Siento mucho los retrasos, actualizaré el blog de vez en cuando, pero tened paciencia, please:



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jueves, 24 de agosto de 2023

Tercer curso de juveniles: PACIENCA Y MANSEDUMBRE

 

Paciencia modera la tristeza
Mansedumbre modera la cólera

Los frutos anteriores disponen al alma a la de paciencia, mansedumbre y moderación. Es propio de la virtud de la paciencia moderar los excesos de la tristeza y de la virtud de la mansedumbre moderar los arrebatos de cólera que se levanta impetuosa para rechazar el mal presente. El esfuerzo por ejercer la paciencia y la mansedumbre como virtudes requiere un combate que requiere violentos esfuerzos y grandes sacrificios. Pero cuando la paciencia y la mansedumbre son frutos del Espíritu Santo, apartan a sus enemigos sin combate, o si llegan a combatir, es sin dificultad y con gusto. La paciencia ve con alegría todo aquello que puede causar tristeza. Así los mártires se regocijaban con la noticia de las persecuciones y a la vista de los suplicios. Cuando la paz está bien asentada en el corazón, no le cuesta a la mansedumbre reprimir los movimientos de cólera; el alma sigue en la misma postura, sin perder nunca su tranquilidad. Porque al tomar el Espíritu Santo posesión de todas sus facultades y residir en ellas, aleja la tristeza o no permite que le haga impresión y hasta el mismo demonio teme a esta alma.

La paciencia tiene mucho que ver con la esperanza y la mansedumbre con el dominio de sí, las 2 necesitan o potencian la virtud de la fortaleza. La fortaleza cristiana no es poder conquistarlo todo y ser el más grande, sino que cuando eres pequeño y débil, seas capaz de resistir el mal. Por eso, la fortaleza cristiana depende de la esperanza. 

  • Paciencia. La Iglesia Católica nos enseña que la plenitud de amor, gozo y paz solo se alcanzará en el cielo. Mientras tanto, nuestra vida es una permanente lucha contra enemigos, visibles e invisibles, y contra las fuerzas del mundo y del infierno. Por eso, el Espíritu Santo nos infunde la paciencia para sobrellevar esta lucha con buen ánimo, sin rencor ni resentimiento, haciéndonos superar los obstáculos y las turbaciones que produce en nosotros, y para encontrarnos en armonía con las criaturas con que tratamos. 
De modo que la paciencia nos hace desear el cielo y vemos toda dificultad como una oportunidad para purificarnos o incluso llegar al cielo más fácilmente. Así, ante una persona cargante o incapaz de dialogar, en vez de perder los nervios por no conseguir el objetivo de convencerle, nos hace mirarle con cariño y no esperar más que lo que Dios quiera que hagamos con esa persona. Realmente, la paciencia nos hace vivir la caridad, al posibilitar que podamos ver las cosas desde Dios y no desde nuestros fines egoístas. Visión sobrenatural de las cosas y las personas. Verlo todo desde la mirada de Dios.
La tristeza es amiga del diablo y su mejor colaboradora. Suele introducirla en el ama por la sensibilidad o por un pensamiento negativo. Por eso es tan importante educarse en las virtudes y no dejarse dominar por los estados de ánimo. Controlar los pensamientos y acostumbrarse a luchar contra los pensamientos negativos, sustituyéndolos por pensamientos más de Dios.
  • Mansedumbre. La mansedumbre se opone a la ira, que quiere imponerse a los demás y se opone al rencor que quiere vengarse por las ofensas recibidas. Hace al cristiano delicado y lleno de recursos. Le dispone a entregarse totalmente a cualquier tarea que le venga, pero sin agresividad ni ambición. Nunca trata de dominar a los demás. Sabe razonar sin ira, con persuasión y dulzura en las palabras, y jamás llega a la disputa.
El manso es el que ha alcanzado la fuerza para dominar su carácter. A veces, parece que el fuerte es el que se impone, quien responde con agresividad, pero nada más lejos de la realidad. El fuerte es aquel que pudiendo quitarse de encima la pesado, es capaz de amarle y comprenderle y por amor de Dios quiere llevarle donde Dios quiera. Te olvidas de ti mismo y sabes no responder tirando piedras a los perros que te ladran por el camino, sino que sigues haciendo lo que Dios quiere, sin perder la caridad, aunque todos se te enfrenten. Hace falta una gran connaturalidad con Dios y estar acostumbrado a amar y servir, olvidándose de sí y buscando siempre la voluntad de Dios.
Son 2 de los frutos que afectan más a la fortaleza.

Preguntas para los chavales:
1. ¿Te sueles plantear, antes de tomar una decisión que sería lo que Jesús haría o qué quiere Dios?
2. ¿Si te levantas de mala leche o triste, luchas contra eso o se lo haces ver a todo el mundo?
3. ¿La tristeza o las explosiones de cólera son rasgos característicos de tu carácter? ¿Sabes luchar contra eso?
4. ¿Dominas tus pensamientos o crees que es lícito pensar en cualquier cosa?
5. ¿Eres capaz de ir contra el pensamiento de la mayoría? ¿Tienes carácter o tienes espíritu de combate? ¿Piensas que tienes que luchar contra los demás o te das cuenta de que el combate es contra tus propios defectos, pecados...?
6. ¿Es fácil para ti ver las cosas desde la eternidad o te centras demasiado en lo actual? ¿Cómo podrías mejorarlo? (Habladles aquí de la dirección espiritual) 

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