sonrisa. Al fin y al cabo, ni tú me perteneces, ni yo te pertenezco. Somos de Dios y Dios te concede la libertad para volar. Pues, hija, vuela alto y muy lejos... Y ya me contarás si en algún lugar encuentras la comunidad perfecta. Yo, por mi parte, seguiré rezando por ti, es lo único que puedo hacer.
De todos modos, me vienen bien estos porrazos porque ya no me acosdaba de lo que era fracasar. Toda mi vida he estado en parroquias de fracaso, donde hiciera lo que hiciere, nunca conseguía lo que quería. En cambio, en esta parroquia por poco que siembres, cosechas a espuertas... Es una parroquia anhelante de Cristo y de Verdad y, como hacen apostolado, cada vez viene más gente. Así que uno tiende a pensar que es un cura formidable por lo mucho que trabaja. Estas cosas te dan la imagen de ti mismo. Te das cuenta de que sigues alejando a algunos por tus pecados... Dios mío, ¡cuánto tendré que expiar! Por un lado, te llenas de alegría por la misericordia del Señor y por otro, de dolor por el sufrimiento que causas a veces, sin otro motivo que tu estupidez. No me arrepiento de decir las verdades cuando hay que decirlas, de causar ese tipo de dolor que cura porque hace reaccionar a los tibios, sino de este otro dolor que te he causado a ti porque esperabas otra cosa de mí y te he defraudado.
Al final, sólo puedo decir a mi Dios: ¡Gracias, perdón... y ayúdame más!
De todos modos, me vienen bien estos porrazos porque ya no me acosdaba de lo que era fracasar. Toda mi vida he estado en parroquias de fracaso, donde hiciera lo que hiciere, nunca conseguía lo que quería. En cambio, en esta parroquia por poco que siembres, cosechas a espuertas... Es una parroquia anhelante de Cristo y de Verdad y, como hacen apostolado, cada vez viene más gente. Así que uno tiende a pensar que es un cura formidable por lo mucho que trabaja. Estas cosas te dan la imagen de ti mismo. Te das cuenta de que sigues alejando a algunos por tus pecados... Dios mío, ¡cuánto tendré que expiar! Por un lado, te llenas de alegría por la misericordia del Señor y por otro, de dolor por el sufrimiento que causas a veces, sin otro motivo que tu estupidez. No me arrepiento de decir las verdades cuando hay que decirlas, de causar ese tipo de dolor que cura porque hace reaccionar a los tibios, sino de este otro dolor que te he causado a ti porque esperabas otra cosa de mí y te he defraudado.
Al final, sólo puedo decir a mi Dios: ¡Gracias, perdón... y ayúdame más!
Don Borja,
ResponderEliminarNo se deje abatir, hombre. Para recibir una respuesta como la que le han dado tendría que haber hecho algo realmente grave, lo que me parece poco probable. Y aun así, no es la manera de decir las cosas. No conozco el caso concreto, pero me parece que debieron de decírselo de una forma más cristiana.
Como feligrés de la parroquia le conozco y es cierto que es usted "cañero". Es un estilo, hay otros muchos, y a cada persona le gusta uno más que otro. Incluso aunque tuviera usted mal carácter, que no creo que lo tenga especialmente, eso no ha de ser un impedimento a la santidad. San Francisco Javier era un gran santo pero tenía un carácter insoportable, y Santa Teresa de Jesús jamás tuvo problema alguno con la pureza, pero tenía un temperamento endiablado. Comparado con cualquiera de ellos, usted tiene un carácter angelical (lo digo afectuosamente).
Pero otra asunto es cuando el sacerdote, además de sus funciones sacerdotales básicas, se dedica a otras cosas no obligatorias, como ser director espiritual, llevar un grupo, etc. No todos valen para ello. El Espíritu da los carismas como quiere, y eso hay que aceptarlo amorosamente.
Pero cualquier sacerdote ha de llevar almas a Dios, y para ello no se requieren habilidades humanas fabulosas ni un carácter dulzón. Dios pone lo que falta.
Lo único que le puedo decir es que la Verdad es única, pero las personas no, por lo que como se trata de llevar a esas diversas personas a Dios, hay que pensar mucho en la parte humana y tener suficiente flexibilidad y comprensión. Lo cortés no quita lo valiente. Si las personas ven que se interesa por ellas de verdad y no sólo por hacer las cosas correctamente habrá ganado mucho. El rostro de Dios es el rostro de Cristo, y el rostro de Cristo está en las distintas personas.
Yo soy fruto de una de esas anteriores " parroquias de fracaso", de ese fracaso que nos imaginamos los hombres y que solo Dios ve. ( a veces afortunadamente porque si no , nos creeríamos que todo el mérito es nuestro).
ResponderEliminarSiempre me quedé con las ganas de decirle: " no se queje tanto de la ausencia de frutos de la parroquia!!! No ve que los parámetros de Dios no sin los nuestros?.
Le sigo por el blog y rezo.
Sigo " peleando " por estar ahí todos los días , en la
misa, en los ratos de oración .A lo mejor no le parece un fruto muy grande , pero todavía no me explico cómo se las ha ingeniado Dios para cambiar mi vida!!.
Yo haría una lectura positiva del tema. Mucho ánimo!
A ver, a ver... Tranquilidad y buenos alimentos. cuando hablo de parroquias de fracaso, hablo humanamente. es evidente que Dios nunca fracasa y que a nosotros sólo nos pide ser fieles. De hecho, mis parroquias anteriores les tengo un cariño extraordinario. En Santa Elena coloqué a más de 36 personas en el cielo con indulgencia plenaria y sacramentos recibidos conscientemente antes de fallecer. Eso, visto con ojos de fe es un exitazo. No sé si en esta parroquia podré hacer algo parecido. Son 36 personas a las que he llevado al Cielo, ésa es mi vocación.
EliminarCuando hablo de fracaso, me refiero a que no había quien levantara pastoralmente la parroquia. Los feligreses no querían formarse, ni grupos de oración, ni nada. Salvo unos pocos que eran la corona de la parroquia. Eran parroquias muy hechas a un estilo muy característico de mantenimiento sacramental y no pidas más. A eso me refiero. En esas parroquias conseguí que más de 12 adultos se econfirmaran, con catequesis individuales. Osea que sí hubo mucha gracia de Dios, sí hubo muchos triunfos sobrenaturales. Lo que es innegable es que humanamente sí podía hablarse de cierto "fracaso" pastoral.
Claro que todo es un gran triunfo, claro que estoy encantado con lo que viví allí y te digo que me llevo un gran recuerdo de mis feligreses de entonces. Les tomé muchísimo cariño e intenté servirles con todo mi corazón. Pero también te digo que de no ser por el colegio, por la Universidad y por la Congre me habría aburrido enormemente.
Un abrazo muy fuerte