Cuando salí del colegio de Nuestra Señora del Pilar; donde no consiguieron que me tragara sus tesis liberales; no tenía conceptos, pero sí tenía un formidable "sensus fidei", gracias a mi familia y a que ya me había vacunado contra toda clase de malaria doctrinal.
Mi itinerario formativo, el mejor libro que me encontré fue abrirme a la Santa Madre Iglesia y dejar que otros me formaran. Mirad, no todo estriba en los libros, sino en la tradición apostólica. Uno recibe la fe de otros, como hace poco decía el Santo Padre. Quien quiera formarse que abra su conciencia y su confianza a un sacerdote y entre en un grupo de formación.
Dios me situó en un primer lugar cerca del Opus Dei y de ellos recibí mis primeras leches espirituales, a los diecisiete años. Les costé Dios y ayuda porque no soy fácil y, a veces, huía y Gonzalo Garay tenía que venir a mi colegio para darme la formación cristiana básica y don Simón Sagastibelza Lugo iba dándome otras charlas con toda su paciencia y caridad.
Recuerdo cuatro grandes libros que me formaron la cabeza en esa primera época (otro día hablaré de cómo ampliarlos y matizarlos):
-"La fe explicada" de Leo J. Trese. Una primera aproximación a una doctrina sistemática, apabullantemente escolástica.
-"Conceptos de filosofía" y "Vocabulario filosófico" de Antonio Millán Puelles. Un acercamiento fantástico a la filosofía tomista y realista en un mundo marcado por Kant. La verdad filosófica mejor desarrollada hasta el momento. Tiene sus limitaciones, precisamente en su afán de abarcarlo todo.
-"El sacrificio del altar" de D. Federico Suárez. Nunca había recibido una catequesis sobre la Eucaristía y este libro me enseñó a vivir la Misa.
-"La Vida de Cristo" del P. Pérez de Urbel. Me enseñó a meditar los evangelios y a comenzar mi vida de oración.
- "El valor divino de lo humano" de D. Jesús Urteaga. Un fabuloso libro para emocionarse y desear comerse el mundo con patatas fritas.
- "La vida sale al encuentro" de José Luis Martín Vigil, una novela que no tiene desperdicio.
- Por supuesto, en esta etapa me leí todo lo que cayó en mis manos de Chesterton y C. S. Lewis. Si alguien quiere formarse, debe leerlo todo sobre estos dos grandes, junto con Tolkien (pero esto ya es demasiado personal, je, je...).
Paralelamente a las lecturas, pese a que en otro tema dejan mucho que desear, la formación doctrinal que recibí en los círculos de San Rafael del Opus Dei y posteriormente los estudios teológicos y los círculos de San Miguel (cuando uno ya es numerario), formaron mi cabeza de tal modo que viví de ellos mucho tiempo, incluso durante mis estudios teológicos. Todo iba añadiéndose a estos cimientos sólidos.
Creo yo, que para una primera aproximación, estos libros cubren todos los aspectos, pero poco a poco iremos avanzando según el camino que Dios me marcó. Cada uno que recorra su propio camino, yo os contaré lo que a mí me hizo bien.
Aunque no puedo dejar esta entrada del mes de mayo sin comentaros un librito sensacional, que descubrí muy tarde, gracias a las Congregaciones Marianas de la Asunción. No es un gran tratado, es lo que ya sabemos, pero dispuesto con gran rigor y mayor amor. Costará algo así como 2 euros:
- "Espiritualidad mariana" del Padre Aldama. Un librito tan breve, como estupendo para aprender a amar a María y quitarnos complejos racionalistas. Una joyita.
Un abrazo y buenas noches
Buenos días don Borja,
ResponderEliminarSoy un feligrés de su parroquia (magnífica parroquia, por cierto), y he de decirle que estoy de acuerdo con usted en algunas cosas y en desacuerdo en otras.
Estoy de acuerdo en lo de las tesis liberales del Colegio del Pilar, donde yo también estudié. Pero el problema no es que sus tesis fueran liberales, dado que pienso que ser liberal no es algo malo, al menos como entiendo yo el concepto de liberal. El problema de ese colegio es que sus tesis eran en muchos casos contrarias a la fe católica. El término preciso sería heréticas, no liberales.
Estoy de acuerdo en lo que dice de los libros. Demasiado a menudo se identifica enseñanza de la Iglesia con falta de libertad y libros con auotaprendizaje. Pero cuando lees un libro, también dejas que otros te formen (los que han escrito el libro), y encima sin guía ninguna. A nadie se le ocurre leer un libro de física nuclear sin una guía adecuada, y si quiere aprender economía se va a un grupo de formación; ¿por qué ha de ser diferente en otros campos? Es porque la tendencia de hoy en día es identificar espiritualidad a misticismo y sentimiento, partes importantes sin duda, pero cojas sin la parte intelectual y formativa.
Sin embargo, no estoy de acuerdo en el enfoque que le da usted a otros temas. En este artículo y otros (y en otras intervenciones que le he oído) da usted una visión claramente tomista y escolástica. Sé que en el Opus Dei este es el enfoque principal, y veo que es el suyo también.
Sin embargo, el pluralismo teológico es una realidad afirmada por la Iglesia, y dentro del marco autorizado de la misma, muchos puntos de vista son válidos y no sólo el tomista o neotomista. Lo contrario sería inquisitorial.
No hay que aceptar la filosofía escolástica para ser concordantes con la fe católica, así de simple. Digo esto por su referencia a Kant. Que su filosofía es menos válida que la de Aristóteles no deja de ser un punto de vista opinable. En mi opinión y en la de no pocos teólogos (católicos dentro de la Iglesia), la filosofía de Aristóteles (y por ende Santo tomás) es puro desatino (ojo, he dicho filosofía y no fe), y sobre todo, irrelevante y ajena a la experiencia de Dios. Sin embargo, no llego al punto de decir que es un error aceptarla, puesto que para mucha gente, debido a su educación y a cómo está amueblado su espíritu, puede ser el camino a seguir; como he dicho, el pluralismo es necesario aquí.
La Fe Explicada (libro que he leído dos veces) es un libro muy bueno para explicar la doctrina a neófitos, pero no creo que tan bueno para explicar la moral. Ni el Catecismo aterriza tanto como este libro, en el que por ejemplo se afirma que un adolescente no debe salir con chicas (no lo he sacado de contexto, lo dice claramente y sin ambigüedades). Esto no es de recibo. Estamos en la casuística, donde el caso concreto dictará el comportamiento mejor que sigue la moral católica, que no está determinada por el señor Trese. También califica claramente como pecado venial el distraerse en misa, aunque sea monetáneamente (!).
El señor Trese parece ignorar que el pecado está en gran parte asociado al pecador y a su espíritu, que debe voluntariamente pecar y romper con Dios, no sólo al acto puro en sí (lo de las cosas en sí entusiasman a los escolásticos).
"El valor divino de lo humano" me parece mucho mejor, aunque de nuevo, muy escolástico y aportará menos al que no comparta esta filosofía.
Sin embargo, coincido que el Señor de los Anillos es un libro magistral... La mejor mitología para un cristiano (y no los griegos que son aburridísimos).
Mira, todo lo que digo no es dogma de fe, sino que muchas veces zarandeo las conciencias, hablo de temas filosóficos que creo importantes. Es cierto que muchas veces, sí que me limito a exponer la doctrrina de la Iglesia, pero en ocasiones ofrezco mi punto de vista en temas opinables.
EliminarRespecto a lo que dices de la filosofía, el punto fuerte del tomismo sobre otras filosofías es la aceptación en sus premisas de que las cosas son lo que son, al margen de nuestro conocimiento sobre ellas.
Yendo punto por punto te respondo:
1.- No suelo decir que el Pilar sea "liberal", sino "herético" y si alguna vez he dicho liberal, me refiero a un cierto tufillo liberal-protestantoide. Tienes razón.
2.- En infinidad de documentos magisteriales los Papas defienden en la teología una enseñanza del tomismo, no confundir con la neo-escolástica que encapsula a santo Tomás en conceptos inamovibles y estancos. La gran virtud del tomismo en teología es el realismo del que parte. Las cosas son lo que son, al margen de lo que tú puedas conocer de ellas.
3.- Otras filosofías tienen un grave inconveniente. Parten de un presupuesto que niega la existencia de Dios o, por lo menos, nuestra capacidad para llegar a Él. Usando un lenguaje previamente manipulado es muy difícil llegar a manifestar en su plenitud la Verdad. Este es un problema al que se enfrentó santo Tomás al tratar de cristianizar a Aristóteles. Lo que ocurre es que mientras Santo Tomás consiguió vencer el atolladero y impulsar la filosofía aristotélica hasta casi bautizarla; otros filósofos contemporáneos no lo han conseguido y aunque han conseguid dialogar hasta cierto punto, no han conseguido exponer la verdad con un lenguaje que no es apropiado y acaban encerrando su filosofía en un subjetivismo que apesta a protestantismo (como le pasa al pobre Rahner), que complica en exceso el lenguaje, cuesta Dios y ayuda entenderle y al final en sus tesis de base, muestra errores desconcertantes...
4.- Yo trato de mostrar un camino fácil, asequible y seguro.
5.- Lo que dices de "La Fe explicada" ya lo anticipaba yo, pero aunque caigamos en cierta casuística, hoy por hoy, no creo que sean tesis equivocadas. Primero, distraerse en Misa es pecado venial si no tratamos de volver a centrar la atención. Si estás cansado y luchas por participar activamente y no lo logras no pecas, pero si te dejas vencer por la pereza y te "atocinas", yo sí diría que por lo menos pecas venialmente. Dime en qué punto del catecismo diga que el pecado depende de la "intención". Un acto intrínsecamente malo es pecado, aunuqe lo hagas con muy buena intención. Esto sí que es doctrina católica. Como dice el Catecismo:
"II. Los actos buenos y los actos malos
1755 El acto moralmente bueno supone a la vez la bondad del objeto, del fin y de las circunstancias. Una finalidad mala corrompe la acción, aunque su objeto sea de suyo bueno (como orar y ayunar para ser visto por los hombres).
El objeto de la elección puede por sí solo viciar el conjunto de todo el acto. Hay comportamientos concretos —como la fornicación— que siempre es un error elegirlos, porque su elección comporta un desorden de la voluntad, es decir, un mal moral.
1756 Es, por tanto, erróneo juzgar de la moralidad de los actos humanos considerando sólo la intención que los inspira o las circunstancias (ambiente, presión social, coacción o necesidad de obrar, etc.) que son su marco. Hay actos que, por sí y en sí mismos, independientemente de las circunstancias y de las intenciones, son siempre gravemente ilícitos por razón de su objeto; por ejemplo, la blasfemia y el perjurio, el homicidio y el adulterio. No está permitido hacer el mal para obtener un bien."
6.-
Respecto al liberalismo habría mucho que hablar, depende de qué entendamos. Si por liberalismo hablamos del capitalismo puro y duro, entonces no es bueno pues su concepción antropológica es reducir al hobre a un mero agente de producción, comparte la misma premisa que el comunismo (capitalismo de estado), si por "liberalismo" entendemos una especie de libertad para reinterpretar la fe de la Iglesia, pues mire usted, tampoco es bueno.
EliminarSi por liberalismo entendemos la propia autonomía que tiene el hombre respecto a las realidades creadas y la asunción de la responsabilidad de sus propios actos, entonces, yo mismo soy liberal.
En fin, es un tema tan amplio y tan complejo que no quiero meterme... Todavía.
Don Borja,
ResponderEliminarGracias por su elaborada respuesta, le comento:
- El tomismo debe sin duda ser estudiado, ya que su contribución al pensamiento de la Iglesia es crucial. Pero no es la única teología válida, se puede recordar el caso de cómo en la redacción de la constitución dogmática "Dei Verbum", no se quiso introducir la conocida explicación de la causa principal y la causa instrumental (proveniente del tomismo) como explicación oficial para explicar la inspiración en las Sagradas Escrituras. Los padres conciliares se sintieron tentados, pero al final se decidió no hacerlo en aras del pluralismo teológico (es decir, que otras explicaciones pueden también ser válidas e incluso se podría encontrar una mejor). No es que fuera mala la explicación tomista, sencillamente, con muy buen criterio, se decidió que dicha explicación no podía ser unívoca y se decidió dar una explicación más general y abierta.
- Es cierto que el tomismo-aristotelismo tiene la virtud que usted menciona, pero no es la única filosofía que la posee. Creo que cuando denigra a Kant debe referirse más bien al idealismo. A veces Kant se lista junto a los filósofos idealistas, pero es un error. Kant creía en las cosas en sí (el noumeno), simplemente decía que no podía ser conocido por el hombre (sólo los fenómenos derivados del noumeno podían ser conocidos). Kant establece una afirmación de la limitación del hombre, pero su creencia en la cosa en sí está fuera de toda duda.
El tomismo también cree en la cosa en sí, pero también cree que se puede conocer (no sólo el fenómeno). Sin embargo, la ciencia parece dar la razón a Kant y no al tomismo (la explicación del conocimiento por analogía del tomismo me parece forzadísima), aunque esto es disputado.
A lo que voy es que una buena filosofía debe reconocer la existencia de las cosas en sí independientemente de nuestro conocimiento. El tomismo lo hace. Kant también. Y también lo hacen el racionalismo y el empirismo, aunque de forma particular. El tomismo no tiene la exclusiva.
El idealismo es realmente el problema aquí. Esta filosofía no es más que un vano intento del hombre de hacerse Dios y definir la realidad respecto a sí mismo. El idealismo trajo en última instancia a Feuerbach, Marx y muchos males para la humanidad.
- Trese no hace estas matizaciones en su libro, al menos de forma tan clara. Obviamente si estoy en misa con los auriculares puestos escuchando música, estoy distraído y sí estoy pecando. Pero si estoy distraído porque mi cabeza está llena de problemas personales, pues no creo que nadie tenga derecho a decir que he pecado. Realmente es mejor no hacer estos juicios tan aventurados, pero Trese no se corta un pelo.
- Obviamente me refiero al liberalismo en la segunda acepción (ejercicio de la libertad, un don de Dios), y también a no estar cerrado a otros pensamientos mientras no vayan en contra de la fe.
- Cuando hablo de intención no me refiero a la buena intención que haya detrás de un mal acto (ya dice el refrán "de buenas intenciones está el infierno lleno"), aunque el Catecismo reconoce elementos atenuantes dependiendo de esa intención (en el párrafo que usted cita me pone los ejemplos más extremos, pero hay más). Me refiero a la intencionalidad, es decir, para pecar uno ha de tener la intención de hacerlo, realizar un mal conscientemente (o lo que es lo mismo, saber que va a hacer un acto malo). Nadie puede pecar sin querer o por error.
Evidentemente, la Iglesia, trata de no identificarse con un sistema filosófico. De hecho, yo tiendo más al sistema filosófico de Duns Scoto y los franciscanos que a la escolástica. Cierto, es que todo sistema cerrado tiene sus peligros. de hecho, si San agustín hubiera llevado al extremo sus tesis habría acabado en la herejía.
EliminarRealmente, el peligro de Kant es distinguir entre noumeno y fenómeno. Está acotando demasiado la realidad que podemos conocer y de hecho llega a decir que realmente no podemos conocer la realidad en sí, sino lo que provoca en nosotros. A Kant se le engloba dentro de los idealista porque él es quien abre el camino. En verdad fue Descartes con su frasecita: "Pienso, luego existo". En verdad, más apropiado habría sido decir: "Existo, luego pienso". Porque lo uno es consecuencia de lo otro y no al revés.
En definitiva, la filosofía de Kant está encerrada en la propia inteligencia, incapaz de descubrir la realidad, sino únicamente lo que la realidad provoca en nosotros, por eso es un paso más hacia el idealismo de Hegel, quien cuando un alumno le espetó: "Maestro, eso que usted dice no ocurre en la realidad", impertérrito le contestó: "Pues si eso no pasa en la realidad, peor para la realidad".
Suele decirse que el sueño de la razón produce monstruos, en verdad, cuando el pensamiento gira sobre premisas erróneas no puede llegar a conclusiones verdaderas y lo que sí es cierto es que podemos tener un contacto con la realidad, es cierto que no será total, pero sí es auténticamente la realidad.
En todo lo demás, te doy la razón, salvo cuando dices que "nadie puede pecar por error". Mira, una persona por falta de formación culpable puede pecar e imputársele ese pecado precisamente por haber querido caer en la ignorancia de una forma culpable. Y, te diría aún más, aunque una persona cayera en un acto intrínsecamente malo, por error no culpable, no se condenaría por ese pecado, pero por desgracia lo que también es cierto es que ese acto intrínsecamente malo perjudicaría su naturaleza, aun sin culpa. Sufriría un daño real, aunque no pecara conscientemente.