Siento mucho los retrasos, actualizaré el blog de vez en cuando, pero tened paciencia, please:



La vida de un sacerdote en Madrid es algo compleja, hacemos lo que podemos y que Dios ponga el resto. Si quieres contribuir pide a Dios que nos envíe más sacerdotes.

Un fuerte abrazo

jueves, 12 de junio de 2014

¡Qué gozada ser sacerdote!


Dice Santo Tomás que el gozo es la alegría del bien obtenido. De modo, que el auténtico gozo lo tendremos en el cielo. Lo bueno es que ya en la tierra el Señor nos regala gustar ciertas cosas.

Hoy es el día de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote. Es una fiesta encantadora porque nos remite a nuestro sacerdocio. Primero, el sacerdocio común de los bautizados. No todo el mundo vive este misterio del Amor de Dios por el que un cristiano es introducido en la inmensa piedad de Dios. Cuando nuestro Señor Jesucristo se encuentra con un hijo suyo que vive sin su gracia, desconociendo su amor, se vuelca con él y está dispuesto a morir en la cruz por cada uno de nosotros. Del mismo modo, cuando un cristiano ha aprendido el camino del amor, al encontrarse con un hermano suyo que vive al margen de Dios, empieza a compartir los sentimientos de Cristo, es introducido en su Corazón y está dispuesto a entregarse a la cruz por ese hermano suyo. Esto es lo que la tradición de la Iglesia ha llamado: "ALMA SACERDOTAL".


Ocurre que a determinados hombres el Señor les ha llamado a participar de un modo peculiar en su mismo ministerio, en su misma misión salvífica. Nos ha configurado consigo mismo de un modo peculiar para que podamos celebrar el misterio de la Salvación en beneficio de nuestros hermanos y nos ha constituído en administradores de sus misterios, de sus sacramentos, de su presencia en la tierra.

Uno puede quedarse sólo en el aspecto sacramental. Eso sería un sacerdote que se convirtiera en funcionario de la parroquia. De un modo muy parecido ocurre con el matrimonio que no vive lo específico de su vocación. En el matrimonio católico hay una presencia real del amor de Cristo por su Iglesia. Luego, uno levanta la vista y observa que en muchos matrimonios esto no se produce. Lo que Dios regala sacramentalmente algunos no quieren vivirlo luego en su existencia.

Respecto al sacerdocio, esto también puede pasar. Podemos convertirnos en funcionarios de los sacramentos, solterones aburguesados... pero esto no es el sacerdocio que Jesús quiere para nosotros.

Uno lee la oración sacerdotal de Jesús cuando se acerca el momento de la Pasión y descubre con sorpresa y entusiasmo que la Cruz de Cristo es el cúlmen d su amor y ternura por nosotros. "Por ellos me consagro", es como decir me ofrezco en holocausto por ellos, me entrego completamente, absolutamente por su bien.

Entonces las palabras de la consagración adquieren un nuevo sentido. El "Tomad y comed..." Ya no sólo hace referencia al Cuerpo de Cristo, sino que también es toda la vida del sacerdote que se ofrece a sus feligreses en una entrega completa y total, hasta que no quede nada.

Por eso, la santidad del sacerdote no es tanto el celibato, ni la pobreza, ni siquiera la obediencia, cuanto el amor ofrecido y gastado hasta la consumación: la caridad pastoral.

Ése es mi  modo peculiar de unirme a Cristo, ésa es mi consagración... Que mi vida sea un holocausto al servicio de mis hermanos, una entrega eucarística hasta el final. Que mi vida quede configurada con la Cruz de Cristo. Eso es un sacerdote y lo demás es lo de menos.

(Por cierto, la fotografía del hombre que está sonriendo a la cámara es un sacerdote minutos antes de ser fusilado y él lo sabe. Plantéate por qué puede ser que esté alegre si va a perder la vida... ¿Puede ser porque está contento de ofrecerse como víctima de salvación por sus asesinos? Eso es un sacerdote y lo demás son tonterías.)

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