Siento mucho los retrasos, actualizaré el blog de vez en cuando, pero tened paciencia, please:



La vida de un sacerdote en Madrid es algo compleja, hacemos lo que podemos y que Dios ponga el resto. Si quieres contribuir pide a Dios que nos envíe más sacerdotes.

Un fuerte abrazo

sábado, 11 de junio de 2016

¿Y respecto a la nueva parroquia? Haremos lo que podamos...


Esta mañana, hablando con un sacerdote del que me fío mucho, empezaba a ver que realmente es necesario tener un proyecto de parroquia, de lo que quiero que llegue a ser mi nueva parroquia. Aunque sinceramente, llevo pensando en esto muchos años. Siempre que he iniciado un grupo, siempre que he comenzado en una parroquia nueva he ido perfilando lo que yo creo que debería ser una parroquia completa.
Resultado de imagen de distintos grupos juntosPrimero, una parroquia debe ser comunidad de comunidades. Todo católico debería tener un lugar en la parroquia. Evidentemente, todos los movimientos e instituciones capaces de convivir en comunión con otros deberían tener cabida en una parroquia. Pero, sin excluir a los que no tienen movimiento o no pertenecen a algo.
De hecho, los primeros en los que habría que pensar es en éstos. Por esto, más que un minivaticano, una parroquia debería ser una Comunidad. De ahí vamos al segundo punto.
Resultado de imagen de familiaSegundo, una parroquia debería poder ser autónoma con respecto a las demás instituciones y movimientos, no respecto a la diócesis. Me refiero a que una parroquia debería poder dispensar todos los medios de salvación que un cristiano pueda necesitar, sin tener que recurrir a ningún movimiento. Por eso, la parroquia debería poder ofrecer no sólo los sacramentos, catequesis y cáritas, sino la posibilidad de crecer plenamente en la fe: grupos de formación, auténticas comunidades cristianas, plataformas apostólicas para poder evangelizar, retiros, ejercicios espirituales, dirección espiritual, tiempos de oración y adoración, lugar de encuentro entre las familias del barrio... Una respuesta adecuada a la necesidad espiritual actual. Efectivamente, que quepan los movimientos, pero que no sean lo central de la parroquia, que todo el que quiera vivir su fe, sin depender de una espiritualidad concreta pueda y que los sacerdotes de la parroquia respeten profundamente la libertad y el camino que Dios quiere recorrer con cada feligrés concreto. La atención básica de la parroquia debería ser a la familia.
Que quepan los movimientos y cualquier persona tenga la espiritualidad que tenga, pero que quien entre en un movimiento no sea porque no se le haya ofrecido una plenitud de vida cristiana, sino que entren en los movimientos porque efectivamente sea su vocación, sabiendo que no existe un movimiento universal que todo el mundo deba entrar en él. Lo único universal es la Iglesia Católica.
Resultado de imagen de adoracion eucaristicaTercero, una parroquia evidentemente debería estar centrada en Cristo y muy especialmente en la Eucaristía y en la confesión. Una vez bautizados,  el encuentro habitualmente con Cristo se produce en estos dos sacramentos. Como hay tantos quehaceres en la vida diaria del sacerdote en activo, deberíamos poder disfrutar en cada parroquia de uno o dos sacerdotes liberados de otras ocupaciones, que pudieran atender el confesionario. Deberíamos centrar los apostolados en enseñar a la gente a tratar con intimidad al Señor y adorarle con toda el alma, por eso deberíamos disfrutar de ámbitos propicios para esto. No puede ser que los feligreses no puedan rezar con paz en la parroquia.
Cuarto, una parroquia que necesariamente debe ser madre, debería aprender de la Madre de Cristo, una parroquia debe vivir una profunda unión con María, que es la protectora, garante y la que lleva a su plenitud la fe de sus hijos. Por eso, cada parroquia debería ser profundamente mariana.
Quinto, una parroquia debe vivir su vocación al exterior. O la parroquia es evangelizadora y misionera o estará encerrada en sí misma y bajo capas de oración o acción, estará muerta. La vida de una parroquia se mide por las conversiones.
Resultado de imagen de eucaristía y confesionSexto, como toda realidad eclesial, la parroquia debe vivir su propia y específica vocación. Todos en la parroquia deben poder encontrar su propia vocación divina. Deberíamos ser maestros en el arte de reconocer la vocación de cada uno, la voluntad de Dios sobre cada uno y sobre la parroquia como comunidad eclesial. Por eso, sería necesaria una apertura grande al Espíritu Santo y a sus infinitos modos de derramarse sobre nosotros.
Séptimo, los privilegiados de la parroquia deberían ser lo débiles, los pecadores, los pobres en todos los sentidos, los que nadie quiere, los que han sido expulsados de las demás instituciones.
Resultado de imagen de jesus lava los piesOctavo, por otra parte estoy harto de escuchar la siguiente frase: "A los laicos hay que educarlos". ¿Qué pasa que a los curas no? Esa frase muchas veces la he oído como excusa para no servir. Para evitar que los laicos te molesten. Por eso incluyo este último punto: En la medida en que se pidan las cosas con causa justa, la parroquia debe estar a los pies de sus feligreses. Una parroquia es erigida para servir, por eso el cura tiene autoridad, una autoridad para poder servir a sus feligreses.  En la medida de lo posible, deberíamos desvivirnos por servir a los feligreses en lo que ellos nos pidan.
Yo creo que estos ocho puntos definen lo que yo creo que debería ser una parroquia. Lo que sueño con mi futura parroquia.
¿Así que cómo voy a entrar en la parroquia? Intentando crear una comunidad difícil de conseguir, que cada uno, sea de la espiritualidad que sea, sienta la parroquia como su propia casa. Después, intentando servir en lo que me pidan. No quiero montar los grupos que yo quiero, quiero observar qué es lo que realmente necesitan y sobretodo responder a los clamores generales. La gente no es tonta y sabe lo que necesita. A lo mejor, lo primero que debo hacer es escuchar. Ponérselo fácil a la gente y empezaré, si Dios quiere por algo muy sencillo: en vez de castigar a los feligreses con homilías largas, tratando de no superar los 35-40 minutos de Misa de domingo, incluyendo cantos. Es un buen modo de empezar, ¿verdad?
Os pido que recéis por mí y por mi nueva parroquia, para que Dios me inspire nuevos modos de servirles mejor. Lo único que quiero es poder darles a Cristo, a todos y a cada uno. En la medida de mis posibilidades. Mejor en la medida de los milagros, que estoy seguro, el Señor va a suscitar. ¡Bendito sea Dios! Que Dios nos de sensatez, sentido común, amor a Él y a los hermanos.

miércoles, 8 de junio de 2016

Me cambian de parroquia. ¿Qué he querido hacer en La Visitación?




Hace un mes llegó mi sustituto a la parroquia. Se llama Felipe Rosario Bruno. En este tiempo le he pasado todos mis grupos. Ahora, estoy sólo con direcciones espirituales y sacramentos y me quedé con el grupo de juveniles para preparar el campamento, por la complejidad del mismo.

Es una época curiosa. Tienes que arrancarte de la gente con la que has estado cinco años, personas a las que has llegado a querer mucho y es que es gente estupenda.

Un ejemplo: Al llegar a la parroquia había un grupo de teatro, en el que algunos monitores, muy majos, sin ninguna cobertura sacerdotal, hacían lo que podían y lo hacían muy bien: se llevaban a los chavales a residencias de ancianos a echar una mano, alguna catequesis les daban y tenían sus representaciones, a pesar del coro rociero que les tiraban los escenarios a la basura... Gente muy buena, que hacían lo que podían sin poder contar con un sacerdote que les echara una mano. Los responsables del mismo se me presentaron y me ofrecieron hacerme cargo de ellos para ayudarles. Sin poner una sola dificultad, a pesar de que les cambié radicalmente el modo de trabajar con los chavales con muy poca prudencia por mi parte, en un mes habíamos montado el germen de lo que llegaría a ser un grupo de juveniles más o menos fuerte. Todo gracias a su docilidad. Nunca he encontrado una disponibilidad mayor y me he acostumbrado a que la gente sea "demasiado" buena. Aunque ellos no lo sepan porque siempre les pido más, son el mejor equipo que he tenido nunca y estoy tremendamente orgulloso de ellos y agradecido. Cuando alguien me dice lo mucho que he hecho en la parroquia, siempre tengo que reconocer con un gran orgullo, que todo lo han hecho los chavales de la parroquia, yo sólo les he guiado.

Ya tenía planes para el futuro de la parroquia. Este curso cerrábamos la fase de la creación de grupos e íbamos a inaugurar una nueva etapa: la del crecimiento y consolidación. Este año cambian los jefes, los mayores se jubilarían y los chavales a los que hemos formado desde el principio son los nuevos responsables. Este año iba a ser el "boom" de esta actividad. Pues son jóvenes forjados en un estilo muy bueno, que se apoyan entre sí y se completan porque se conocen y se quieren: son una auténtica comunidad cristiana, aunque todavía no lo saben del todo.

Este año sí que íbamos a tirar con fuerza para arriba, mejorando los juegos y las actividades, preparando nuevos temarios... En fin, canela en rama. Pero, también es cierto que ya se iba acercando el momento en el que yo debía abandonar esta parroquia que ha sido un lujo.

El grupo de matrimonios "senior", los mayores, este año sí que se han convertido en un grupo de amigos (gracias fundamentalmente a la convivencia) que se quieren y les une Cristo. Este año sí que iba a ser un gran año, el que un grupo de matrimonios se convirtieran en auténtica comunidad.

El grupo de matrimonios jovencitos ya son amigos, lo único que les falta es crecer en intimidad con Cristo y este año ya estábamos empezando a ver temas fuertes de formación familiar (Humanae Vitae...) y de espiritualidad (Parte IV del catecismo), nos reuníamos cada quince días y aunque costase un poco, manteníamos las cenas. Éste iba a ser un año de consolidación y de abandonar un cierto aburguesamiento, renunciando a lo fácil buscando lo mejor.

El grupo de jóvenes, con sus tentaciones constantes de irse a grupos que funcionan mejor y les exigen menos, poco a poco, iban dándose cuenta de qué es realmente una comunidad cristiana. Parecía que estaban dispuestos a luchar, pero necesitan siempre muchos ánimos, son inconstantes, se cansan y necesitan estímulos constantes. Éste iba a ser el año de la madurez.

En fin, este curso que empieza prometía. La primera fase de creación de los grupos parecía que ya terminaba tras cinco años fantásticos y ahora comienza la segunda fase de la pastoral en la parroquia, el crecimiento y la consolidación de todas las actividades.

No pensaba yo, que el cambio me excluyera... Ja, ja, ja, ja... Realmente, uno lo reza despacito y te das cuenta de que efectivamente, lo que ya estaban necesitando todos los grupos era un cambio de sacerdote y Dios habla a cañonazos.

Resultado de imagen de cimientosMi ministerio en esta parroquia ha sido disfrutar como un loco montando muchos grupos, eligiendo monitores y catequistas y formando líderes capaces de hacer un apostolado formidable. Ha sido el de cavar los cimientos y echar hormigón. Ahora le toca a otro sacerdote levantar un edificio bien bonito que merezca la pena. Hacen falta condiciones y facultades distintas y también me doy cuenta de que aunque les quiero un montón, quizás me falte la delicadeza para atraerlos a todos. Soy un pánzer y quizás por eso, Dios quiere que otro sacerdote aporte a esta parroquia lo que yo no puedo. ¡Bendito sea Dios!

La verdad es que este tiempo hasta que me vaya duele mucho, soltando los grupos, apartándome voluntariamente para que el nuevo sacerdote encuentre su sitio, sobretodo cuando es una despedida prolongada hasta septiembre. Pero no quería yo centrarme en esto.

¿Qué es lo que hemos pretendido estos años? Llegué a la parroquia simplemente con las catequesis de confirmación asignadas por el párroco y horas por delante de confesionario. Poco a poco, empecé a tener direcciones espirituales, empecé a ver lo que ya había en la parroquia y empezaron los feligreses a pedirme cosas... De modo, que simplemente atendí a lo que me pedían y el párroco siempre estaba de acuerdo y me alentaba. Así fue cómo empezamos a montar las actividades de la parroquia.

Lo único que aporté yo es un esquema. Yo no quería que mis grupos fueran sólo de formación. Tenían que buscar a Cristo con toda el alma y debían convertirse en una comunidad real de vida cristiana. ¿Cómo entiendo yo la comunidad? Os lo explico con un mensaje de Whatsapp que les mandé a los jóvenes.

El grupo de jóvenes tiene un gran problema: lo quieren todo para ayer y no tienen paciencia con nadie, ni siquiera con ellos mismos. De modo que hoy se quieren como si fueran hermanos, pero si la tensión no se mantiene siempre, acaba resultando que los que eran más que hermanos hoy ni se conocen... De modo, que también suelen confundir la comunidad con la amistad. Sólo soy hermano de quien es mi amiguito del alma. Por eso, creí oportuno dejarles un whattsapp para que de vez en cuando pudieran tomarse el pulso respecto a lo que es una comunidad. Les decía:

"Os escribo cuatro notas para que os acordéis de lo fundamental de una comunidad, lo que diferencia una comunidad de un grupo sin más:
1.- La razón que te une al resto no es la amistad, intereses particulares o negocios. Quien os ha unido es Cristo.
2.- La razón por la que acoges al prójimo no es que te caiga bien, sino porque sabes  que Dios le ha puesto en tu camino, aunque al principio, aparentemente no vaya a aportarte gran cosa. Ver a cada hermano como un regalo de Dios.
3.- Dios nos reúne, en torno a Cristo, para que continuemos su misión en el mundo: tienen que existir distintos apostolados o servicios a la Iglesia y al mundo que podamos desarrollar juntos. Dimensión apostólica.
4.- La finalidad por la que nos unimos es para alcanzar  el cielo y si fuera necesario robar un pedacico para nuestros hermanos."

En principio, a mi entender, si has entrado en una comunidad, no deberías irte a no ser que haya motivos graves. Odio profundamente al turismático. Aquella persona que va huevereando de grupo en grupo buscando el grupito en el que se esté más calentito.

Debemos asumir la responsabilidad de la propia comunidad. Es cierto que no siempre sacarás algo de ella, pero sí se aprecia una clara voluntad de Dios: hay que sacar la comunidad adelante. Habrá veces que los robustos tendrán que cargar con los endebles. En esas ocasiones parece que el endeble sobra y no aporta nada... ¿Seguro? Por lo menos, te obliga a amar.

La pregunta que se hacen siempre es: "¿qué me aporta la comunidad?". A lo mejor sería bueno plantearse esto otro:  "Si Dios me ha dado hermanos, ¿qué debería hacer yo con ellos?"

Cierto es que mola más las comunidades grandes y estupendas en las que todo funciona aunque tú no estés. Pero como de eso ya hablé en otra entrada no voy a insistir.

Lo único que yo pretendía es que no todo fuese formación, sino que se encontraran con Cristo, tuvieran todos los medios necesarios para la santidad (incluyendo retiros y ejercicios espirituales), que no necesitaran irse fuera de la parroquia para encontrar a Cristo y que se descubrieran hermanos, necesitados los unos de los otros. Por eso, determiné que la estructura de los grupos fuese variada:

1- Una hora de formación. A ser posible que unos enriquecieran a los otros (esto no lo conseguí): leyendo temas de formación y luego desde la propia experiencia de vida poder enriquecerse con un diálogo. Al final, aunque a veces forzaba el diálogo, les daba yo una buena formación porque no conseguí que leyeran nada.
2- Media hora de oración: enseñarles a hablar con Dios tranquilamente en el sagrario. Potenciar su vida interior, su contemplación, meditación, oración, intercesión, adoración, alabanza, petición y acción de gracias...
3- Cenar juntos. Compartir un pequeño ágape en el que fuera creciendo la amistad.
4- Apostolados varios: intentar que se juntaran para montar el grupo de juveniles, para atender a los pobres con las misioneras de la caridad o atendiendo una residencia de ancianos...
5- Que el grupo se convirtiera también en una plataforma apostólica: que pudieran traer a sus amigos... Aquí tuvimos un problema, al ser una formación sistemática, quien venía sólo de vez en cuando, no se enteraba de nada. Hubiera que haber montado unas charlas ocasionales para traer mejor a los amigos.
6- A través de convivencias y viajes, conseguir unirles definitivamente y abrir los grupos a mucha más gente a la que pudieran invitar y que en pocos días pudieran disfrutar de una experiencia netamente cristiana.
7- Apertura a la Iglesia como Madre, Iglesia Diocesana e Iglesia Universal, sobretodo con los encuentros en la JMJ y la adoración al Santísimo con el obispo e intentando que se abrieran al arciprestazgo. En el grupo de juveniles hemos conseguido algo, con el grupo de jóvenes he fracasado.

Éstos han sido los ejes vertebradores de mi apostolado en esta parroquia y creo que mejorando ciertas cosas, ya he fijado un cauce adecuado a mi apostolado futuro.

Estos días estoy dando muchas gracias a Dios por mis compañeros sacerdotes de esta parroquia, de los que tanto he aprendido. Todo lo que hemos hecho, ha sido en equipo. Quizás, en estos grupos yo haya figurado más, alguien tenía que montarlos, pero si no hubiese sido por don José Ignacio, llevando tanta gente en dirección espiritual, apoyando desde la oración y supliendo en las misas cuando yo me iba de convivencias, Don Manuel otro tanto, además dejándome hacer lo que me ha dado la gana, dándome carta blanca para todo y soltando bastante dinero para becas... Sin sus consejos, oración y paciencia no se hubiera podido hacer nada.

Han sido auténticas lecciones que he recibido y muchas de las cosas que llevaré a cabo como párroco ha sido aprendiendo de ellos. Nunca han perseguido el éxito, sino cuidar a cada uno.

Hubo una época larga de la parroquia en la que estuvo un sacerdote muy bueno, pero algo débil. Quizás, otros curas habrían presionado para que se fuera. Éstos no, estos grandísimos sacerdotes le apoyaron, le cuidaron y mimaron y le ayudaron a salir para adelante. Aunque durante 11 años no hubiera grupos en la parroquia, habían creado el caldo de cultivo ideal. Una auténtica fraternidad sacerdotal. Eso es lo que más he aprendido porque es precisamente lo que más me faltaba a mí, que sólo sabía mirar por los resultados. ¡Tonto de mí!, cuántas oportunidades he perdido...

Doy también las gracias a Dios porque nunca he encontrado tantas ganas de Dios en unos feligreses. Todo lo que hemos hecho ha fructificado porque la gente de esta parroquia estaba deseando que les diéramos a Dios. Gracias por tanta fidelidad y entrega porque todo lo que hemos hecho, realmente lo han ejecutado los laicos. Gracias a los jóvenes que ya talluditos quisieron entregar prácticamente todos sus fines de semana (cito literalmente lo que me dijeron varios jóvenes) "para que los niños de la parroquia pudieran tener los grupos de parroquia que a nosotros nos hubiera gustado tener a su edad". Si eso no es entrega, no sé yo qué lo será.

Doy gracias a Dios por las muchas familias numerosas que me he encontrado, por los padres que se fiaron de nosotros a prueba de bombas, por los padres que se convirtieron gracias a sus hijos, por todos los niños que han venido un domingo tras otro, por las Misas abarrotadas de fieles, por todas las confesiones y direcciones espirituales que han dado sentido a mi ministerio sacerdotal... Por tantas personas y regalos como Dios nos ha hecho en esta pedazo de parroquia durante estos cinco años...

Decidme si no es arrancarse un poco el corazón dejarles atrás...

Y, sin embargo, salgo de aquí con muchísima alegría porque sé que esto puede seguir tirando para arriba sin mí y eso es haber completado la misión. Nunca habrá habido una transición de sacerdotes con menos bajas. Y eso es que la comunidades empiezan a estar maduras. No eran míos, que era uno de los miedos de don Manuel, que dependieran demasiado de mí. Les hemos demostrado que sois de Dios. ¡Toma ya! No sois borjianos, sino cristianos.

Todo lo que he dicho sobre los planes que tenía para el futuro de los grupos, ya no son proyectos míos. Serán otros quienes los lleven a término y eso es bueno. Viene bien la sangre fresca.

Yo ya voy saliendo, me voy apagando en esta parroquia. Ya me voy despidiendo. Conviene que él crezca y yo disminuya... Por eso, no voy a Cracovia, para que Felipe pueda hacerse de una vez con los jóvenes y enganchen con él. ¡Bendito sea Dios! No podemos trabajar por lo que nos apetezca o nos guste más. Tenemos que hacer lo mejor para los feligreses. Eso está bien.

Y mi corazón está en paz, evidentemente con dolor, pero también con mucha, mucha gratitud y ahora que sé dónde voy, preparándome para servir a una nueva comunidad con todo mi corazón, con todas mis fuerzas, con toda mi mente. Porque mi amor a Dios, pasa por amar a cada persona que Él me ponga en el camino, eso es ser sacerdote. Con mucha ilusión. Y yo, que en otra época creí que nunca más podría sentir. Anda que no caben sentimientos distintos en este pecho que Dios me ha dado y yo he agrandado a base de chuletones... Jejejeje.

Rezad los que leáis esto por esta formidable parroquia, por la parroquia a la que me destinan y por estos pobres curillas, que tanto lo necesitamos.

Veréis que doy muchas gracias y pido poco perdón. Pues veréis, es que hoy no era el día. Si queréis leer mis peticiones de perdón las encontraréis en el confesionario y en mi última homilía en esta parroquia, que tanto me ha tenido que sufrir. ¡Pobrecillos!

Un abrazo muy fuerte. Os llevaré siempre en mi corazón.

Creo que eso es normal, acordarse de ese curilla que tanto bien te hizo, rezar por él y en el fondo reencontrarnos en el cielo, un día.