Después de las últimas actuaciones del Santo Padre (como la nueva legislación sobre el procedimiento canónico para declarar nulo un matrimonio y las declaraciones de algunos cardenales y obispos sobre la comunión de los divorciados vueltos a casar...) algunas personas, yo me cuento entre ellas, tenemos cierto miedo sobre lo que puede llegar a decirse allí.
Evidentemente, no me da miedo que se digan "oficial y definitivamente" herejías. Dios no permitiría que el Magisterio definitivo de la Iglesia o incluso el evangelio mismo fueran contradichos, pero sí da miedo que puedan tomarse resoluciones prácticas que lo contradigan extraoficialmente: doctrinas realmente divorcistas en los procesos de nulidad...
Llega un momento en el que uno se da cuenta de que el Espíritu Santo existe y asiste a su Iglesia. A lo largo de la historia ha habido papas nefastos que pudiendo destruir la Iglesia apenas han dejado huella en la historia. Eso sí que es fruto de la acción del Espíritu Santo en su Iglesia. Yo no me fío de los hombres, me fío de Dios. Aunque es cierto que puede desviarse la atención, hacer daño a los sencillos y que surjan algunas iniciativas que enrarezcan el matrimonio, sigo considerando que Dios también puede influir y sacar mucho bien de todo esto. Todo lo que permite Dios es porque va a sacar un bien mayor.
Hoy, nuestro obispo, Don Carlos Osoro se ha ido a Roma para participar en el Sínodo y ayer a los jóvenes les pedía que rezaran mucho por él para que en "unidad absoluta con el Santo Padre" (palabras textuales) pudiera escuchar al Espíritu Santo y que saliera mucho bien de todo el Sínodo.
Pues vamos a rezar, como nos ha pedido el obispo por los frutos del Sínodo. Que no se cumplan las expectativas de los pesimistas y que Dios nos regale una pastoral familiar por la que merezca la pena vivir cosas grandes.
Realmente, hace falta un Sínodo que hable y trate efectivamente muchos problemas que afectan a mucha gente. Lo que no podemos hacer es decir que algo es bueno cuando realmente es malo sólo porque haya mucha gente que no quiera vivir la verdad de sus vidas. Yo le pido a Dios que este Sínodo sobre todo sea una ayuda para que mucha gente que tiene dificultades en sus familias, que a veces viven el heroísmo en sus vidas, puedan verse alentados por sus pastores en esa entrega cotidiana siendo la argamasa que une familias a veces al borde del abismo.
Espero que por pasar la mano por el lomo a algunos, no nos olvidemos de aquellos que necesitan una inspiración en sus vidas, un aliento, un decirles: lo estáis haciendo bien, seguid así, Dios os necesita en vuestras familias.
Eso no es olvidarnos de los que ven sus familias rotas, es alentar a que este cáncer de nuestra sociedad no se propague. Este mundo necesita santos. Y también conozco muchos hombres y mujeres heroicos que han sido abandonados (o metieron la pata en su día y arrepentidos no pueden volver a casa) y que viven fieles a su matrimonio. Tienen vocación matrimonial, realmente se casaron, pero igual que la vida matrimonial a veces es heroica, la perseverancia en la fidelidad cuando te han abandonado SIEMPRE lo es. Por eso, necesitamos poder acogerles sin mentiras facilonas, la vida no lo es. Darles una palabra de aliento y decirles que efectivamente están en la cruz, que Cristo la comparte con ellos, que a veces el Señor será su único consuelo, pero que se convierten en un testimonio vivo para mucha gente que ya no quiere seguir amando, que quieren tirar la toalla. Son ejemplos vivísimos de que sólo la Cruz puede redimir el pecado del mundo. Para mí, estas personas se convierten en la única razón que a veces me queda para perseverar cuando las cosas son difíciles. Si el mensaje que les llega es "no pasa nada porque te vuelvas a casar con otra persona", me surge un interrogante: ¿Realmente esa doctrina es de Dios, qué sentido tiene entonces el celibato, realmente podemos seguir casando a gente a la que luego vamos a divorciar, en qué queda la palabra ALIANZA, por qué sufrir por nada, por qué tenemos que sufrir las consecuencias de un embarazo no deseado, o de un embarazo problemático? Digamos a todos que la vida sirve para entregarla, que una ALIANZA es indestructible y que aunque no se pueda convivir más con la persona a la que te has entregado, incluso aunque esa persona no quiera vivirlo, vale la pena seguir dando la vida por amor. Aunque sea en la oscuridad de la cruz de Cristo. ¡Cuántas veces ese testimonio hasta el final ha llevado a muchos al cielo!
Mientras que huyendo del dolor, de la cruz, sólo truncas vidas dando una falsa apariencia de normalidad. Si ya no hay cristianos dispuestos a sufrir por amor, ¿dónde queda la Cruz redentora de nuestro Señor en nuestros tiempos? Yo, por mi parte, sigo manteniendo que vale la pena amar, aunque haya que sufrir y que no estoy dispuesto a seguir mintiéndome a mí mismo, por mucho que la mentira sea más fácil.
Cierto es que también habrá que ver cómo podemos atender a los que hemos podido ser débiles, pero en el fondo del corazón surge la necesidad de una llamada a la conversión. ¡Tú sí que puedes vivir de otra forma!, ¡no te conformes con la mediocridad de pensar que es muy difícil! En el fondo, cuando me planteo otra cosa, surge en mi corazón el recuerdo de San Juan Bautista gritando: ¡No puedes estar con la mujer de tu prójimo! ¿Va a resultar que ahora el matrimonio no es ALIANZA, que sólo es un papel al albur del sentimiento o de la voluntad de las partes? Importa conocer la verdad para poder vivirla y no reducir todo a lo que yo soy capaz de vivir. Alejandro VI era incapaz de vivir el celibato y no por eso lo abolió. Ésta es la diferencia entre la Iglesia Católica y Lutero. Que la verdad importa aunque no me considere capaz de vivir conforme a lo que las cosas son en sí mismas.
Una vez, me dijo mi madre: "Mira, Borja, en la vida hay que sufrir." Y realmente, sólo el que está dispuesto a pagar el precio se merece la plenitud de lo que la vida puede dar. Al final, ¿me fío de Dios o sólo de lo que soy capaz? Si la cruz no tiene sentido ya en nuestros días yo, a día de hoy, ya no ejercería el ministerio. Y los santos más que héroes, serían imbéciles.
Pues eso, recemos para que este Sínodo de las Familias de mucho fruto, que sea un aliento vivo de Dios que nos haga respirar con la confianza en que es posible vivir de otro modo a como dicta el mundo, que nuestros pastores nos conduzcan hacia los verdes pastos que Dios ha preparado para nosotros y que juntos podamos acoger, rezar y acompañar a tantas familias que sufren y luchan y vencen... y caen. Que incluso cuando hemos caído podemos vivir según el plan de Dios si nos fiamos de Él y tenemos un poco de esperanza en lo que su gracia puede hacer en nosotros y nuestras familias.
Que este Sínodo sea un brindis para celebrar a las familias y cuidar especilísimamente con caridad y verdad a los que sufren.
¡Es posible amar hasta el final incluso cuando haya que sufrir!
¡Que Dios os bendiga!
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