Hay dos tipos de laicos y un tercero que me interesa...

Yo, sólo conozco en España tres tipos de laicos y dos de ellos constituyen una triste caricatura eclesial.

El primer grupo caricaturesco, lo compone la inmensa mayoría de la Iglesia española. Son laicos "adormecidos", acostumbrados a ir detrás de los curas. Esperan que desde el púlpito se aconseje acudir a una manifestación para asistir. Son los que piensan que no están llamados a nada, sino a cumplir los mandamientos y a no decir herejías.

El segundo grupo esperpéntico lo forma una minoría parasitaria, son los que escucharon que era la hora de los laicos y llenaron las sacristías. Aquellos que pensaron que un laico post-conciliar es el que tiene que pensar como un cura,sentir como un cura y vivir como un cura. Hasta hablan de temas clericales. Imitan a sus curas y hablan en contra de la jerarquía, como sus curas. Son los laicos clericales, una extraña simbiosis entre laico y cura estúpido. Sólo piensan en detentar mayores cuotas de poder en sus tristes y vacías parroquias, quizás porque en su vida han facasado y sólo en la "clericalia" se sienten realizados. Perdónenme, pero es que este grupo me parece especialmente dañino. Los primeros son cristianos que no han oído, muchas veces porque sus curas no lo saben tampoco, que están llamados a algo más; pero es que este grupo es enfermizo y patológico. Es una burda caricatura de aquellos que quisieron hacer algo y pensaron que la "clericalia" era más importante que sus propias familias. Suelen denominarse a sí mismos "laicos comprometidos".

El tercer grupo de laicos es el que realmente me interesa. Son laicos que aman apasionadamente al mundo, conocen su lugar en la Iglesia y lo disfrutan. No quieren sustituir a los curas (ni aunque éstos falten en gran número), sino que están convencidos de que el mundo y la historia son suyos. Buscan cumplir la voluntad de Dios en las circunstancias ordinarias de la vida. Aquí alguno me dirá: "ya estás hablando del Opus". Lo niego rotundamente, leed la catequesis del Papa el miércoles pasado y descubriréis que esto es el ámbito natural del laico. Amando a sus familias, sin dejarlas tiradas por ir a tocar las campanas de la parroquia. Trabajando codo con codo con quienes no piensan como ellos. No se trata de "restauracionistas" trasnochados, sino de hombres y mujeres fuertes, valientes, que han dado un paso al frente y pretenden conquistar para Cristo los corazones de sus familias, de sus amigos, de sus vecinos... Son la quinta columna de la Iglesia. Están en el mundo, pero no son del mundo y, sin embargo, el mundo se mueve al ritmo de sus pisadas.

Son los cristianos, curtidos por la Cruz, que han tomado el estandarte de Cristo y lo han alzado sobre la Creación. Al grito de "Por Cristo, por la Virgen, por España" responden atronando los montes "¡Más, más y más!" Con San Ignacio como capitán.

Su vocación es santificar todas las realidades creadas, devolver el mundo, con Cristo, al Padre. En su familia, en sus ambientes, con su trabajo bien hecho porque a Dios no se le ofrecen chapuzas, buscan realizar el mayor bien posible. Si se cansan tienen los sacramentos, si caen la absolución, para siempre alzarse por amor de Dios hasta la victoria final que sólo Cristo nos traerá.

Una sonrisa surca sus rostros, aunque, a veces, no puedan disimular las lágrimas. Es la sonrisa que forja la convicción de que María está contenta con ellos, pues a ella han consagrado todas sus aspiraciones.

Son hombres y mujeres a quienes nadie es capaz de doblegar, porque la libertad fue lo que les impulsó a consagrar su corazón y su vida a María y a la Iglesia. Y en la verdad son libres, pero no cualquier verdad, sino el único que por siempre será nuestro Camino, nuestra Verdad y nuestra Vida.

Quien les conozca sabe a quienes me refiero y junto a ellos cabalgan con Cristo, bajo el estandarte de la Salvación y de la Luz, todos aquellos que aman al mundo y a la Iglesia con un corazón indiviso. Muchos pertenecen a movimientos nuevos o a instituciones eclesiales, pero una pléyade de santos acuden sencillamente a sus parroquias para nutrirse de Cristo y formarse en la sana doctrina de los apóstoles y luchan denodadamente por cumplir la Voluntad de Dios en sus vidas.

"CORAZONES PARTIDOS YO NO LOS QUIERO Y SI LE DOY EL MÍO LO DOY ENTERO"