Realmente, ¿se descalabraría demasiado los planes divinos, si tuviéramos una pequeña fortuna? Y después de soñar vuelve a la cruda realidad. Amén. No es malo soñar, siempre que sueñes en los brazos de Dios. ¿No te parece?
¡Señor que yo sea capaz de amar como Tú Amas, que sea capaz de sufrir como Tú sufres!
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