Retomando unos comentarios que dejasteis en el blog, he decidido haceros caso. Una persona me comentaba la posiblidad de que incluyera una cierta formación litúrgica, sobretodo para ayudar a vivir mejor la Eucaristía. Así que durante un tiempo, de vez en cuando iremos incluyendo algunas entradas sobre cómo se vive cada parte de la Misa. O mejor dicho, cómo vivo yo cada parte de la Misa. Por lo que pueda ser de utilidad.
Podemos comenzar planteándonos qué es la Misa. Muchas veces cuando alguno falta a Misa y se confiesa de ello le hago una simple pregunta: ¿Qué crees que es la Misa? Las respuestas son de lo más variopintas, pero fundamentalmente coinciden en considerar que la Eucaristía es un rato para rezar, para estar con el Señor. Los más avispados te dicen que lo más importante es la comunión. De algún modo, se trataría de estar con el Señor.
Es evidente que aunque sí que tienen algo de razón, no terminan de dar en el clavo. Si la importancia de la Misa es rezar, para eso me quedo en casa tranquilo y no tengo que aguantar la chapa del cura, sobretodo cuando a veces me echa la bronca porque mis hijos pequeños la "lían".
La Misa antes que un encuentro con el Señor es algo que hace Dios por nosotros. Aunque seamos incapaces de encontrarle, cada vez que se celebra la Eucaristía Dios hace algo por nosotros. Esta es la razón por la cual los benedictinos la llaman "Opus Dei" o "Trabajo de Dios". Del mismo modo que Dios creó el mundo, también lo ha salvado. Y esa salvación la actualiza, nos hace contemporáneos de su acto salvador en cada Eucaristía.
¿Cómo nos salvó Dios? Con la Muerte y Resurrección de su Hijo. Por eso, la Eucaristía es la renovación de la Pascua, del Paso de Cristo de la muerte a la Vida y con Él pasamos nosotros del pecado a la salvación... Cada vez que celebramos la Eucaristía.
No es un recuerdo, es algo nuevo. Jesús no vuelve a morir. Murió de una vez para siempre y Resucitó. Ya no vuelve a morir, pero cda vez que celebramos la Eucaristía Dios nos hace contemporáneos de ese acto salvífico y toda la salvación que trajo al mundo con su muerte y Resurrección vuelve a inundar el mundo con su Gracia.
Por eso, por encima de la oración contemplativa más elevada y sublime estará siempre el ir a Misa. Si uno tiene que elegir entre dedicar un rato a la oración o acudir a la Santa Misa (no me refiero ya a los días de precepto, sino a cualquier día) deberáimos preferir la Misa porque en la oración hay una gran parte de subjetividad. En La Misa Dios objetivamente te salva y salva al mundo.
El próximo día hablaremos de la Misa como sacrificio...
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