Siento mucho los retrasos, actualizaré el blog de vez en cuando, pero tened paciencia, please:



La vida de un sacerdote en Madrid es algo compleja, hacemos lo que podemos y que Dios ponga el resto. Si quieres contribuir pide a Dios que nos envíe más sacerdotes.

Un fuerte abrazo

miércoles, 30 de mayo de 2012

¿A qué viene la entrada anterior?

Porque salvando las distancias obvias, a mí me pasó lo mismo que al P. Cantalamessa. La primera vez que fuí a un encuentro de la RCCE me dieron unas ganas horribles de irme. Pensad que mi modo de vivir la espiritualidad hasta ese momento era todo lo contrario, además con mi lucha personal contra la "herética pravedad y apostasía" era impensable que pudiera fiarme de algo que se hubiera originado en las comunidades protestantes, más todavía en las evangélicas y pentecostales... Pero por obediencia me quedé, hice el seminario en el Espíritu, recibí la efusión y desde entonces es el único modo de orar que realmente me aporta paz y tranquilidad.

Intento salvar siempre mis ratitos de oración, meditación y contemplación diarias, pero son los viernes cuando de verdad Dios llega hasta mí de un modo sensible. Hasta ahora nunca levantaba los brazos y cuando lo he hecho ha sido con una tremenda sensación de pudor... No va conmigo, pero realmente considero a todos los carismáticos "locos" mis propios hermanos. Hay que estar algo loco para pertenecer a semejante ganado, pero al fin y al cabo, algo tiene que sanar el Señor, ¿verdad?.

Un abrazo

martes, 29 de mayo de 2012

Un testimonio... Diferente...

Es muy largo, pero merece la pena intentarlo...

Testimonio del Padre Raniero Cantalamessa
sobre su bautismo en el Espíritu Santo

Predicador de la casa pontificia

Mi historia personal con el Señor empezó muy temprano. Fui bautizado a los pocos días después de mi nacimiento; pero esto no era todavía un encuentro personal. Mi primer encuentro personal fue a los trece años. Yo estaba en un Colegio de Capuchinos. No sabía todavía lo que iba a hacer en mi vida, cuando tuvimos un primer retiro y escuché por primera vez las grandes verdades de nuestra fe: el amor de Dios, la vida eterna, el infierno ... Recuerdo muy bien la impresión que me dio la meditación sobre el infierno; me hizo entender que la vida es algo muy serio, una aventura muy seria. Y escuchando estas verdades, exponiéndome por primera vez a la luz del Evangelio, percibí inmediatamente mi vocación, me sentí llamado por el Señor a hacerme sacerdote franciscano. El ser franciscano era secundario en aquel momento; lo que era primordial era que yo dedicaba mi vida al Señor Jesús.

Empecé mi formación que duró muchos años. Estudié, fui ordenado sacerdote en Loreto, que es un lugar donde hay un Santuario de la Virgen muy importante. Fue ordenado sacerdote en 1958, hace muchos años, algunos de vosotros todavía no habíais nacido. Después los superiores me enviaron a Suiza a estudiar Teología y me doctoré en Teología estudiando a los Padres de la Iglesia. Después me enviaron a la Universidad Católica de Milán para profundizar en el conocimiento de las lenguas clásicas, latín y griego, para estudiar mejor los Padres de la Iglesia y la Escritura.

Cuando terminé mis estudios de filología clásica, me invitaron a quedarme a la Universidad. El Rector de entonces que era un santo. Ahora está en proceso su beatificación. Él fue un precioso laico para la Iglesia de Italia. El me invitó a ser su ayudante y después de dos años se instituyó una cátedra para mí que era la cátedra de Historia de los Orígenes del Cristianismo. Se estudia en esta cátedra el Nuevo Testamento y los primeros siglos de la Iglesia, un precioso campo.

Llevaba allí enseñando varios años y predicaba los domingos algunas homilías, pero nada más. Mi papel era sobre todo la búsqueda científica. Estaba contento y mis superiores decían que estaban muy orgullosos de tener un miembro de su orden en la Universidad Católica. Es una importante Universidad que en aquel tiempo; tenía unos veintidós o veintitrés mil estudiantes.

En 1975, una señora a quien yo acompañaba en su camino espiritual, regresó de un Retiro de fin de semana en una casa de Milán y me dijo: “He encontrado un grupo de personas extrañas que oran de una manera nueva, que levantan las manos y se habla incluso de milagros que ocurren entre ellos”. Y yo como un buen director espiritual muy prudente le dije: “Tu no irás más a estos Retiros”. Eran los primeros grupos de oración de la Renovación Carismática que llegaban a Italia. Esta señora obedeció, pero me invitaba a acudir a algunos encuentros de la R.C. para ver ... Una vez me llevó a Roma a un Encuentro. Yo estaba allí como observador. Había cosas que no podía aceptar, por ejemplo: abrazarse, besarse ... Yo expongo mis dificultades porque sé que hay muchos que hoy encuentran las mismas dificultades, sobre todo entre el clero. Entonces me pidieron que confesase. Y escuchando estas confesiones fue mi primer impacto con la gracia. No simplemente las manifestaciones, sino la gracia interior de la Renovación Carismática. Porque había un arrepentimiento que yo raramente había encontrado y se trataba de laicos, de gente muy normal. Me parecía que los pecados caían como piedras de su alma. Había una liberación, una gracia, lágrimas... Yo estaba asustado y me decía a mi mismo: “ No puedes negar que aquí está la gracia de Dios. Éste es el Espíritu que obra, porque solamente Él puede dar una idea, un conocimiento tan claro del pecado, un arrepentimiento tan grande”. Pero todavía estaba en una posición de juez. Juzgaba lo que me parecía bueno, lo que no me parecía bueno. Y los animadores de entonces, los líderes, decían a los hermanos : no vayáis a ese sacerdote porque él es un enemigo de la Renovación Carismática.

Tengo que decir otra cosa. Para mucha gente el primer impacto con la R.C. se manifiesta en lágrimas, para mi fue en una sonrisa. Yo tuve mucha dificultad en reprimir mi risa, pero sentía que era un reír santo, diferente. Era como si Dios me sacudiera, para sacudir el hombre viejo y hacerme salir de mi seguridad, de mi orgullo. Y está fue la primera ofrenda de liberación que el Señor me daba.

Di un curso en la Universidad en aquel momento sobre los movimientos carismáticos proféticos de la primera Iglesia, para intentar comprender algo de esta nueva manifestación en la Iglesia. No me ayudó mucho esta búsqueda científica, pero me sirvió porque me mantuvo en contacto con la R.C.. Ellos me conocían, incluso me invitaban a dar algunas enseñanzas; y yo estaba ahí, atraído, fascinado por lo que veía. Yo me decía a mi mismo: “Esto es lo que pasaba en las primeras comunidades cristianas, tú lo sabes, tú estudias esto y sabes que esto es precisamente lo que pasaba en aquellas primeras comunidades: carismas, profecías, laicos tomando su papel en la vida de la Iglesia, no callando siempre, no sólo hablando el sacerdote...” Algunas objeciones, que yo ponía, fueron encontrando su respuesta. Por ejemplo, para mí era una dificultad ver que si aquello era del Espíritu de Dios, por que había algunas cosas que eran claramente carnales y humanas. El Señor me hizo comprender que el don de Dios está siempre mediado por los hombres, la debilidad humana. El carisma de la autoridad en la Iglesia a veces no está ejercitado de manera perfecta porque existe la ambición, el poder y a nadie se le ocurre abolir la autoridad. Lo mismo tenemos que decir de otros carismas : no están empleados de manera angélica pero es la manera de Dios de obrar con medios humildes, pobres y defectuosos.

En 1977 una mujer -notad que hay siempre una mujer como mediadora; y éste es un don de la mujer, ser una ayuda; el hombre debe ser una ayuda también- , una mujer ofreció cuatro boletos con todo incluido para ir a América a un Encuentro Carismático Ecuménico que tendría lugar en Kansas City en los Estados Unidos. Uno de estos boletos se le ofreció a un profesor de teología que después fue nombrado arzobispo de Turín y fue cardenal, ahora jubilado. Pero en el último momento su madre enfermó y no pudo ir. Este boleto llego a mí. Yo me decía: “Será una experiencia más”. Yo tenía que ir a los EE.UU. para aprender inglés y me decía: “En una semana todo habrá acabado y yo iré a mi comunidad capuchina”.

Me fui a este Encuentro. Había 40.000 personas. La mitad católicos y la otra mitad de otras confesiones cristianas, muchos pentecostales, anglicanos y toda clase de confesión cristiana. Y allí yo seguía en esta posición de observador que está interesado con algunas manifestaciones, como la manera de proclamar la Palabra de Dios con tanta unción, pero rechazaba otras expresiones que no entraban en mi esquema mental. Por la mañana cada Iglesia se reunía por su cuenta y por la tarde nos reuníamos todos juntos en un estadio escuchando, cantando ... Hubo una escena que siempre me quedará grabada en la memoria. Una tarde, un líder de la R.C. muy conocido, tomó el micrófono y empezó a hablar de una manera nueva para mí. Él dijo: “Llorad y haced lamento porque el cuerpo de mi Hijo está destrozado. Vosotros, los obispos, llorad y haced lamento porque el cuerpo de mi Hijo está destrozado, vosotros los sacerdotes, los pastores, los laicos...” .

Mientras él hablaba yo empecé a ver la gente que caía a mi alrededor hasta que todo el estadio era una inmensa muchedumbre de gente llorando de arrepentimiento por la división, la discordia entre los cristianos. Y todo esto pasaba y había un gran letrero sobre el cielo, un letrero electrónico que decía: Jesus is Lord -Jesús es Señor-. Me pareció una profecía: La Iglesia, reunida en un lugar, formando un solo cuerpo, todos de rodillas lloramos, pidiendo perdón al Señor bajo el señorío de Cristo. Fue allí cuando concebí este libro, “La vida en el señorío de Cristo” que ahora se titula de forma más sencilla “La vida en Cristo”, porque era el descubrimiento del Señorío de Cristo, de Jesús, el Señor. Era muy extraño porque yo como profesor había estudiado este título: Kirios, Señor. Conocía su importancia; pero me parecía algo nuevo porque para mi el descubrimiento del señorío de Cristo es el alma de la R.C., su fruto más profundo. La experiencia del Espíritu viene sobre los que proclaman a Jesús Señor. Tengo que decirlo con gran vergüenza: no estaba todavía convencido. No era mala fe, sino que, como sacerdote, como hombre de estudio, me sentía obligado a discernir y ser prudente, tal vez demasiado prudente. Había un canto que se cantaba allí que era la historia de Jericó que cae al son de las trompetas. Esta canción cuenta la historia y había un estribillo que repetía: “Jericó debe caer”. Cuando se cantaba este estribillo, imaginad éramos 40.000 personas, mis compañeros italianos me daban codazos y me decían: escucha bien porque Jericó eres tú. Y Jericó cayó. No inmediatamente, no tan fácilmente.

Me invitaron a un Retiro en New Jersey y tengo que comentar la importancia de no criticar a los sacerdotes que tienen dificultades en aceptar la Renovación, sino amarles. Fue el amor que yo encontré en mis hermanos, sobre todo en un joven sacerdote irlandés que trabaja en América, su paciencia, sus cuidados y atenciones. Esto preparó el terreno para mi experiencia. Me fui a esta casa de Retiro, pensando en quedarme allí un día y después irme a mi comunidad capuchina en Washington. Me dijeron quédate aquí. Y empezó una lucha en mí. Yo me decía: “Esta no es una casa de perdición, es una casa de Retiro, si me quedo no me puede hacer mal.. Entonces, ¡me quedo Señor!; te doy esta última posibilidad de convencerme, de hablarme”.

Empecé aquella semana que concluía con el bautismo en el Espíritu. Insisto, compartir mis dificultades puede ayudar a otros. Había todavía en mí una resistencia. Yo me decía: “Soy ya bautizado, sacerdote, religioso. Yo soy hijo de San Francisco de Asís. Tengo a S. Francisco como mi padre. ¿Que más necesito?. ¿Que pueden darme estos hermanos laicos?”. Era una objeción de la carne, del hombre viejo, evidentemente. Y continuaba retumbando en mí esta frase: “Yo soy ya hijo de S. Francisco de Asís, tengo ya una hermosa espiritualidad”. Y mientras yo pensaba esto, una mujer -siempre una mujer- abrió la Biblia y, sin saber nada, empezó a leer. Era el pasaje donde Juan Bautista dice a los fariseos: “No digáis en vuestros corazones: tenemos a Abraham como nuestro padre”. Yo entendí que el Señor me hablaba a mi. Y ésta es la manera del Señor de hablar a través de la Escritura. Estaba claro que el Señor contestaba a mi objeción. Me levanté, no hablaba todavía inglés, hablaba en italiano, pero extrañamente todos parecían entenderme y dije: “Señor, no diré ya más que soy hijo de S. Francisco de Asís porque me doy cuenta de que no lo soy. Te pido a Ti que hagas de mí un hijo verdadero de S. Francisco de Asís y si para eso es necesario someterme al bautismo en el Espíritu, acepto”.

Empecé a prepararme para recibir el Bautismo en el Espíritu. Esta fue la ocasión para mí, como teólogo, de preguntarme qué es este signo del bautismo en el Espíritu de la R.C. . Y lo que percibí en un primer momento es lo siguiente: es una manera de decir a Dios este “si, acepto”, que otros dijeron por mí en mi bautismo. En mi bautismo, la iglesia peguntó: ¿crees en Dios?. Y otras personas -que fueron mis padres- contestaron: si, creo. ¿Aceptas a Jesús como Señor?. Y me di cuenta que ahora había llegado el momento de decir yo en primera persona a Jesús: sí, acepto a Jesús como Señor. También era la ocasión para renovar mi profesión religiosa, mi ordenación sacerdotal, renovar todo por el Espíritu Santo. Después tuve la ocasión de reflexionar sobre el Bautismo en el Espíritu, también he escrito algo en mis libros. Para mí es una gracia de renovación de todo el rito de la iniciación cristiana, el bautismo, la confirmación. Pero es también una gracia extraordinaria que no se puede explicar con las categorías que ya conocemos. Es una gracia, es una respuesta a la plegaria del Papa Juan XXIII que pidió a Dios un nuevo Pentecostés para la Iglesia Católica. El Señor ha contestado y esta gracia es una gracia especial de un Pentecostés renovado para la Iglesia del final del II Milenio y tal vez de todo el III Milenio. Es una gracia especial y esto explica por qué esta gracia del Bautismo en el Espíritu, de un nuevo Pentecostés, no es sólo conocida por nosotros los católicos; también los protestantes la conocieron antes que nosotros y para ellos también es una gracia especial.

La última impresión que recuerdo, en la vigilia de mi bautismo, es que paseaba por el parque y el Señor me habló con una imagen, como muy a menudo el Señor hace. Es una imagen que se forma en mi interior y que es una palabra. Imágenes que son palabras que se graban a fuego en el alma. Es una manera de Dios de comunicarse con sus criaturas. Yo me veía como un cochero que estaba sobre un coche y tenía las riendas del coche. Intenté guiar y decidir si ir rápido o despacio, a derecha o izquierda. Entonces me pareció que el Señor Jesús subía a mi lado y muy amablemente me decía: ¿Quieres darme las riendas de tu vida?. Hubo un momento de pánico porque me di cuenta que esto significaba que si yo daba las riendas de mi vida al Señor, a partir de ese momento yo ya no volvía a ser más el señor de mi vida, el dueño de mi vida. Él sería el Dueño de mi vida. Por gracia de Dios, en momentos como éste se descubre qué es la gracia de Dios. Se descubre lo que dice San Pablo que todo es gracia, que por la gracia somos salvados. Por la gracia de Dios encontré en mi corazón un sí, Señor, toma las riendas de mi vida porque yo me doy cuenta de que no puedo ni siquiera decidir sobre mi vida; mañana podría estar muerto; entonces ... toma Tú, Señor, las riendas de mi vida. Ahora tengo que hacer en voz baja una pequeña confesión pública : muy a menudo, de muchas maneras, he intentado retomar las riendas de mi vida y esto son las debilidades humanas; pero cada vez, el Señor me hace comprender que una vez que se le han dado las riendas no se pueden volver a tomar.

Llegó el momento de esta oración del Bautismo en el Espíritu y había muchas profecías y todas eran sobre un ministerio que era la proclamación del Evangelio. Un hermano -este sacerdote irlandés- decía: “Tu encontrarás un nuevo gozo en tu vida en proclamar MI Palabra”. Ya he dicho que hasta ese momento yo no era un predicador y no sabía qué significaba esta palabra. Se hablaba de Pablo que iba a Antioquia y anunciaba el Evangelio a todas las naciones. Hubo un momento en que me dijeron, ahora elige a Jesús como el Señor de toda tu vida. En ese momento levanté mis ojos y encontré el crucifijo que estaba por encima del altar y otra imagen, otra voz interior: “Yo soy el Señor que estás eligiendo. Yo, el Crucificado”. Esto me ayudó enormemente porque me hizo entender que la Renovación Carismática no es simplemente algo emocional, esa alegría, levantar los brazos... Sí, ésos son signos exteriores de una alegría nueva. Pero lo esencial es que, en la R.C., el Espíritu Santo te lleva al corazón del Evangelio que es la cruz de Jesús; de allí brota el Espíritu como la sangre y el agua.

No hubo emociones particulares durante mi Bautismo en el Espíritu; pero sí la certeza de que algo estaba sucediendo. El día después me fui al aeropuerto para irme a Washington y, en el coche, el sacerdote que me acompañaba me dijo: “ahora escucha bien porque yo pongo una cinta en el cassette y la primera canción es una profecía para ti”. Era un canto que decía: “Que bellos son los pies de los que anuncian el Evangelio”. Ahora, por donde voy en Italia, me cantan este canto porque saben que es mi canción.

Me fui en el avión y sentía que algo había pasado. Y abriendo el Breviario me parecía que los salmos eran nuevos, me hablaban, parecían escritos especialmente para mí ... Y me di cuenta que esto es uno de los primeros signos del obrar del Espíritu Santo: la Escritura se vuelve Palabra viva de Dios.

No podemos descuidar este don magnífico para la Iglesia. La Iglesia en el Concilio ha hablado de la importancia de la Escritura en la Constitución Dei Verbum. Pero la realidad es que los cristianos, los laicos que nunca habían tenido una Biblia, ahora no pueden separarse de su Biblia. Yo he conocido muchos casos conmovedores de la Biblia que habla directamente, ilumina, da fuerza a los cristianos más sencillos.

En una misión en Australia encontré un obrero, un emigrante italiano que estaba allí y que el último día de la misión vino y me dijo: Padre, yo tengo un gran problema en mi familia, tengo un muchacho de once años que no está todavía bautizado. El problema es que mi mujer se ha vuelto Testigo de Jehová y no quiere escuchar hablar del bautismo. Si lo bautizo, habrá una tragedia en mi familia; si no lo bautizo, no estoy tranquilo porque cuando nos casamos éramos los dos católicos. Yo le dije: déjame esta noche para reflexionar y mañana hablamos y vemos qué podemos hacer. A la mañana siguiente este hombre viene hacia mi muy contento y me dice: Padre, yo ya he hallado la respuesta. Me alegré mucho porque yo todavía no lo veía nada claro. Me dice: Ayer por la tarde, regresé a mi casa y me puse a orar y abrí la Biblia y me vino la página donde Abraham lleva a su hijo Isaac a la inmolación y leyendo me he dado cuenta que cuando Abraham llevó a su hijo Isaac a la inmolación no dijo nada a su mujer.

Era una respuesta incluso exegéticamente perfecta. Porque es verdad, los rabinos cuando comentan este pasaje hacen notar que Abraham se calló, no dijo nada temiendo que su mujer le impidiera obedecer a Dios y yo mismo bauticé a este muchacho y fue una gran fiesta para todos.

Conocí en Italia a una viuda que había perdido a su marido muy joven. Tenía tres hijos. Era un matrimonio muy unido y ésta era una prueba terrible. Lo que le ayudó e incluso hizo de esta mujer una evangelizadora, fue la Palabra de Dios, la Biblia. Ella tiene una sensibilidad, un sentido de la Escritura que a mí mismo me asombra. Las primeras semanas sin su marido ella decía que ponía la Biblia a su lado en la cama porque la Biblia se había vuelto su compañero vivo, Dios le hablaba.

Los tres meses que pasé en Washington después de mi bautismo fueron mi luna de miel con el Señor. También nosotros los sacerdotes tenemos nuestra luna de miel. Mi luna de miel duró tres meses. Pero yo siento que la luna de miel -de los casados- no suele durar mucho más. Regresé a Italia y la gente de la Renovación que me había conocido estaba maravillada. Una mujer decía: “Hemos enviado a América a Saulo y ellos nos han devuelto a Pablo”.

Empecé a participar en un grupo de oración en Milán y después de algunos meses ocurrió algo que cambió mi vida. Yo estaba en mi celda orando. No penséis que soy un gran hombre de oración. Deseo, deseo orar. Y a veces incluso me quejé un poco con el Señor diciéndole: “Señor, tu me envías por todo el mundo a hablar de la oración, incluso de la oración trinitaria, ¿por qué no me das una gracia de oración un poco más fuerte, porque mi oración es tan débil, Señor?. Me avergüenzo de hablar a los demás de oración. Y el Señor me contestó de esta manera tan simple: “Raniero, ¿cuáles son las cosas de las que se habla con más pasión y entusiasmo, las que se desean o las que se poseen?. Yo contesté: “Las que se desean, Señor”. “Bien -me contestó el Señor- sigue deseando y hablando de la oración”. Por eso, cuando hablo, siempre me siento discípulo y no maestro. Siempre recuerdo un dicho de los Padres del desierto que decía: “Si tienes que hablar a los demás de algo que tú no vives, algo que no has alcanzado todavía con tu vida, habla; pero haciéndote el más pequeño de todos tus oyentes; habla como discípulo, no como maestro”. Y yo trato de hacer mío este consejo.

Pues lo que pasó en aquel momento de oración fue esto. Tuve de nuevo una imagen interior. Aparentemente nada extraordinario, pero interiormente muy extraordinario. Tan extraordinario que cambió mi vida. Era como si el Señor Jesús pasara delante de mí ... Y no sé por qué, pero reconocía que era Jesús como cuando regresaba del Jordán después de su bautismo y estaba a punto de empezar a proclamar el Reino de Dios; y pasando delante de mí, me decía: “si quieres ayudarme a proclamar el Reino de Dios, déjalo todo y sígueme”. Yo entendí inmediatamente que el Señor quería decir: “deja tu enseñanza, tu cátedra universitaria...”. Yo era incluso director de un departamento de esta Universidad, el departamento de Ciencias Religiosas. “Déjalo todo y vuélvete un simple predicador itinerante de la Palabra de Dios al estilo de tu padre Francisco de Asís”. Yo tuve miedo de no estar lo bastante decidido, porque el Señor invitaba pero parecía tener prisa. No se paraba, era como quien tiene mucho qué hacer. Y de nuevo esta experiencia de la gracia de Dios, al final de la oración encontré en mi corazón un “sí” lleno. “Señor, ¡lo dejo todo!”. La Universidad había instituido esta cátedra especialmente para mí y el Rector de la Universidad era mi maestro, mi amigo. En mi corazón había un “sí, Señor, aquí estoy”.

Me fui a mi superior a Roma pidiendo el permiso para cambiar mi vida. Dejar la Universidad y ser un predicador a tiempo completo. El Superior General era un hombre que murió el pasado mes de Febrero a la edad de 91 años, un santo, un hombre de oración. Tuve la gracia de orar con él las últimas horas de su vida. De San Francisco se decía que no era un hombre que oraba era un hombre hecho oración. Y así era también mi superior.

Este superior a quien yo ya había manifestado mi experiencia del Bautismo en el Espíritu, como buen superior prudente, me dijo: “Esperemos un año y después decidiremos”. Ésta fue la ocasión para mí de descubrir la gracia de la obediencia. Yo había tenido una inspiración clara del Señor que me pedía dedicarme a predicar. Pero ahora tenía que someter mi inspiración personal a la autoridad de mi superior, incluso cuando me decía “esperamos”. Aquí yo concebí un pequeño libro titulado “Obediencia”. Puede ser útil porque, a veces, la gente en la R.C. tiene una inspiración del Señor, se sienten llamados a hacer algo y piensan que esto es suficiente y sin pedir ningún permiso, ni al obispo, o al superior... se lanzan a llevarlo a cabo y nadie puede pararlos. Esto no es bueno, porque siempre la inspiración interior del Espíritu tiene que someterse al discernimiento objetivo de la Iglesia. El Espíritu que te habla personalmente te habla también a través de la obediencia a la autoridad que puede ser: el obispo, el superior, el párroco, el director espiritual... puede ser de diferentes clases. Éste es un criterio muy importante : no podemos actuar simplemente bajo la inspiración personal porque nunca sabremos si hemos acertado o nos hemos equivocado. Si yo hubiera dejado la Universidad simplemente bajo esta inspiración personal, nunca habría sabido si era verdaderamente la voluntad de Dios. La obediencia salvó mi vocación.

Después de un año, no estaba para mí tan claro. ¿Qué voy a hacer ahora?. Yo había pasado toda mi vida en el estudio, en la búsqueda. ¿Qué voy a hacer?. Había un cierto temor. Volví entonces al superior y él con mucha decisión me dijo: “Es la voluntad de Dios. Dirán que estamos locos los dos, tu y yo; pero después de diez años tal vez entenderán”.

El Señor me hizo un descuento. No esperó diez años, fueron menos. Me fui, hice un Retiro en una pequeña casa de capuchinos en Suiza para prepararme. Éste fue el momento en el que el Señor me habló, sobre todo a través de Pablo, en la carta a los Filipenses, cuando Pablo habla de lo que era antes :

circuncidado, de la tribu de Benjamín, fariseo, irreprensible, un hombre perfecto, podía incluso ser canonizado... pero todo lo que yo consideraba una ganancia lo considero una pérdida a partir del momento cuando conocí a Jesús como Señor, y he dejado de lado todo para encontrar esta justicia que viene de la fe en Cristo y todo esto para conocerle a Él y el poder de su resurrección y la participación en sus sufrimientos.

Pero lo que me impresionó más fue precisamente la palabra más pequeña de esta frase Él. Porque cuando Pablo dice -a fin de conocerle a Él-. El pronombre personal en este momento me parecía contener más verdad sobre Jesús que todos los libros que yo había leído o escrito. Porque cuando Pablo dice Él, entiende el Jesús vivo, el Jesús en carne y hueso; no una teoría sobre Jesús o una idea abstracta. Ésta es la diferencia. Conocer a Jesús como Señor significa conocerlo como el Viviente, el que ha resucitado. No un personaje del pasado ... ¡ Él !, a fin de conocerle ¡a Él!.

Yo llevaba un mes en esta casa de retiro y me llegó una llamada de teléfono. Era mi superior general que me decía: “El Santo Padre te ha nombrado predicador de la Casa Pontificia; ¿tienes objeciones serias para renunciar?”. Yo intenté buscar objeciones serias. Pero, aparte del miedo, no encontré objeciones serias. Entonces le dije: “Padre, si esta es la voluntad de Dios, acepto ir”. Tuve que prepararme deprisa porque en un mes tenía que empezar a predicar mi primera Cuaresma al Papa. Y voy a decirles algo de este ministerio. No para hablar de mí mismo sino para hacerles conocer algo del Santo Padre. Algo que nos revela cosas muy edificantes del Papa.

Existe este ministerio que está otorgado a la orden capuchina que se llama el predicador de la Casa Pontificia y esto consiste en que cada viernes por la mañana, en Advierto y Cuaresma, un fraile tiene que dar una meditación al Papa, a sus secretarios, cardenales, obispos de la Curia Romana y los superiores generales de las órdenes religiosas. Son entre 60 y 100 personas. Yo empecé este ministerio y después de 23 años todavía continúo. ¡Veis la paciencia heroica del Papa!. El lleva escuchándome veintitrés años. Fue una gracia del Señor. Me di cuenta que era una providencia para hacer resonar en el corazón mismo de la Iglesia, en esos momentos de gran recogimiento, hacer resonar la gracia del Espíritu que circula en la base de la Iglesia. Y, precisamente, unas de las primeras meditaciones fue sobre el Bautismo en el Espíritu. Hablé con mucha fuerza de que ésta es una gracia para toda la Iglesia. De como es una manera de hacer del cristianismo algo vivo, de renovar la autoridad, la predicación, la liturgia, cada aspecto de la Iglesia. Y me di cuenta de que hablé de una manera muy atrevida. Incluso dije: “ No tenemos que decir de los laicos, ¿qué pueden darnos a nosotros los sacerdotes y a los obispos, estos laicos?. Nosotros hemos recibido la plenitud del Espíritu”. Así les hablé en aquel momento. Porque el Señor puede contestarnos: “Yo también recibí la plenitud del Espíritu en el momento de mi encarnación en María y a pesar de esto me fui al Jordán y pedí a Juan el Bautista, que era un simple laico, ser bautizado”.

Después de la charla yo siempre me encuentro con el Papa en una salita contigua. Y yendo a encontrar al Papa, un cardenal me dijo: “hoy en esta sala hemos escuchado al Espíritu Santo que nos ha hablado”. Y se fue.

El Papa no falta nunca, nunca. El me edifica a mí. Pensad : el maestro de toda la Iglesia que encuentra cada mañana, a las nueve, tiempo de escuchar la meditación de un sacerdote, el último sacerdote de la Iglesia Católica.

A veces, saliendo de la predicación encuentro Jefes de Estado que están esperando para ser recibidos por el Papa y él está allí escuchando a un pobre fraile. Un año -creo que era 1986- faltó dos viernes porque estaba de viaje en América Central y cuando vino, se dirigió derecho hacia mí, pidiendo perdón por haber faltado a dos charlas. A veces yo digo a mis hermanos los laicos: ¿habéis ido a pedir perdón alguna vez a vuestro párroco por haber faltado a la homilía del domingo?.

Recuerdo otra pequeña anécdota. Una vez al año, en viernes santo, la homilía se tiene en la Basílica de San Pedro. Es la única ocasión en la que el Papa preside la liturgia, pero no habla. Se sienta y el predicador de la Casa Pontificia tiene que subir al altar papal y dar su homilía. Y allí está toda la Iglesia, todos los cardenales... Es un momento de gran solemnidad. Me di cuenta inmediatamente que tenía que hablar muy despacio porque el sonido en la Basílica retumbaba. Pero hablando despacio tardé diez minutos más de lo previsto en el programa. Y el responsable del horario del Papa -entonces era un obispo, después fue cardenal; ahora ya ha muerto- estaba muy nervioso y a menudo miraba su reloj, porque el Papa después tenía que presidir un Vía Crucis en el Coliseo. Yo no lo veía. Pero este obispo contó a algunas hermanas al día siguiente que después de la liturgia el Papa lo llamó y le dijo: “Cuando un hombre nos habla en el nombre de Dios, no tenemos que mirar a nuestro reloj”.

Este ministerio de proclamar la Palabra de Dios, en la simplicidad de San Francisco y el poder del Espíritu Santo, me ha llevado por todo el mundo, por muchas naciones. Predicando retiros a los obispos. He predicado este año a todos los obispos de Irlanda. Tengo que predicar en Noviembre de este año 2002 a todos los obispos de Polonia. También en Italia daré un Retiro de sacerdotes. A menudo es la Renovación Carismática la que organiza mis viajes y ofrece la posibilidad de Retiros para el Clero y junto a esto hay un fin de semana para la Renovación.

Queridos hermanos, es un don que la R.C. hace a la Iglesia. Hubo un Retiro en 1995, con ocasión de los quinientos años de la evangelización de América Latina. Fue un largo Retiro en Monterrey (México). Había 1700 sacerdotes y 70 obispos de toda América Latina. Un obispo mexicano dijo: “Si la Renovación Carismática no hubiera hecho nada más que organizar estos Retiros para el Clero, habría ya sido suficiente para la Iglesia”. Muy a menudo, los sacerdotes son renovados en estos retiros. Hay una gracia especial; muchos sacerdotes que habían llegado al retiro invitados y a veces traídos por los laicos, antes de irse daban testimonio de que habían llegado decididos a abandonar el ministerio sacerdotal y ahora regresaban decididos a retomar con más entusiasmo. Era un momento de gran efusión del Espíritu. Yo estaba al lado del altar orando por los demás, y fue en esta ocasión cuando un joven sacerdote se acercó a mí, se arrodilló y muy decidido me dijo: bendígame padre, “quiero ser profeta de Dios”. Yo había hablado en la homilía precisamente de esto: que el Señor necesita profetas entre los sacerdotes. Especialmente en América Latina, necesita profetas, es decir, personas que permitan a Dios hablar. Este es el profeta. El profeta es uno que se calla. “El profeta verdadero cuando habla se calla”, decía el judío Filón. Porque en este momento no es más el que habla. Había hablado entonces de la necesidad de profetas, y vino este joven diciendo, visiblemente inspirado, “quiero ser profeta de Dios”. Percibí que hablaba en serio. Fue una gran emoción para mí. Y ahora sigo sirviendo al Señor en esta manera, proclamando la gracia del Señor, como ahora. Os voy a decir una última palabra.

Cuando mi superior me permitió cambiar mi vida y empezaba a ser predicador a tiempo completo, en la Liturgia de las Horas -era un 10 de octubre- había un pasaje de Ageo, el profeta Ageo. En el pasaje, cuando después de haber reprochado a su pueblo de cuidar de su casa y no reconstruir el Templo, el pueblo se convierte, empieza a reconstruir el Templo de Dios, y Dios envía de nuevo al profeta Ageo, esta vez con un mensaje de consuelo. Dice ahora: “¡Ánimo, Zorobabel, id al trabajo porque estoy yo con vosotros! –oráculo del Señor-”. “¡Al trabajo, Josué, al trabajo pueblo entero del país porque estoy yo con vosotros! –dice el Señor-”

Después de leer este pasaje en la Liturgia de las Horas, me fui a la plaza de San Pedro. Quería orar un poco a San Pedro para bendecir mi ministerio nuevo. En la plaza de San Pedro no había nadie; era un día de octubre muy lluvioso. Como si la palabra de Dios se volviera viva, mirando hacia la ventana del Papa, empecé a gritar: ¡Ánimo, Juan Pablo II, al trabajo porque estoy yo con vosotros! Era muy fácil porque no había nadie alrededor.

Y después de tres meses, me encontré que estaba frente al Papa, y le dije lo que había hecho bajo su ventana. Y de nuevo proclamé este pasaje de Ageo, pero no como una cita, sino como una palabra viva, en este momento, para el corazón de la Iglesia. Entonces, mirando al Papa, que estaba al lado mío, empecé a decir: ¡Ánimo, Juan Pablo II!, a pesar de que Juan Pablo II es el hombre que tiene más ánimo de toda la humanidad, pero en el Nombre del Señor, ¡ánimo Juan Pablo II, ánimo Cardenales y Obispos de la Iglesia Católica, y al trabajo porque estoy yo con vosotros.

Y siempre cuando el Señor me envía a alguna parte del mundo, repito este mensaje de nuevo como una palabra viva, no como un recuerdo de antaño. Entonces, ahora os digo a vosotros: ¡Ánimo, ánimo sacerdotes y laicos de la Renovación Carismática de España, de la Iglesia de España, y al trabajo porque estoy yo con vosotros! –dice el Señor-. ¡Amén!.



 

Corrección de la entrada anterior...

Al final sí que terminamos todas las actividades en mayo.

En Junio están todos los monitores agotados y estudiando. Así que no nos queda más remedio que dar por cerrado el curso.

Un feurte abrazo y felices vacaciones

viernes, 25 de mayo de 2012

Ahora que se acaba el curso...

Ayer estuve hablando con uno de los jóvenes de mi parroquia, realmente es uno en los que más puedo apoyarme. Pues bien, veíamos qué podíamos hacer este verano con las distintas actividades de la parroquia encaminadas a los jóvenes y niños.

Hemos decidido que aunque todas las catequesis terminen en mayo, las actividades con los niños y adolescentes de los domingos van a continuar durante todo el mes de junio, aunque yo me voy de vacaciones la segunda quincena.

Además, como el grupo de jóvenes CAyJO ya ha terminado, lo qeu vamos a hacer es proponer a quien quiera continuar con el otro grupo de los sábados y, de vez en cuando, llamaremos a la gente para montar romerías, excursiones o planes diversos que incluyan un ratito de oración, además de pasárnoslo fenomenal.

Creo yo, que puede ser la mejor manera de afrontar el veranito, seguir con actividades, pero suspender las reuniones habituales.

Rezad por los frutos del verano, por favor.

Un abrazo

jueves, 17 de mayo de 2012

La Ascensión de nuestro Señor a los Cielos

Posiblemente, haya alguna incorrección teológica. Lo revisaré mañana, pero es que la cabeza no me da para más... y quiero publicarlo para los catequistas del grupo de los domingos...


¿Qué significa la Ascensión de Jesús al Cielo?


Muchas veces, en la iconografía clásica se presenta a Jesús en un Pantócrator (Todopoderoso). Es la imagen de Jesús, sentado en un trono y rodeado de una especie de nuez o una esfera perfecta (óvalo, mandorla...), aludiendo a que ya no está en nuestro mundo, sino que ha alcanzado su plenitud divina, ha llegado a la perfección y superación de toda debilidad.

A veces se le representa, saliendo precisamente de esa esfera (de su propia perfección) a nuestro encuentro para guiarnos hasta Él, como vemos en la imagen de abajo:



¿Qué significa todo esto?

Pues que Jesús, una vez que ha subido al Cielo, está sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso, para interceder por nosotros. Esto es, durante su vida mortal, su humanidad "constreñía" de algún modo su divinidad, había aceptado "la condición de esclavo, haciéndose en todo semejante a nostros", como dice San Pablo, pero una vez que ha Resucitado y subido al Cielo, su humanidad es "espiritualizada", llevada a su plenitud. Ahora, Jesús ya no tiene ninguna limitación y allá donde esté como Dios, también está como hombre, se han integrado a la perfección sus dos naturalezas y su huumanidad es cauce, medio y manifestación de su poder divino.

Y que lo que a Él le sucedió, nos va a ocurrir también a nosotros, cuando resucitemos al final de los tiempos.

¿Por qué tuvo que subir al Cielo?

Primero, porque si se hubiera quedado por aquí, no habría podido mandarnos el Espíritu Santo, no podríamos ser como Él, no podríamos conocerle íntimamente, no podría habitar en nuestras almas en Gracia. No podría obrar la santificación que quería para nosotros.

Segundo, porque sube al Cielo para sentarse a la derecha de Dios Padre, para gobernar para siempre y para interceder por nosotros al Padre. Tenemos un buen abogado. Cristo mismo está constantemente pidiéndole al Padre por nosotros. ¿Y qué le pide? Sobretodo que nos envíe el Espíritu santo, que termine su obra en nosotros, que nos haga a la medida de Cristo para que quien nos vea pueda tener acceso directo a Jesús. De algún modo, a través de cada cristiano, todo el mundo puede llegar a Jesús porque tenemos parte en su mismo Espíritu.

Tercero, sube al Cielo para prepararnos un lugar donde nosotros también lleguemos cuando termine nuestro camino por esta tierra y para disfrutar enternamente de la Vida con Dios.

¿Dónde está Jesús?

Muchas veces se dice que Jesús está en todas partes. Eso es mentira. Es Dios Padre quien está en todas partes (y con Él toda la trinidad), pero Jesús con su Cuerpo glorioso y su divinidad sólo está en dos sitios: en el Cielo y en la Eucaristía, en el Sagrario.

Cuando quieras rezar, el mejor lugar es junto al sagrario que es donde realmente está Jesús presente. Que Dios nos conceda cada día más fe para que Jesús no pase desapercibido junto a nosotros. Búscale, ámale, trátale, hónrale, adórale. Piensa cuántas horas pasa solo en el sagrario esperando sólo un pequeño gesto de cariño para volvarse en el alma de quien se le acerca.
Un fuerte abrazo







martes, 15 de mayo de 2012

Sobre libros necesarios para formarse...

Cuando salí del colegio de Nuestra Señora del Pilar; donde no consiguieron que me tragara sus tesis liberales; no tenía conceptos, pero sí tenía un formidable "sensus fidei", gracias a mi familia y a que ya me había vacunado contra toda clase de malaria doctrinal.

Mi itinerario formativo, el mejor libro que me encontré fue abrirme a la Santa Madre Iglesia y dejar que otros me formaran. Mirad, no todo estriba en los libros, sino en la tradición apostólica. Uno recibe la fe de otros, como hace poco decía el Santo Padre. Quien quiera formarse que abra su conciencia y su confianza a un sacerdote y entre en un grupo de formación.

Dios me situó en un primer lugar cerca del Opus Dei y de ellos recibí mis primeras leches espirituales, a los diecisiete años. Les costé Dios y ayuda porque no soy fácil y, a veces, huía y Gonzalo Garay tenía que venir a mi colegio para darme la formación cristiana básica y don Simón Sagastibelza Lugo iba dándome otras charlas con toda su paciencia y caridad.

Recuerdo cuatro grandes libros que me formaron la cabeza en esa primera época (otro día hablaré de cómo ampliarlos y matizarlos):

-"La fe explicada" de Leo J. Trese. Una primera aproximación a una doctrina sistemática, apabullantemente escolástica.
-"Conceptos de filosofía" y "Vocabulario filosófico" de Antonio Millán Puelles. Un acercamiento fantástico a la filosofía tomista y realista en un mundo marcado por Kant. La verdad filosófica mejor desarrollada hasta el momento. Tiene sus limitaciones, precisamente en su afán de abarcarlo todo.
-"El sacrificio del altar" de D. Federico Suárez. Nunca había recibido una catequesis sobre la Eucaristía y este libro me enseñó a vivir la Misa.
-"La Vida de Cristo" del P. Pérez de Urbel. Me enseñó a meditar los evangelios y a comenzar mi vida de oración.
- "El valor divino de lo humano"  de D. Jesús Urteaga. Un fabuloso libro para emocionarse y desear comerse el mundo con patatas fritas.
- "La vida sale al encuentro" de José Luis Martín Vigil, una novela que no tiene desperdicio. 
- Por supuesto, en esta etapa me leí todo lo que cayó en mis manos de Chesterton y C. S. Lewis. Si alguien quiere formarse, debe leerlo todo sobre estos dos grandes, junto con Tolkien (pero esto ya es demasiado personal, je, je...).

Paralelamente a las lecturas, pese a que en otro tema dejan mucho que desear, la formación doctrinal que recibí en los círculos de San Rafael del Opus Dei y posteriormente los estudios teológicos y los círculos de San Miguel (cuando uno ya es numerario), formaron mi cabeza de tal modo que viví de ellos mucho tiempo, incluso durante mis estudios teológicos. Todo iba añadiéndose a estos cimientos sólidos.

Creo yo, que para una primera aproximación, estos libros cubren todos los aspectos, pero poco a poco iremos avanzando según el camino que Dios me marcó. Cada uno que recorra su propio camino, yo os contaré lo que a mí me hizo bien.

Aunque no puedo dejar esta entrada del mes de mayo sin comentaros un librito sensacional, que descubrí muy tarde, gracias a las Congregaciones Marianas de la Asunción. No es un gran tratado, es lo que ya sabemos, pero dispuesto con gran rigor y mayor amor. Costará algo así como 2 euros:

- "Espiritualidad mariana" del Padre Aldama. Un librito tan breve, como estupendo para aprender a amar a María y quitarnos complejos racionalistas. Una joyita.

Un abrazo y buenas noches

¿Que cómo va CAyJO?

Pues... ¡Como Dios quiere o le dejamos!

Ahora vamos un pelín flojos por la proximidad de los exámenes y porque al tener que cambiar las horas por las confesiones de los niños de primera comunión, al final no nos aclaramos.

En el fondo, hay un pequeño grupo incondicional que llueva o haga sol vienen a formarse y a rezar y un gran número de personas que vienen un día y cinco no, de modo que cuando vienen no se enteran de nada y, al final, van perdiendo comba. También hay otro grupo que sencillamente vienen cuando pueden. Por éstos y por los primeros, seguimos adelante con alegría porque se lo merecen, porque son fantásticos y porque quieren tirar para arriba. Con uno o con trescientos me da igual, les daremos a Dios.

Hay un grupo de jóvenes que están dispuestos a tirar de la parroquia, de los niños y de todo lo que se les ponga por delante, que tratan de evangelizar con mayor o menor acierto, pero con toda su fidelidad y eso es lo que hace falta. Por eso, puedo decir que aunque el otro grupo de jóvenes acabe siendo más numeroso (ya lo es), éstos tendrán siempre un gran pedazo de mi ser porque es de Dios.

Que sería de muchas de las inicitativas de esta parroquia si no fuera por ellos...

Es una maravilla tener la posibilidad de desvivirse por la gente de esta parroquia. Hay tantas familias buenas, tantos matrimonios y padres que luchan como leones (¡y tigresas!), hay tantos niños formidables y tantos jóvenes que tienen tanto que ofrecer... Es el mejor destino porque es donde Dios me quiere, pero además, humanamente es muy fácil entregarse aquí.

¡Hay un Dios en Israel!

¡ Qué cosas pasan...!

El grupillo de jóvenes de los sábados a las 12:15 de mi parroquia, empezó siendo una actividad para echar una mano a cuatro chavales, que ni siquiera eran de la parroquia. Tenía unos amiguetes, que antaño habían pertenecido a un grupo de jóvenes un tanto "sui generis", sin sacerdote que les acompañara. El año pasado conseguí que dejaran de marear la perdiz y se metieran en la Congre, con tan mala fortuna que ninguno de ellos encajó y fueron dejándolo, poco a poco...

Así que este curso, al comenzar las actividades decidí cuidarles un poquillo, siendo algunos de Las Rozas y otros de Pozuelo, si querían podrían venir por aquí sin que les costara mucho. La hora se puso por un opositor, que su único día libre era los sábados y luego se retrasó por una chiquilla de esta parroquia que quiso incorporarse.

Pues bien, funcionan tan bien y son tan amables y acogedores, que quien aparece por este grupo acaba enganchando porque no es un grupo problemático, nisiquiera es un grupo de "amiguetes". Al final, se han multiplicado prácticamente por cuatro (4x4=16). Ahora sí que es un grupo propiamente de la parroquia. Todo a base de invitar a amigos y conocidos...

Un grupillo de jóvenes profesionales, aunque también hay alguna chica de 19 y otras un pelín mayores, que funciona a la perfección. Una hora de formación sólida con textos del magisterio, media hora de oración ante el Sagrario, sin estridencias, tranquilamente, sin cantos y sin nada. Tú y el Señor, a pelo. Y terminamos con una cervecita, que no la perdonamos, salvo motivos de fuerza mayor.

Pues bien, este grupito "sui generis" se ha afianzado como el más estable de la parroquia. También la edad tiene que influir algo, digo yo. Siempre después del magnífico "Aula de Teología" de don José Ignacio.

Porque no me gusta ponerle nombres a los grupos, sino le llamaría con cierto cariño y mucha grandilocuencia "Grupo Chesterton". Al menos, este gran hombre (en todos los sentidos) se lo pasaría pipa con nosotros... Je.

¿Para qué ser sacerdote?

En las últimas ordenaciones sacerdotales que confirió Su Santidad, Benedicto XVI, destacan tres párrafos que deberían enmarcarse en letras de oro porque reflejan la esencia del sacerdocio católico, hoy tremendamente desfigurado en el sentir de muchas parroquias.

Hoy, parece que es más guay el cura que no celebra la Misa por estar en miles de "cositas" y se pone un mono de faena para hacer trabajos manuales. Que no digo que no haya que hacerlos. Es más, si es necesario, es necesario y punto... Pero no es lo esencial del sacerdote.

Parece que el sacerdote mejor es el que lleva mil grupos y tiene cien mil iniciativas, pero si todo eso no sirve para introducir a la gente en el Sacrificio del altar, no sirve para nada. Cuántos grupos de jóvenes conocemos, que eran muchísimos, el cura era fantástico, pero no conseguimos que vayan a Misa y se confiesen y cuando cambian las tornas, todo el mundo desaparece. 

Dice el Papa a quienes va a ordenar en pocos minutos:

" Este acontecimiento —la Pascua de Cristo—, en el que se realiza plena y definitivamente la obra pastoral de Dios, es un acontecimiento sacrificial: por ello el Buen Pastor y el Sumo Sacerdote coinciden en la persona de Jesús que ha dado la vida por nosotros."

 Esto es, que toda la obra de la salvación se consuma y lleva a su plenituden la muerte muerte en Cruz y Resurrección de Jesús.


  "En efecto, el presbítero está llamado a vivir en sí mismo lo que experimentó Jesús en primera persona, esto es, entregarse plenamente a la predicación y a la sanación del hombre de todo mal de cuerpo y espíritu, y después, al final, resumir todo en el gesto supremo de «dar la vida» por los hombres, gesto que halla su expresión sacramental en la Eucaristía, memorial perpetuo de la Pascua de Jesús. Es sólo a través de esta «puerta» del sacrificio pascual por donde los hombres y las mujeres de todo tiempo y lugar pueden entrar a la vida eterna; es a través de esta «vía santa» como pueden cumplir el éxodo que les conduce a la «tierra prometida» de la verdadera libertad, a las «verdes praderas» de la paz y de la alegría sin fin (cf. Jn 10, 7. 9; Sal 77, 14. 20-21; Sal 23, 2). "


El verdadero camino del sacerdote es el mismo que el de Cristo: hacer en su vida lo que realiza en la Eucaristía. Sólo así es posible salvar al hombre del pecado y darle la vida en abundancia que nos ha obtenido Cristo con su Pasión, Muerte y Resurrección.



 "Queridos ordenandos: que esta Palabra de Dios ilumine toda vuestra vida. Y cuando el peso de la cruz se haga más duro, sabed que esa es la hora más preciosa, para vosotros y para las personas a vosotros encomendadas."

¡Qué maravilla las palabras del Papa! Cómo alientan en la lucha... Pero qué difícil es, qué necesario es que el sacerdote se una a Cristo y se enamore de Él. ¿Cómo sino vamos a poder encontrar "preciosa" la hora de la Cruz?

Rezad mucho por los curas... POR FAVOR.

lunes, 14 de mayo de 2012

¿En qué momento nos dimos la vuelta?

A veces da la sensación de que hemos perdido el sentido de las cosas.

Hoy se oye hablar de volver a celebrar la Misa "de espaldas al pueblo", usando el "coram populo" sin ningún matiz. Claro, si la Misa es "coram populo", si nos damos la vuelta es "dando la espalda al pueblo".

Sólo hay un pequeño problema en este asunto.

La Misa, antes de la reforma conciliar nunca se la llamó "de espaldas", sino "coram Deo", ante Dios. De modo, que lo que hemos hecho ha sido dar la espalda a Dios para volvernos a la gente. Yo no digo nada, sólo uso la terminología que usan los que atacan la Misa tridentina.

Por otra parte, este abuso de generalizar y modificar los altares no responde al espíritu conciliar, que sólo aprobó "ad experimentum" estos modos, como celebrar la Misa en lengua vernácula. Hicimos de una excepción la norma habitual.

Hasta el punto que el presente Papa, cuando era un "simple" Cardenal, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en un texto teológico, no magisterial (El espíritu de la liturgia), llegaba a decir que deberíamos volver a orientar los altares a Cristo, pero que ya no compensaba por el elevado coste humano que supondría, pues no vamos a estar reformando la liturgia cada 30 años.

Mirad, una cosa pésima que ha traído esta manipulación de los altares es que los curas nos hemos sentido protagonistas de la Misa, al estar enfrente de la asamblea.

Antes, el cura era el primero de la asamblea ante Dios. No daba la espalda al pueblo, sino que miraba con todo el pueblo hacia Cristo Resucitado. De ahí viene la expresión "orientado", "mirar a Oriente", por donde sale el sol. Los templos se construían "orientados", todos miraban al celebrar la Eucaristía hacia el amanecer del octavo día, la Resurrección de Cristo y la Parusía. El cura no daba la espalda a nadie era el primero que adoraba a Dios con todo su pueblo santo.

Una cosa que no se hace o se hace mediocremente es que esta reforma conciliar obliga a poner un crucifijo ante el altar para que todos puedan mirar no al cura, sino a Cristo. Esto, cuando se hace, acaba siendo una crucecita apenas visible.

Mirad, cuando vosotros estéis en Misa, olvidad al cura, centraos en el Señor y estaréis viviendo la Misa como Dios quiere.

Una cosa que siempre me enfadó son los curas "pesaos" que siempre insisten en que nos pongamos delante para que parezcamos una comunidad. En vez de mirar a la gente, mira a Cristo y déjate de vainas. Que es más bonito lo otro... Quizás, pero hay cosas más importantes.

Si el cura celebra con Amor de Dios, realmente construirá la Comunidad Eucarística, que es lo que verdaderamente importa.

No se trata de reirle las gracias al cura, sino de adorar al Señor en el Misterio de la Eucaristía. Misterio aquí no significa "cosas secretas o no comprensibles", sino "acontecimiento de salvación". En la Misa Cristo te salva, a pesar del cura.

Perdonadme el anticlericalismo, pero a veces un poco  de ironía viene bien.

Un abrazo

Es cierto que hay ventajas (pocas) en la celebración "coram populo", pero en el camino nos hemos dejado cosas más importantes que las que hemos ganado... Como la importancia de Dios en la vida y no meros sentimientos.

viernes, 11 de mayo de 2012

Sobre el "pro multis"...

Hasta ahora, la traducción del Misal de las palabras de la consagración en España y en algunos otros países dice:

TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL, PORQUE ESTO ES MI CUERPO, QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS.
TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL, PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE, SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA, QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS Y POR TODOS LOS HOMBRES PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS. HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA. 
 
Esto ha cambiado en la última reforma litúrgica. La Santa Sede ha pedido que se corrija esta traducción por otra más cercana a las "ipsissima Verba Iesu" (mismísimas palabras de Jesús). Esa traducción sería:

TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL, PORQUE ESTO ES MI CUERPO, QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS.
TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL, PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE, SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA, QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS Y POR MUCHOS PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS. HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA. 
 
El problema es que nuestra Conferencia Episcopal se está retrasando porque algunos obispos no aceptan el cambio. En la Santa Madre Iglesia, llevamos con la nueva reforma muchos años. Una reforma que en España sólo ha entrado en parte (el nuevo Orden General del Misal Romano).

La justificación para traducir las palabras como "por todos los hombres" es porque dicen que en hebreo no existe la palabra "todos" y por eso el término que Jesús empleó, lo que de verdad quería decir era ese "todos".

¿Qué ocurre? Pues que en la traducción oficial en latín sí que aparece "pro multis" y no "pro omnibus" en toda la historia litúrgica eclesial.

Por otro lado, los evangelios, que sí están escritos directamente en griego, en ningún momento dicen "por todos", sino "por muchos", como se recoge en todos los manuscritos.

Realmente, no faltan pruebas en los evangelios para decir que Jesús quiso salvar a todos, pero lo cierto es que en el momento de la institución de la Eucaristía lo que sí parece claro es que Jesús no dijo "por todos", sino "por muchos".

Varias veces ha dicho Benedicto XVI que la traducción correcta debe ser "por muchos". Eso no quiere decir que Jesús no haya muerto por todos. Evidentemente, la Cruz tiene un valor universal. Lo que ocurre es que al traducir "por todos", puede parecer que los méritos de la Cruz son automáticos: Todo el mundo se salvaría sin mediar la propia libertad. Y eso no es cierto. Es necesario aceptar esa salvación, por lo que es lógico pensar que hay quien no quiera salvarse. Para evitar ese automatismo de la salvación es por lo que debemos volver a la traducción multisecular de la Iglesia y en las palabras de la consagración en vez de decir "por todos", debemos volver al "por muchos", más correcto histórica, literaria y teológicamente.

¿Cómo esperan llegar al Cielo?

El otro día vino una señora no me acuerdo para qué a la parroquia y entre otras "lindezas" soltó que la Misa estaba pasada de moda, que era algo que hacían los de antes.

Ese mismo día, me contaron que en una reunión familiar un niño que sólo va a Misa cuando le lleva su abuelita le preguntó a su abuela "¿verdad, abuelita, que la misa es cosa de viejecitos y de niños?" porque sus padres jamás le han llevado a Misa. Su abuela mirando a su hijo, a quien le ha dado una formidable formación cristiana, le contestó al niño: "Pregúntaselo a tu papá, a ver qué dice". Lo único que pudo decir fue: "¡glubs!".

En esta vida hay muchísimos "católicos" que han abandonado a Dios, pero conservan un cierto sentimiento y ellos creen que ese sentimiento será lo suficientemente fuerte como para salvarles en el último momento.

Pensemos un único argumento: Si habitualmente no hago nada por mi mujer, salvo ser una buena persona, y ni siquiera busco unirme a ella una vez a la semana y nunca le pido perdón a la cara... ¿Cómo puedo esperar que mi matrimonio dure largo tiempo?

Si trato a Dios conformándome con cierto sentimiento, pero no hago nada por Él, salvo ser una buena persona (como si los ateos fueran malos), nunca voy a Misa y nunca me confieso... ¿Cómo puedo esperar salvarme?

¡¡¡ GLUBBSSS... !!!

Ahh... Tranquilos, es que nadie se condena porque Dios nos salva a todos. Ahh... Entonces ¿por qué Jesús nos advierte tantas veces y nos habla tanto del cielo y del infierno? ¿Por qué tuvo que morir en una cruz? Si es algo tan tonto, que nos salve mientras se come una porción de tarta, ¿no...?

Primeras comuniones:

Ayer, en el ensayo de las comuniones, ví que algunos padres ocupaban los bancos de atrás y me arranqué con la típica pregunta por la que algunos padres odian a los curas.

¿Quiénes de entre vosotros vais a Misa? De veinte niños, sólo tres o cuatro levantaron la mano.

La siguiente pregunta estaba preparada, conozco a estos chavales y sé lo que iban a contestar, para eso les hemos formado en la parroquia. "Mirad, vosotros no podéis venir a Misa solos, así que no es vuestro pecado porque sí que queréis venir, pero son vuestros padres los que no os traen. ¿Cuántos de vosotros queréis ir a Misa todos los domingos?".

Todos levantaron el brazo y algunos miraron a sus papás, como diciendo "A ver si os enteráis. ¡Quiero ir a Misa!, pero vosotros no me lleváis".

Creo que no hay que añadir nada más. Recemos por los niños de la primera comunión, a mí me parte el alma cuando un chaval me dice que no puede venir a Misa porque sus padres no le traen.

Hasta hace poco creía que no deberíamos bautizar a niños de padres que no van a Misa, pero estos niños me demuestran que son cristianos a pesar de sus padres. ¡Qué difícil hacemos todo! Con lo fácil que es vivir cara a Dios, ¿verdad?

jueves, 10 de mayo de 2012

La responsabilidad de ser padres...

En principio, todo el mundo quiere lo mejor para sus hijos. Cuando nacen, a los padres se les cae la baba con los niños, pero hay una pregunta que es necesario responder.

¿Qué es lo mejor para nuestros hijos? Algunas personas creen que lo mejor es dejarles mucho dinero y, entonces, se pasan la vida trabajando, dejan a los niños al cuidado de terceros y no los disfrutan, sólo para que una vez que ellos hayan muerto sus hijos puedan disfrutar de algo que les haya tocado. Es una excursa barata para decir que prefieres trabajar, crecer en tu trabajo y medrar a dedicarte a amar. Al final, sí, quedarán unos cuantos milloncejos en la herencia que provocará las peleas de los hijos y la división definitiva de la familia. Esto es un error.

Otros consideran que no hay nada más importante que el que sus hijos estudien en el mejor colegio, ingresen en la mejor universidad y tengan las maximas oportunidades posibles para que triunfen en sus trabajos y se conviertan en padres de la primera opción. Creo yo, que esto también es un fracaso.

El otro día un papá me comentaba que estaba angustiado porque tenía que trabajar tanto que no podía ver a sus hijas y que cada vez más sus hijas pasaban de él, pero es que tenía que trabajar para pagarles el mejor colegio de monjas del mundo porque no se puede dejar la educación en manos de cualquiera. Quería una educación en la fe. El problema es que también quería que sus hijas tuvieran las mismas oportunidades que las hijas de sus amigos que ganan más que él. Por eso, no podía dedicarles ni una horita en casa.

Es un caso muy doloroso, ¿verdad? Pero pensad tranquilamente. Una de las mejores educaciones religiosas que existen hoy por hoy es la EDUCACIÓN EN LA POBREZA, ésta es la mejor oportunidad que nos ofrece el mundo de hoy. No es ironía. Si le das a un niño todo lo que pide, le conviertes en un mosntruo frío y egoísta, sin voluntad, sin capacidad de sufrimiento e incapaz de hacerse con la propioa vida, le condenas a una vida si ilusiones, ramplona y conseguirás que pierda todas las opciones que la vida puede ofrecer.

Un chaval educado en un colegio concertado, que quizás no sea el mejor, pero que tiene a sus padres al lado, que no le consienten todo, que "pierden" tiempo con él posiblemente salga mejor preparado para enfrentarse al mundo que el que disfruta del mejor colegio, pero no ve jamás a su padre y cuando le ve está tan cansado y agobiado que se enfada siempre.

¿No os parece?

Perded tiempo con vuestros hijos. Es vuestra mejor inversión. No queráis dadles lo mejor, buscad darles lo mejor de vosotros mismos, que es vuestro tiempo, vuestra exigencia, vuestras atenciones. Son vuestros hijos, no son de la chica que tenéis contratada en casa. No hace falta tantas cosas, tantas actividades extraescolares, tanto dinero invertido en su educación y jugad más con ellos. Tendréis miles de excusas para no hacerme caso y decir que soy un exagerado. El problema es que si no me equivoco, vuestros hijos no tienen vidas para experimentar, tenemos que acertar a la primera.

¡Cuánta gente viene luego llorando por haberse equivocado al formar a sus hijos! Y ¡Cuánta gente descubre que se puede vivir con menos y que han acertado plenamente porque sus hijos se han formado en casa y son chavales con unas virtudes impresionantes gracias al esfuerzo y al tiempo que les han dedicado sus padres!

En el fondo, todos sabéis que tengo razón, pero muchos queréis poneros excusas y justificaciones para decir que no sois capaces de vivir de otro modo. ¡Si es posible!, pero te tienes que fiar de Dios.

martes, 1 de mayo de 2012

Temas de interés...

Estoy pensando que lo que publico me interesa a mí, pero no sé si a vosotros también, así que se me ha ocurrido una idea para continuar.

Si queréis indicadme en comentarios a esta entrada, temas que os puedan interesar, preguntas que queráis que os responda o cualquier cosa sobre la que queráis que escriba. Así me facilitáis el trabajo, je...

Un abrazo

Don Antonio María Rouco Varela autoriza la construcción de una capilla en Prado Nuevo

En el lugar de las supuestas apariciones de la Virgen María, el obispo diocesano de Madrid ha autorizado la construcción de una capilla.

Muchos de los detractores de este fenómeno se echan las manos a la cabeza... "¡Es indignante!" Gritan.

Pues mire usted, bendita sean todas las capillas de María. Cualquier excusa es buena. Aunque esto que ocurre en El Escorial fuera una mentira, por lo menos habría traído una cosa buena, la construcción de una capilla dedicada a mi Madre del Cielo. Sólo por eso merecería la pena.

Durante años he sido detractor de estas apariciones, porque me parecían demasiado "rocambolescas" y porque el único fruto que había conocido de ellas es una chica que de fruto de Dios tenía bastante poco, por desgracia, cuando la traté. Esperemos que se haya convertido.

Pero he aquí que desde hace algún tiempo voy oyendo hablar de unos "curillas" muy majos que ayudan en distiantas parroquias de la sierra de Madrid y que apenas hablan de las apariciones, pero son sencillos, humildes, con buena doctrina y muy majos, al parecer. Van teniendo vocaciones anuales, este año creo que se ordenan 3 de ellos con los seminaristas de Madrid. Y son fruto de este fenómeno.

Algunos dicen es que la Iglesia dice que no consta que sean sobrenaturales las apariciones. Es que todavía no se ha definido. Esto no significa que no lo sea, cuando la Iglesia quiere rechazar un fenómeno similar no dice que no consta la sobrenaturalidad, dice expresamente que consta que no son sobrenaturales. Y esto no lo ha dicho sobre Prado Nuevo. Lo que ocurre es que hasta que no deja de aparecerse María, la Iglesia no se moja. Una vez que han cesado los fenómenos, entonces ya dan una respuesta positiva cuando se puede estudiar todo sin que siga "evolucionando".

¡En todo caso, gracias a Dios que tenemos una capilla más para rezar de la mano de María!

Catequesis que impartimos a los niños este último domingo:


 MORIR A UNO MISMO O VIVIR PARA LOS DEMÁS:


Nos hemos dado cuenta de que los chavales de hoy en día tienen una especial dificultad para entender cualquier entrega. Habitualmente, os lo han dado todo en la vida y, a veces, llegáis a pensar que tenéis derecho a todo lo que disfrutáis. Es como un niño que cuanto más se le da y menos se le exige, se vuelve más y más egoísta, incapaz de salir de sí al encuentro con los demás.

¿Te das cuenta de los sufrimientos de tus padres o de tus hermanos?, ¿alguien tiene suficiente confianza contigo como para contarte sus problemas?, ¿alguna vez le has preguntado a alguien, con ánimo de que te responda, qué tal estás? Y ya el colmo del fijarse en los demás ¿alguna vez te has dado cuenta de que alguien a tu lado lo pasaba mal y le has preguntado ¿qué te pasa?

Si has contestado a todo que no, eres un perfecto egoísta.
Si has contestado que sí a muy pocas, eres un egoistón tremendo.
Si has contestado que sí, puedes felicitarte, no te va a costar demasiado comprender esta charla.

"Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos". De nada sirve que me digas que me quieres mucho si no estás dispuesto a mover un dedo por mí. La medida del amor es la capacidad de sufrir. ¿Me quieres?, entonces deberías estar dispuesto a sufrir por mí.

Cuando dices a Jesús que le quieres, ¿qué estás diciendo? Tienes sentimientos positivos hacia Él, pero si no lo traduces en obras, es mentira.
"Quien dice que ama a Dios, a quien no ve, y no ama a su hermano, a quien ve, se engaña a sí mismo, y la verdad no está en él".
¿Te dices cristiano? Empieza teniendo actos concretos de servicio y entrega a tus hermanos, si no, eres un mentiroso. ¿Quieres poner contento a Jesús? Sirve a quienes tengas cerca, como si fuera Jesús.

¿A qué te refieres cuando dices que amas a Jesús? No basta con tener sentimientos bonitos, es necesario tener obras de salvación. ¿Simplemente quieres cumplir los mandamientos, te conformas con eso? Mira lo que dice Jesús: "Si hacéis lo que yo os mando, seréis mis amigos". ¿Quieres ser cristiano? Pues no te conformes con ser buenecito, lucha por hacer lo que Jesús te manda.

¿Hasta qué punto estás dispuesto a llegar? Ese será tu nivel de amor por Cristo.

San Tarsicio era un niño de 8 años que llevaba la comunión todos los días a los cristianos que estaban encarcelados por su fidelidad a Cristo. ¿Tú estarías dispuesto a hacer eso? Pues bien, un día los soldados romanos que le veían acudir a la cárcel cada día, decidieron divertirse a su costa y le dijeron que les enseñara el paquetito que les llevaba a los detenidos. Era el Santísimo sacramento. Para evitar que lo profanaran, San Tarsicio se negó y por ello lo tiraron al suelo y le daban patadas, mientras él apretaba al Señor contra su pecho para evitar que se le cayera. De vez en cuando, le decían que les enseñara lo que llevaba y así le dejarían en paz. Él se negaba una y otra vez, hasta que lo mataron a palos.

San Maximiliano María Kolbe era un sacerdote franciscano, que había creado una ciudadela dedicada a la edición de escritos, folletos y libros para difundir el evangelio. Había llegado a tal punto, que esa ciudad de periodistas cristianos tenía hasta su propio servicio de bomberos. Por su amor a Cristo, había pedido a sus superiores irse a Japón porque le habían dicho que en Japón casi nadie conocía a Cristo. Así que se fue para allá y justo antes de empezar la guerra mundial le pidieron que volviera a Polonia, su patria, y aunque en Japón había tenido mucho éxito y tenía muchísimo trabajo, obedeció.

Poco después, la Gestapo le detuvo y le internaron en un campo de concentración. Él se preocupaba por alegrar e infundir esperanzas a quienes le rodeaban, incluso guardaba la pobre ración de pan que le daban para reforzar a los más débiles de sus compañeros.

Al final, un preso se escapó y el comandante del campo reunió a todos los prisioneros y les dijo: "Por cada uno que se escape, morirán diez presos". Así que empezaron a sacar de las filas de los prisioneros a diez personas al azar. Uno de los seleccionados se echó al suelo y empezó a gritar que tenía cinco hijos, que por favor, no le mataran...

San Maximiliano dió un paso al frente y pidió al comandante que como a él le daba igual quién muriera, que dejaran en paz a ese hombre y le mataran a él.

El modo en el que iban a matarles era mediante un experimento, querían comprobar cuánto tiempo puede vivir un hombre sin comida, ni bebida. San Maximiliano pidió a Dios ser el último en morir, pero no por miedo a la muerte, sino para poder confortar y acompañar a cada uno de sus compañeros. Si alguien tenía que morir solo, no quería que nadie pudiera sufrirlo mas que él.

Como véis, los santos son personas que saben amar con actos concretos a cada persona que se les acerca. Pensad qué puede ser lo que más necesita este mundo, vuestras familias y vuestros amigos y compañeros de clase.

A continuación os remito un fragmento de una carta que escribió la Madre Teresa a una amiga suya:

"En los días de intenso movimiento y vertigo que nos toca vivir, muchas veces y sin darnos cuenta vamos cayendo en una rutina con los nuestros, los vecinos, compañeros de trabajo y personas en general sin darnos cuenta. Es la rutina del olvidarse de ser amable, atenta, y bondadosa pues estas constantemente compitiendo y trabajando por objetivos. Hay que alcanzar las metas que tiene la compañía para sobrevivir en la jungla del mercadeo.

Sin embargo, tu corazón experimenta sentimientos de Honda ternura cuando un día como otro cualquiera te topas repentinamente con un acto de bondad de alguien a quien no conoces. Como le pasó a unos amigos míos al pasar por la ventanilla de peaje en una congestionada carretera de la ciudad de Chicago. Al extender su mano para pagar los 50 centavos de dólar el guardián de la misma les dijo: ” sigan su camino amigos pues la persona que iba adelante pago por ustedes y les deseo un feliz día”. ¿Qué bonito no? Actos de bondad en apariencia insignificantes pero que tocan el corazón de una forma especial y te hacen pensar en la bondad que hay en cada corazón humano. Es bueno tener detalles con personas que muchas veces no conoces y que te hacen crecer como mujer . No sabemos como uno de estos actos puede alegrar el día de esa persona como le paso a mis amigos. 

A continuación te doy algunas ideas para que tu también te animes a implementarlos en tu vida. ( he retocado algunos puntos para adaptarlos a los niños)

1- Da los Buenos días con una gran sonrisa a la persona que va a subirse contigo en el elevador.
2- Paga el peaje a la persona que pasará después de ti.
3- Tómate un minutos para orientar a una persona que este pérdida incluso aunque tengas prisa.
4- Escríbele una carta a tus padres, dándoles las gracias por todo lo que hacen por ti.
5- Ofrécete para irle a hacer las compras al Mercado a una persona mayor.
6- Dale a un vagabundo tu almuerzo de ese día o tu merienda.
7- Dile “te amo” a alguien que tu ames.
8- Si te compraste dos cosas procura regalar una.
9- Haz una llamada de teléfono a un compañero de clase que no haya ido hoy para preguntarle si está enfermo. 
10- Sirve el agua antes a los demás que a ti mismo.
11- Cuando digas gracias y por favor trata de decirlo directamente desde tu corazón.
12- Escucha con todos tus sentidos.
13- No interrumpas cuando alguien esta dando su punto de vista.
14- Aunque la persona no tenga la razón pásalo por alto para promover la armonía.
15- Deja que un conductor agresivo te quite el paso sin encolerizarte.
16- Sonríele a la cajera del supermercado especialmente si ella no te da una sonrisa.
17- Pon las cosas que uses de nuevo en su sitio.
18- Dale las gracias a alguien que haya sido importante para ti.
19- Lleva chucherías para compartirlas en clase. ¡Sorpréndelos!
20- Olvida la deuda que una amiga te debe y nunca más lo recuerdes.
21- Dile algo bueno que haya hecho uno de tus hermanos a tus padres.
22- Simplemente di “lo siento” cuando te has equivocado.
23- Cuando vayas al cine, a un picnic o de visita a un parque recoge la basura.
24- Manifiesta simpatía a alguien que es arrogante. 
25- Contesta el teléfono amablemente aunque no estés de humor.
26- Deja una propina generosa.
27- Ayuda a alguien a hacer los deberes
28- Enseña algo a alguien.
29- Si uno de tus hermanos coge algo tuyo sin permiso, no le digas nada.
30- Aunque te mueras por criticar a alguien no lo hagas.
31- Llévale rosas a tu mamá sin motivo alguno.
32- Abraza a tu papá y dile cuánto lo quieres.
33- Sólo por este día no discutas con nadie de tu familia.
34- Sólo por este día intenta comprender a alguien a quien no soportes.
35- Sólo por este día haz un acto de bondad y siente tu corazón vivo.

Querida amiga, estas son solo algunas ideas que puedes llevar a cabo si quieres hacer una diferencia en la vida de los demás a la vez que te ayudan a crecer como mujer viviendo enfocada en las necesidades de los otros. Pues para llevar a cabo estos “actos de luz” es preciso olvidarse de una misma sabiendo que al hacerlo encuentras todo el amor que reside en tu naturaleza femenina. Es necesario que te animes a abrir tu corazón cada vez más y mejor. Consciente hasta la raíz última de ti misma que como mujer nadie puede manifestar estos actos de bondad y luz como tu.

Cada vez que extiendes parte de ti misma a los otros, te das cuenta de que estas íntimamente unida a tus amigos, vecinos, e incluso a aquellos que no te caigan del todo bien. Es por esto mismo que la generosidad y la bondad tienen el poder de transformarte y mejorar a los otros al mismo tiempo en que también te conviertes en beneficiaria de el amor. No lo olvides."


IMAGINAOS QUE TODO EL MUNDO DECIDIERA HACER CADA DÍA ALGO POR LOS DEMÁS... ¡¡QUÉ MARAVILLOSA SERÍA LA VIDA!!

Pues aunque nadie más lo haga, piensa lo maravillosa que puede ser la vida a tu lado, si te decides a amar cada día con actos concretos.

Recuerda: la Cruz está en amar a cada uno más que a ti mismo, buscar su alegría y su bien por encima del tuyo.