Siento mucho los retrasos, actualizaré el blog de vez en cuando, pero tened paciencia, please:



La vida de un sacerdote en Madrid es algo compleja, hacemos lo que podemos y que Dios ponga el resto. Si quieres contribuir pide a Dios que nos envíe más sacerdotes.

Un fuerte abrazo

miércoles, 3 de enero de 2024

¡Abandonamos el blog por un canal de Youtube!


 Perdonadme, pero me cuesta menos y es mucho más rápido para mí publicar vídeos, que escribir entradas del blog. Así que, a partir de ahora, los nuevos contenidos los encontraréis en:

@sacerdotecatolico


Muchas gracias por vuestra paciencia. ¡Que Dios os bendiga!


     Introducción al canal




 Sobre "fiducia suplicans"

Sobre errores actuales en la evangelización...




 Meditación de Epifanía

miércoles, 27 de diciembre de 2023

¡Feliz Navidad! Y algunas aclaraciones....

 

¡Con la foto de nuestros belenistas parroquiales quería felicitaros a todos la Navidad!

Una Navidad agridulce que nos llega con el desgraciado documento que se enfrenta con 2000 años de tradición de bendiciones.

Pero, gracias a Dios, por encima de vaticanos y vaticinios, Jesús se hace hombre para que nosotros podamos llegar a Dios.

Él asume nuestras pobrezas, también las de los curas, obispos y cardenales para darnos la vida eterna y eso es lo que importa.

Lo único que me importa es la Verdad Revelada por Cristo y su gracia transformadora, a través de la Iglesia. Es Jesús quien nos salva, a través de la Iglesia, en la medida en que ésta transmita fielmente la salvación de nuestro Dios.

Si un cura tratara de perdonar los pecados, pero la persona que se confiesa no tuviera arrepentimiento o propósito de la enmienda... Si un juez eclesiástico diera una nulidad matrimonial por simonía y quien la recibe intentara casarse por la Iglesia... Si un sacerdote intentara bendecir lo que Dios maldice.... Nada sería válido, no se recibiría la gracia y es más, cometeríamos un terrible sacrilegio.

De algún modo, en la Iglesia sólo salvamos y damos la gracia en la medida en que queremos hacer lo que Dios quiere hacer. Si yo trato de hacer algo, que Dios no quiere, entonces es imposible. No hay nada que hacer. Por mucho que fuera el Papa no puedo cambiar la Voluntad de Dios.

Por eso, es tan importante que los curas, obispos, cardenales y el mismísimo Papa nos sometamos a las verdades mantenidas como firmes y definitivas por el magisterio anterior. De otro modo, lo que dijéramos sólo serían disparates que no salvan.

Yo quiero ser fiel a Jesucristo absolutamente y al Papa, en la medida en que no niegue el magisterio anterior, de otro modo no puedo obedecer. Por eso, en conciencia, no puedo usar las "supuestas bendiciones pastorales" que han creado porque son sacrílegas y blasfemas. Además, toda bendición de un sacerdote, en la medida en que se hace "in persona Christi" es litúrgica, pues sólo puedo bendecir lo que Dios bendice.

Yo no puedo bendecir a una pareja que estén unidos por un pecado, porque bendecir a una pareja es bendecir lo que les une. Y no puedo bendecir un pecado.

De modo que yo seguiré actuando en conciencia, según lo que creo que es voluntad de Dios y según la enseñanza que no se puede equivocar de toda la Sagrada Tradición de la Iglesia.

Así que alabo a Dios por todos vosotros, al lado de quienes se encarna nuestro Señor Jesucristo y os bendigo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

jueves, 24 de agosto de 2023

Tercer curso de juveniles: MODESTIA, CONTINENCIA Y CASTIDAD

 

La modestia regula los movimientos del cuerpo, los gestos y las palabras. Como fruto del Espíritu Santo, todo esto lo hace sin trabajo y como naturalmente, y además dispone todos los movimientos interiores del alma, como en la presencia de Dios. Nuestro espíritu, ligero e inquieto, está siempre revoloteando par todos lados, apegándose a toda clase de objetos y charlando sin cesar. La modestia lo detiene, lo modera y deja al alma en una profunda paz, que la dispone para ser la mansión y el reino de Dios: el don de presencia de Dios. Sigue rápidamente al fruto de modestia, y ésta es, respecto a aquélla, lo que era el rocío respecto al maná. La presencia de Dios es una gran luz que hace al alma verse delante de Dios y darse cuenta de todos sus movimientos interiores y de todo lo que pasa en ella con más claridad que vemos los colores a la luz del mediodía.

La modestia nos es completamente necesaria, porque la inmodestia, que en sí parece poca cosa, no obstante es muy considerable en sus consecuencias y no es pequeña señal en un espíritu poco religioso.

Las virtudes de templanza y castidad atañen a los placeres del cuerpo, reprimiendo los ilícitos y moderando los permitidos.
-La templanza refrena la desordenada afición de comer y de beber, impidiendo los excesos que pudieran cometerse
-La castidad  regula o cercena el uso de los placeres de la carne.

Mas los frutos de templanza y castidad desprenden de tal manera al alma del amor a su cuerpo, que ya casi no siente tentaciones y lo mantienen sin trabajo en perfecta sumisión.

El Espíritu Santo actúa siempre para un fin: nuestra santificación que es la comunión con Dios y el prójimo por el amor.

Una de las cualidades de la modestia es hacer fácil la virtud a los demás. La modestia está relacionada con el pudor del cuerpo y del espíritu. De la misma forma que uno cubre su cuerpo para no exponerlo a los demás, uno tiene que vivir también una modestia espiritual de no estar exponiendo los regalos y tesoros de la gracia ante la mirada de los demás. Hoy por hoy, es una de las virtudes más incomprendidas, junto con la humidad y la obediencia.
La castidad es saber amar con el cuerpo. Es guardarse para ser capaz de amar. El que no vive la castidad, no sabrá amar, sino que siempre se estará aprovechando de todos porque no sabrá dominar sus pasiones. El limpio de corazón sabe amar sin buscar su propio interés, sino buscando lo mejor para el otro. [Aquí les podéis dar también una catequesis sobre la pureza sexual].

Preguntas para los chavales:
1. ¿Te exhibes ante los demás?, ¿Vives con vanidad tus relaciones?
2. ¿Haces fácil la virtud a los demás o por tu culpa es más fácil que la gente se escandalice (conduces con tu conversación, tus modales, tu modo de vestir a que la gente peque)?
3. ¿Sabes cuidarte para amar?
4. ¿Vives la continencia de los apetitos, te mortificas o te concedes todos los caprichos?
5. ¿Sabes guardar los sentidos para desear el bien? ¿o vives desparramado al exterior llenándote de imágenes, conversaciones y vanidades sensibles?
6. ¿cuidas y buscas más lo sensible que lo espiritual, tu cuerpo que tu alma?
7. ¿Cómo vives la pureza y castidad?

Tercer curso de juveniles: BONDAD Y BENIGNIDAD; LONGANIMIDAD Y FIDELIDAD:

 

Estos dos frutos miran al bien del prójimo.
La bondad y la inclinación que lleva a ocuparse de los demás y a que participen de lo que uno tiene.
La Benignidad. No tenemos en nuestro idioma la palabra que exprese propiamente el significado de benígnitas. La palabra benignidad se usa únicamente para significar dulzura y esta clase de dulzura consiste en tratar a los demás con gusto, cordialmente, con alegría, sin sentir la dificultad que sienten los que tienen la benignidad sólo en calidad de virtud y no como fruto del Espíritu Santo.


Vemos que estos dos frutos del Espíritu Santo afectan directamente a la Caridad. Estamos viendo que la presencia del Espíritu Santo en el cristiano lo que hace es fundamentalmente aupar y disponer todas las potencias del hombre para prepararle para amar cada vez más. No en vano el Espíritu Santo es la Caridad de Dios.

La diferencia fundamental entre la bondad y la benignidad es que uno puede ser bueno y buscar el bien del otro, pero hacerlo de un modo hosco, que no parezca ser bueno. La benignidad es la amabilidad también en la forma de actuar. Ser bueno y mostrarse bueno, eso serían estos dos frutos unidos.

La longanimidad o perseverancia nos ayudan a mantenernos fieles al Señor a largo plazo. Impide el aburrimiento y la pena que provienen del deseo del bien que se espera, o de la lentitud y duración del bien que se hace, o del mal que se sufre y no de la grandeza de la cosa misma o de las demás circunstancias. La longanimidad hace, por ejemplo, que al final de un año consagrado a la virtud seamos más fervorosos que al principio.

Se trata de estar animado y preparado para cosa grandes, no ser apocado o pusilánime. Tener un alma grande. No amilanarse por las dificultades y hacer las cosas no porque sean fáciles o difíciles, sino porque Dios quiere y como Dios quiere. No tener miedo a las contrariedades, al juicio de los demás, ni a las dificultades para llevar a cabo la Voluntad de Dios.


La fidelidad como fruto del Espíritu Santo, es cierta facilidad para aceptar todo lo que hay que creer, firmeza para afianzarnos en ello, seguridad de la verdad que creemos sin sentir repugnancias ni dudas, ni esas oscuridades y terquedades que sentimos naturalmente respecto a las materias de la fe.

Para esto debemos tener en la voluntad un piadoso afecto que incline al entendimiento a creer, sin vacilar, lo que se propone. Por no poseer este piadoso afecto, muchos, aunque convencidos por los milagros de Nuestro Señor, no creyeron en Él, porque tenían el entendimiento oscurecido y cegado por la malicia de su voluntad. Lo que les sucedió a ellos respecto a la esencia de la fe, nos sucede con frecuencia a nosotros en lo tocante a la perfección de la fe, es decir, de las cosas que la pueden perfeccionar y que son la consecuencia de las verdades que nos hace creer.

No es suficiente creer, hace falta meditar en el corazón lo que creemos, sacar conclusiones y responder coherentemente.
Por ejemplo, la fe nos dice que Nuestro Señor es a la vez Dios y Hombre y lo creemos. De aquí sacamos la conclusión de que debemos amarlo sobre todas las cosas, visitarlo a menudo en la Santa Eucaristía, prepararnos para recibirlo y hacer de todo esto el principio de nuestros deberes y el remedio de nuestras necesidades.

Pero cuando nuestro corazón esta dominado por otros intereses y afectos, nuestra voluntad no responde o está en pugna con la creencia del entendimiento. Creemos pero no como una realidad viva a la que debemos responder. Hacemos una dicotomía entre la "vida espiritual" (algo solo mental) y nuestra "vida real" (lo que domina el corazón y la voluntad). Ahogamos con nuestros vicios los afectos piadosos. Si nuestra voluntad estuviese verdaderamente ganada por Dios, tendríamos una fe profunda y perfecta.

La fidelidad nos lleva a responder a Dios con prontitud, sin convertir la fe en un objeto teórico, sino vivir la fe, llevarla a la práctica y amar a Dios por sí mismo, con alegría y fecundidad. Tener los mismos sentimientos y deseos que Dios. Desear lo que Él desea, Amar lo que Él Ama, Odiar lo que Él Odia. Es la propia y verdadera UNIDAD DE VIDA. Vivir conforme a lo que crees con todo el corazón.

Preguntas para los chavales:

1.- ¿Buscas el bien de los demás o vives con egoísmo?

2.- ¿Eres amable o haces las cosas por los demás a regañadientes?

3.- ¿Amas a los demás por puro amor de Dios o sólo si te caen bien o tienes algún interés en la persona?

4.- ¿Se puede contar contigo cuando puede haber problemas o te diluyes y escaqueas?

5.- ¿Realmente vives de la fe o sólo practicas la fe de vez en cuando y los domingos?

6.- ¿Qué consecuencias tiene tu fe en tu vida?

Tercer curso de juveniles: PACIENCA Y MANSEDUMBRE

 

Paciencia modera la tristeza
Mansedumbre modera la cólera

Los frutos anteriores disponen al alma a la de paciencia, mansedumbre y moderación. Es propio de la virtud de la paciencia moderar los excesos de la tristeza y de la virtud de la mansedumbre moderar los arrebatos de cólera que se levanta impetuosa para rechazar el mal presente. El esfuerzo por ejercer la paciencia y la mansedumbre como virtudes requiere un combate que requiere violentos esfuerzos y grandes sacrificios. Pero cuando la paciencia y la mansedumbre son frutos del Espíritu Santo, apartan a sus enemigos sin combate, o si llegan a combatir, es sin dificultad y con gusto. La paciencia ve con alegría todo aquello que puede causar tristeza. Así los mártires se regocijaban con la noticia de las persecuciones y a la vista de los suplicios. Cuando la paz está bien asentada en el corazón, no le cuesta a la mansedumbre reprimir los movimientos de cólera; el alma sigue en la misma postura, sin perder nunca su tranquilidad. Porque al tomar el Espíritu Santo posesión de todas sus facultades y residir en ellas, aleja la tristeza o no permite que le haga impresión y hasta el mismo demonio teme a esta alma.

La paciencia tiene mucho que ver con la esperanza y la mansedumbre con el dominio de sí, las 2 necesitan o potencian la virtud de la fortaleza. La fortaleza cristiana no es poder conquistarlo todo y ser el más grande, sino que cuando eres pequeño y débil, seas capaz de resistir el mal. Por eso, la fortaleza cristiana depende de la esperanza. 

  • Paciencia. La Iglesia Católica nos enseña que la plenitud de amor, gozo y paz solo se alcanzará en el cielo. Mientras tanto, nuestra vida es una permanente lucha contra enemigos, visibles e invisibles, y contra las fuerzas del mundo y del infierno. Por eso, el Espíritu Santo nos infunde la paciencia para sobrellevar esta lucha con buen ánimo, sin rencor ni resentimiento, haciéndonos superar los obstáculos y las turbaciones que produce en nosotros, y para encontrarnos en armonía con las criaturas con que tratamos. 
De modo que la paciencia nos hace desear el cielo y vemos toda dificultad como una oportunidad para purificarnos o incluso llegar al cielo más fácilmente. Así, ante una persona cargante o incapaz de dialogar, en vez de perder los nervios por no conseguir el objetivo de convencerle, nos hace mirarle con cariño y no esperar más que lo que Dios quiera que hagamos con esa persona. Realmente, la paciencia nos hace vivir la caridad, al posibilitar que podamos ver las cosas desde Dios y no desde nuestros fines egoístas. Visión sobrenatural de las cosas y las personas. Verlo todo desde la mirada de Dios.
La tristeza es amiga del diablo y su mejor colaboradora. Suele introducirla en el ama por la sensibilidad o por un pensamiento negativo. Por eso es tan importante educarse en las virtudes y no dejarse dominar por los estados de ánimo. Controlar los pensamientos y acostumbrarse a luchar contra los pensamientos negativos, sustituyéndolos por pensamientos más de Dios.
  • Mansedumbre. La mansedumbre se opone a la ira, que quiere imponerse a los demás y se opone al rencor que quiere vengarse por las ofensas recibidas. Hace al cristiano delicado y lleno de recursos. Le dispone a entregarse totalmente a cualquier tarea que le venga, pero sin agresividad ni ambición. Nunca trata de dominar a los demás. Sabe razonar sin ira, con persuasión y dulzura en las palabras, y jamás llega a la disputa.
El manso es el que ha alcanzado la fuerza para dominar su carácter. A veces, parece que el fuerte es el que se impone, quien responde con agresividad, pero nada más lejos de la realidad. El fuerte es aquel que pudiendo quitarse de encima la pesado, es capaz de amarle y comprenderle y por amor de Dios quiere llevarle donde Dios quiera. Te olvidas de ti mismo y sabes no responder tirando piedras a los perros que te ladran por el camino, sino que sigues haciendo lo que Dios quiere, sin perder la caridad, aunque todos se te enfrenten. Hace falta una gran connaturalidad con Dios y estar acostumbrado a amar y servir, olvidándose de sí y buscando siempre la voluntad de Dios.
Son 2 de los frutos que afectan más a la fortaleza.

Preguntas para los chavales:
1. ¿Te sueles plantear, antes de tomar una decisión que sería lo que Jesús haría o qué quiere Dios?
2. ¿Si te levantas de mala leche o triste, luchas contra eso o se lo haces ver a todo el mundo?
3. ¿La tristeza o las explosiones de cólera son rasgos característicos de tu carácter? ¿Sabes luchar contra eso?
4. ¿Dominas tus pensamientos o crees que es lícito pensar en cualquier cosa?
5. ¿Eres capaz de ir contra el pensamiento de la mayoría? ¿Tienes carácter o tienes espíritu de combate? ¿Piensas que tienes que luchar contra los demás o te das cuenta de que el combate es contra tus propios defectos, pecados...?
6. ¿Es fácil para ti ver las cosas desde la eternidad o te centras demasiado en lo actual? ¿Cómo podrías mejorarlo? (Habladles aquí de la dirección espiritual)