Algunas personas se han sobresaltado con lo que el Papa dijo en la homilía del EMF en Milán.
Algunos medios de comunicación comentaban que el Papa quiere cambiar la doctrina de la Iglesia sobre el acceso a los sacramentos de personas divorciadas y vueltas a casar (por lo civil, se entiende, esto último).
Por otra parte, algunas personas me han pedido que explique un poco la situación eclesial de estas personas.
Antes de nada, comentar que yo estoy en una situación parecida (¡uy! qué horror un sacerdote divorciado de Dios!). No es eso. Mi hermano mayor se ha divorciado y creo yo que no descartaría volver a casarse, espero que se le quite la tontería, pero bueno. Cuando "sufrió" el divorcio no quería comulgar porque pensaba que el cura le negaría el acceso a la comunión.
Es cierto que la Iglesia no considera "real" el divorcio más que en determinadas circunstancias (los llamados privilegios paulino y petrino) y también podría considerarse asi el llamado matrimonio rato y no consumado.
¿Cómo va a romperse lo que es indisoluble? El divorcio es una ficción jurídica, las personas tenemos la capacidad de entregarnos para siempre (tema de otra entrada que haremos dentro de poco).
¿Qué es el matrimonio rato y no consumado? Es aquel matrimonio en el que se ha celebrado la boda, pero no han llevado a su plenitud la entrega del cuerpo. Esto es, simplificando, se casaron, pero no realizaron el acto sexual.
Por la importancia que tiene para el matrimonio la entrega de la vida, del alma y del cuerpo, se entiende que si no se han unido carnalmente, el "contrato" matrimonial no se ha plenificado o completado y, por eso, pueden romper el papel porque no se han entregado la vida. Así que un conato de matrimonio muere antes de completarse.
Los llamados privilegios petrino y paulino sí son realmente divorcios admitidos por la Iglesia.
¿Cómo puede la Iglesia admitir divorcios? Antes expliquemos en qué consisten estos privilegios para poder luego juzgar la situación.
Imaginaos que no estáis bautizados y os casáis con otra persona no cristiana. En un momento de la vida te conviertes y decides vivir conforme al evangelio, pero la persona con la que te casaste te lo impide. La autoridad del Papa puede romper el matrimonio civil que te ligaba para que puedas practicar con libertad la religión (éste es el paulino).
El privilegio petrino es que si eres un infiel polígamo, estás casado con varias, cuando te conviertes al cristianismo y te bautizas puedes elegir con quién de tus mujeres te quedas o rechazarlas a todas o casarte con otra distinta.
Se entiende que la potestad de la Iglesia y del Romano Pontífice es superior a los efectos del matrimonio civil previo. En el caso del matrimonio polígamo, ni siquiera se entiende como un verdadero matrimonio ya que se rechazan las notas que hacen válido cualquier matrimonio natural (un único matrimonio, para toda la vida y ordenado a la procreación y educación de los hijos), no hablemos ya del sobrenatural...
Visto todo esto, ¿ha cambiado en algo la actitud del Papa sobre los divorciados?
En nada, una persona que se casa y se divorcia no puede volverse a casar con otra distinta porque la Iglesia (fuera de estos privilegios que hemos explicado) no entiende posible la ruptura. Te has casado y vas a seguir casado con esa persona, aunque te divorcies por lo civil.
Imaginaos que uno ha sufrido un divorcio y era la parte inocente. Piensa que tú te has desvivido por sacar adelante el matrimonio, has hecho todo lo posible y aún así tu cónyuge decide irse. ¿Cómo no vas a poder comulgar? Esa persona, mientras sepa que sigue vinculado de por vida con la desgraciada/o que le ha dejado tirado, puede, debe y el Señor está encantado de poder absolverle los pecados y dársele en la comunión. Es el que más necesita a Dios.
Por otro, imagínate que eres el desgraciado que ha dejado tirada a tu mujer o viceversa, pero llega un momento en el que te arrepientes y decides cambiar, pero ¡ay amigo! tu cónyuge ya no quiere volver a tu lado. Tú estás arrepentido y quieres vivir conforme al evangelio. Puedes confesarte, por supuesto, ¡qué más puede querer Dios que el pecador se arrepienta y viva! y una vez confesado también puedes comulgar.
Imaginemos una cosa más, que los dos tenéis la culpa y al final os vais cada uno por vuestra cuenta, pues antes de comulgar tendrás que arrepentirte y confesarte de tus pecados (¿y si no puedo volver si no cambia la persona con la que me casé?). La Iglesia admite la posibilidad de la separación, siempre y cuando entiendas que tu vínculo con tu cónyuge perdura, aunque no podáis volver a convivir. En todo caso, si te arrepientes de tus pecados puedes confesarte y comulgar, por supuesto.
¿Entonces quién es el que no puede comulgar? La persona que una vez que se ha divorciado se case o conviva maritalmente con otra persona distinta de su verdadero cónyuge (aunque se casara por lo civil, la Iglesia nunca considera válido ese segundo matrimonio hasta que muera tu cónyuge real).
¿Por qué no puede comulgar?, ¿está excomulgado?, ¿Ya no forma parte de la Iglesia?
Conviene aclarar lo primero de todo que no está excomulgado: puede participar en grupos de formación, puede y debe venir a Misa, puede rezar y participar públicamente en actividades de la Iglesia... La única razón por la que esta persona no puede recibir los sacramentos es porque vive en pecado.
Imaginaos que yo peco mortalmente (no hace falta mucha imaginación) y no me arrepiento de mi pecado. Pues, no puedo comulgar porque para poder comulgar hace falta ser consciente de a quién recibes; no haber comido una hora antes de comulgar; y estar en gracia. Como estoy en pecado no puedo comulgar. Necesito arrepentirme y confesarme y entonces ya podré comulgar.
Si un cura sabe que estoy en pecado, tiene que darme la comunión porque es un pecado que no es público. Nadie tiene por qué saber si he confesado o no. Yo no debo comulgar, pero el cura no puede negarme la comunión si yo me acerco en la Misa.
Imaginaos que no sólo he pecado, sino que lo he hecho públicamente, por ejemplo, calumniando públicamente a mi párroco. Pues, en este caso, el cura no puede darme la comunión hasta que yo me retracte públicamente porque el pecado ha sido público. Si yo me pongo en la fila de la comunión, el cura debe negarse a dármela hasta que yo me retracte públicamente.
Como el matrimonio civil es un asunto público, igual que la convivencia en pecado, el sacerdote debe negar la comunión a las personas que hayan obtenido el divorcio y estén conviviendo maritalmente con otra.
Aquí surge un problema: en la sociedad actual, ¿quién conoce a cada uno de sus feligreses? No me cabe la menor duda de que seguramente yo haya dado la comunión a muchos divorciados que se han vuelto a casar porque no les conozco y no sé la situación en la que vive cada uno de mis feligreses.
Desde luego, no están excomulgados, no pueden comulgar porque no viven conforme al Evangelio, pero siguen siendo hijos de la Iglesia. Lo único que deberían hacer es convertirse y vivir conforme a la verdad de sus vidas y así podrían acceder a los sacramentos. Del mismo modo que si yo paso absolutamente de mi párroco y le denigro públicamente, como condición para la absolución deberían ponerme que me retracte públicamente y sólo después podrían absolverme y darme la comunión.
¿Cómo debe tratar la Iglesia a estas personas?
Una persona que se ha divorciado y se ha vuelto a casar no está excomulgado, es un hijo de la Iglesia. Bien mirado, ¿cuántas personas viven hoy en pecado? Celebras un matrimonio o un funeral y muchísimas personas no comulgan porque saben que están en pecado y no se ha confesado. Muchos no van a Misa el domingo, alguno pone los cuernos a su mujer o a su marido; otros se han peleado con sus hermanos por una herencia; unos pocos roban en sus trabajos y se aprovechan de sus empleados.... ¿Por qué íbamos a tratar de otro a estos pobres divorciados vueltos a casar?
La Iglesia trata con amor de Madre a cada uno de su hijos y vela de un modo muy especial por quienes más lo necesitan. Estas personas tienen derecho y obligación de rezar, de ir por algún grupo a recibir formación, tienen que seguir yendo a Misa aunque no puedan comulgar porque no pueden recibir la absolución. Pueden también participar en actividades de la Iglesia públicamente, no son apestados. Incluso algunos tratan de confesarse sabiendo que el cura no les puede dar la absolución... Están deseando recibir a Dios, pero no tienen fuerzas para cambiar de situación.
En muchos casos son situaciones dolorosísimas, aman realmente a la persona con la que conviven y viven una situación extremadamente forzada. No entienden por qué Dios no les permite comulgar y tienen grandes tentaciones de echarle la culpa a la Iglesia, pensando que una cosa es Dios y otra las normas de la Iglesia.
Habrá que acompañarles, alentarles y sostenerles, rezar por ellos y muy importante no engañarles con soluciones fáciles, pero sin juzgarles. ¡Yo no sé cómo actuaría en su situación! Lo único que sé es que la Verdad se puede mostrar con muchísimo cariño y comprensión. La verdad y la caridad van de la mano. Una mentira fácil con el pretexto de la caridad y la comprensión es una falta gravísima contra la lealtad a esas personas que tienen derecho a conocer la verdad de su situación y unas palabras dichas de un modo duro y severo, rompen la verdad que pudieran contener y se transforman en una mentira brutal.
¿Cómo salir de esta situación?
Con el evangelio, aceptando la liberación que sólo Dios puede traernos y viviendo conforme a la verdad. En muchos casos, sólo dejando a la mujer o el hombre con el que convives puede hacer que caigan las razones por las que no puedes recibir la absolución. cuando decides abandonar tu pecado y vivir conforme a la verdad que Dios te revela.
El algunas ocasiones, si tienes hijos con esa persona que no es tu cóyuge, por el bien de los hijos se acepta que sigáis conviviendo, pero abandonando cualquier conducta marital. Esto es, que no durmáis en la misma cama y que decidáis no volver a uniros carnalmente. ¿Por qué se permite esto? Por el bien de los hijos, que tienen derecho a convivir en un hogar con sus padres. La Iglesia considera muy importante a los niños, aunque en aras de una supuesta libertad al estado de derecho español actual le importa bastante poco que los niños ya no tengan familia, ni hogar cuando sus padres se divorcian. La Iglesia prefiere que te expongas a pecar (conviviendo con esa persona que no es tu cónyuge) con tal de que los hijos que tenéis en común puedan disfrutar de la propia familia y del propio hogar. La Iglesia sí sabe amar y dar importancia a lo que la tiene. Si te acuestas con esa persona tendrás que confesarte porque no es tu cónyuge, pero si decidís vivir la verdad de vuestra relación (no estáis casados y por eso no tenéis derecho sobre el otro) podéis convivir por el bien de los hijos.
Hay alguna otra razón grave para aceptar esa situación, como puede ser la imposiblidad de acceder a otra casa.
En todo, se exige el querer vivir al modo de Dios. Aceptando la ley divina sobre el matrimonio y la familia y aceptando la verdad de tu vida.
Pero ¡qué difícil es no engañarse ni ponerse excusas!, ¿verdad?
Espero haber contestado a las preguntas que me habéis formulado estos días, aunque me ha salido pelín largo he resumido cuanto he podido, aún a riesgo de simplificar demasiado una realidad muy compleja.
Un fuerte abrazo para todos.
Por otra parte, algunas personas me han pedido que explique un poco la situación eclesial de estas personas.
Antes de nada, comentar que yo estoy en una situación parecida (¡uy! qué horror un sacerdote divorciado de Dios!). No es eso. Mi hermano mayor se ha divorciado y creo yo que no descartaría volver a casarse, espero que se le quite la tontería, pero bueno. Cuando "sufrió" el divorcio no quería comulgar porque pensaba que el cura le negaría el acceso a la comunión.
Es cierto que la Iglesia no considera "real" el divorcio más que en determinadas circunstancias (los llamados privilegios paulino y petrino) y también podría considerarse asi el llamado matrimonio rato y no consumado.
¿Cómo va a romperse lo que es indisoluble? El divorcio es una ficción jurídica, las personas tenemos la capacidad de entregarnos para siempre (tema de otra entrada que haremos dentro de poco).
¿Qué es el matrimonio rato y no consumado? Es aquel matrimonio en el que se ha celebrado la boda, pero no han llevado a su plenitud la entrega del cuerpo. Esto es, simplificando, se casaron, pero no realizaron el acto sexual.
Por la importancia que tiene para el matrimonio la entrega de la vida, del alma y del cuerpo, se entiende que si no se han unido carnalmente, el "contrato" matrimonial no se ha plenificado o completado y, por eso, pueden romper el papel porque no se han entregado la vida. Así que un conato de matrimonio muere antes de completarse.
Los llamados privilegios petrino y paulino sí son realmente divorcios admitidos por la Iglesia.
¿Cómo puede la Iglesia admitir divorcios? Antes expliquemos en qué consisten estos privilegios para poder luego juzgar la situación.
Imaginaos que no estáis bautizados y os casáis con otra persona no cristiana. En un momento de la vida te conviertes y decides vivir conforme al evangelio, pero la persona con la que te casaste te lo impide. La autoridad del Papa puede romper el matrimonio civil que te ligaba para que puedas practicar con libertad la religión (éste es el paulino).
El privilegio petrino es que si eres un infiel polígamo, estás casado con varias, cuando te conviertes al cristianismo y te bautizas puedes elegir con quién de tus mujeres te quedas o rechazarlas a todas o casarte con otra distinta.
Se entiende que la potestad de la Iglesia y del Romano Pontífice es superior a los efectos del matrimonio civil previo. En el caso del matrimonio polígamo, ni siquiera se entiende como un verdadero matrimonio ya que se rechazan las notas que hacen válido cualquier matrimonio natural (un único matrimonio, para toda la vida y ordenado a la procreación y educación de los hijos), no hablemos ya del sobrenatural...
Visto todo esto, ¿ha cambiado en algo la actitud del Papa sobre los divorciados?
En nada, una persona que se casa y se divorcia no puede volverse a casar con otra distinta porque la Iglesia (fuera de estos privilegios que hemos explicado) no entiende posible la ruptura. Te has casado y vas a seguir casado con esa persona, aunque te divorcies por lo civil.
Imaginaos que uno ha sufrido un divorcio y era la parte inocente. Piensa que tú te has desvivido por sacar adelante el matrimonio, has hecho todo lo posible y aún así tu cónyuge decide irse. ¿Cómo no vas a poder comulgar? Esa persona, mientras sepa que sigue vinculado de por vida con la desgraciada/o que le ha dejado tirado, puede, debe y el Señor está encantado de poder absolverle los pecados y dársele en la comunión. Es el que más necesita a Dios.
Por otro, imagínate que eres el desgraciado que ha dejado tirada a tu mujer o viceversa, pero llega un momento en el que te arrepientes y decides cambiar, pero ¡ay amigo! tu cónyuge ya no quiere volver a tu lado. Tú estás arrepentido y quieres vivir conforme al evangelio. Puedes confesarte, por supuesto, ¡qué más puede querer Dios que el pecador se arrepienta y viva! y una vez confesado también puedes comulgar.
Imaginemos una cosa más, que los dos tenéis la culpa y al final os vais cada uno por vuestra cuenta, pues antes de comulgar tendrás que arrepentirte y confesarte de tus pecados (¿y si no puedo volver si no cambia la persona con la que me casé?). La Iglesia admite la posibilidad de la separación, siempre y cuando entiendas que tu vínculo con tu cónyuge perdura, aunque no podáis volver a convivir. En todo caso, si te arrepientes de tus pecados puedes confesarte y comulgar, por supuesto.
¿Entonces quién es el que no puede comulgar? La persona que una vez que se ha divorciado se case o conviva maritalmente con otra persona distinta de su verdadero cónyuge (aunque se casara por lo civil, la Iglesia nunca considera válido ese segundo matrimonio hasta que muera tu cónyuge real).
¿Por qué no puede comulgar?, ¿está excomulgado?, ¿Ya no forma parte de la Iglesia?
Conviene aclarar lo primero de todo que no está excomulgado: puede participar en grupos de formación, puede y debe venir a Misa, puede rezar y participar públicamente en actividades de la Iglesia... La única razón por la que esta persona no puede recibir los sacramentos es porque vive en pecado.
Imaginaos que yo peco mortalmente (no hace falta mucha imaginación) y no me arrepiento de mi pecado. Pues, no puedo comulgar porque para poder comulgar hace falta ser consciente de a quién recibes; no haber comido una hora antes de comulgar; y estar en gracia. Como estoy en pecado no puedo comulgar. Necesito arrepentirme y confesarme y entonces ya podré comulgar.
Si un cura sabe que estoy en pecado, tiene que darme la comunión porque es un pecado que no es público. Nadie tiene por qué saber si he confesado o no. Yo no debo comulgar, pero el cura no puede negarme la comunión si yo me acerco en la Misa.
Imaginaos que no sólo he pecado, sino que lo he hecho públicamente, por ejemplo, calumniando públicamente a mi párroco. Pues, en este caso, el cura no puede darme la comunión hasta que yo me retracte públicamente porque el pecado ha sido público. Si yo me pongo en la fila de la comunión, el cura debe negarse a dármela hasta que yo me retracte públicamente.
Como el matrimonio civil es un asunto público, igual que la convivencia en pecado, el sacerdote debe negar la comunión a las personas que hayan obtenido el divorcio y estén conviviendo maritalmente con otra.
Aquí surge un problema: en la sociedad actual, ¿quién conoce a cada uno de sus feligreses? No me cabe la menor duda de que seguramente yo haya dado la comunión a muchos divorciados que se han vuelto a casar porque no les conozco y no sé la situación en la que vive cada uno de mis feligreses.
Desde luego, no están excomulgados, no pueden comulgar porque no viven conforme al Evangelio, pero siguen siendo hijos de la Iglesia. Lo único que deberían hacer es convertirse y vivir conforme a la verdad de sus vidas y así podrían acceder a los sacramentos. Del mismo modo que si yo paso absolutamente de mi párroco y le denigro públicamente, como condición para la absolución deberían ponerme que me retracte públicamente y sólo después podrían absolverme y darme la comunión.
¿Cómo debe tratar la Iglesia a estas personas?
Una persona que se ha divorciado y se ha vuelto a casar no está excomulgado, es un hijo de la Iglesia. Bien mirado, ¿cuántas personas viven hoy en pecado? Celebras un matrimonio o un funeral y muchísimas personas no comulgan porque saben que están en pecado y no se ha confesado. Muchos no van a Misa el domingo, alguno pone los cuernos a su mujer o a su marido; otros se han peleado con sus hermanos por una herencia; unos pocos roban en sus trabajos y se aprovechan de sus empleados.... ¿Por qué íbamos a tratar de otro a estos pobres divorciados vueltos a casar?
La Iglesia trata con amor de Madre a cada uno de su hijos y vela de un modo muy especial por quienes más lo necesitan. Estas personas tienen derecho y obligación de rezar, de ir por algún grupo a recibir formación, tienen que seguir yendo a Misa aunque no puedan comulgar porque no pueden recibir la absolución. Pueden también participar en actividades de la Iglesia públicamente, no son apestados. Incluso algunos tratan de confesarse sabiendo que el cura no les puede dar la absolución... Están deseando recibir a Dios, pero no tienen fuerzas para cambiar de situación.
En muchos casos son situaciones dolorosísimas, aman realmente a la persona con la que conviven y viven una situación extremadamente forzada. No entienden por qué Dios no les permite comulgar y tienen grandes tentaciones de echarle la culpa a la Iglesia, pensando que una cosa es Dios y otra las normas de la Iglesia.
Habrá que acompañarles, alentarles y sostenerles, rezar por ellos y muy importante no engañarles con soluciones fáciles, pero sin juzgarles. ¡Yo no sé cómo actuaría en su situación! Lo único que sé es que la Verdad se puede mostrar con muchísimo cariño y comprensión. La verdad y la caridad van de la mano. Una mentira fácil con el pretexto de la caridad y la comprensión es una falta gravísima contra la lealtad a esas personas que tienen derecho a conocer la verdad de su situación y unas palabras dichas de un modo duro y severo, rompen la verdad que pudieran contener y se transforman en una mentira brutal.
¿Cómo salir de esta situación?
Con el evangelio, aceptando la liberación que sólo Dios puede traernos y viviendo conforme a la verdad. En muchos casos, sólo dejando a la mujer o el hombre con el que convives puede hacer que caigan las razones por las que no puedes recibir la absolución. cuando decides abandonar tu pecado y vivir conforme a la verdad que Dios te revela.
El algunas ocasiones, si tienes hijos con esa persona que no es tu cóyuge, por el bien de los hijos se acepta que sigáis conviviendo, pero abandonando cualquier conducta marital. Esto es, que no durmáis en la misma cama y que decidáis no volver a uniros carnalmente. ¿Por qué se permite esto? Por el bien de los hijos, que tienen derecho a convivir en un hogar con sus padres. La Iglesia considera muy importante a los niños, aunque en aras de una supuesta libertad al estado de derecho español actual le importa bastante poco que los niños ya no tengan familia, ni hogar cuando sus padres se divorcian. La Iglesia prefiere que te expongas a pecar (conviviendo con esa persona que no es tu cónyuge) con tal de que los hijos que tenéis en común puedan disfrutar de la propia familia y del propio hogar. La Iglesia sí sabe amar y dar importancia a lo que la tiene. Si te acuestas con esa persona tendrás que confesarte porque no es tu cónyuge, pero si decidís vivir la verdad de vuestra relación (no estáis casados y por eso no tenéis derecho sobre el otro) podéis convivir por el bien de los hijos.
Hay alguna otra razón grave para aceptar esa situación, como puede ser la imposiblidad de acceder a otra casa.
En todo, se exige el querer vivir al modo de Dios. Aceptando la ley divina sobre el matrimonio y la familia y aceptando la verdad de tu vida.
Pero ¡qué difícil es no engañarse ni ponerse excusas!, ¿verdad?
Espero haber contestado a las preguntas que me habéis formulado estos días, aunque me ha salido pelín largo he resumido cuanto he podido, aún a riesgo de simplificar demasiado una realidad muy compleja.
Un fuerte abrazo para todos.
Me ha parecido muy clara su exposición pero tengo una duda. Mi hermana está en trámites de separación o divorcio. El marido, un indeseable, lleva unos años con otra y encima la va a dejar en la calle, aparte de un montón de problemas. El abogado le recomienda el divorcio en vez de la separación. Ella ya es mayor y no piensa volver a casarse. ¿Es lo mismo para la Iglesia el divorcio que la separación? ¿Podrá comulgar? Muchas gtacias
ResponderEliminarNo es lo mismo. Los abogados tratan de buscar el divorcio en parte por ideología, en parte porque la separación tiende a la reconciliación y algunos jueces la prejuzgan.
EliminarEn todo caso, el marido de tu hermana tratará de divorciarse para unirse civilmente con la otra. Tal y como está la legislación española, aunque tu hermana se opusiera, su marido la obtendría en poco tiempo. Vale más que se pongan de acuerdo cuanto antes.
Al final, mientras tu hermana sea consciente de que su matrimonio es para siempre, aunque tenga un papel civil de divorcio, podrá comulgar porque no es culpa suya el divorcio, porque es la víctima y porque no está conviviendo con otro maritalmente.
Rezo por tu hermana y por su marido y os aconsejo hacer lo mismo. Imagínate qué se convirtiera... Un fuerte abrazo
Muchísimas gracias. Ella lo que no quiere que, después de que le ha destrozado la vida, le aparte de Dios. Yo ya hace muchos años que pido por él y claro por mi hermana y mis sobrinos. Me he llevado mucho tiempo rezando con mala conciencia el Padrenuestro porque era incapaz de perdonarlo. No le haría daño, ni le desearía nada malo, pero perdonar... Desde este verano, que ya aburrida de pedirle y no ver solución, le dije a Dios que el problema lo dejaba en sus manos. En una semana todo se ha precipitado para una "solución" y es como si ese rencor que le tenía haya desaparecido. Le pido al Señor que me ayude a perdonar y me siento mucho mejor.
ResponderEliminarMuchas gracias por su oración, pediré también por usted y sus intenciones.
Un abrazo.
Yo tengo una duda. Estoy en una situacion en que convivi durante 8 años con un hombre que esta casado por la iglesia con otra mujer,yo he perseverado en un ministerio de la Divina Misericordia en mi parroquia y poco a poco cada dia he sentido mas y mas sed y hambre de tomar el cuerpo de cristo. hace un mes decidi dejar esta relacion, me confese con verdadero arrepentimiento y he comulgado, el se habia ido de la casa, pero actualmente regreso y yo continuo con mi posicion de no convivir maritalmente con el aunque vivamos bajo el mismo techo. Sera que puedo estar en gracia de Dios ante esta situacion y comulgar?
ResponderEliminarEstas consultas no puedo responderlas en este medio porque tendría que hacerte preguntas personales, que aquí aparecerían públicamente. Te aconsejo que busques un sacerdote que sea fiel a la Iglesia porque no se trata sólo de decirte "no" o "sí", sino de poder cuidarte y buscar la mejor solución.
EliminarAquí no me dices si tenéis hijos comunes, ni otras circunstancias que hace falta conocerlas para darte una respuesta precisa. Otra pregunta sería ¿por qué volvió a casa? En fin, estas cosas no son cosa de responder públicamente y sin poder vernos cara a cara, perdóname...
Rezo por ti y deseo de verdad que puedas encontrar un sacerdote que te pueda guiar y ayudar.
MATEO 5.32 Y 19.9, HABER SI SE PONEN LAS PILAS CON EL TEMA DEL DIVORCIO O SEPARACIÓN. LA BIBLIA LO PERMITE, O BIEN LA PERMITE EN CASO DE "INMORALIDAD SEXUAL".
ResponderEliminarDejen de mortificar al pobre divorciado, ya bastante lleva con su fracaso..., haber si se dejan de macanas y ponen en consonancia con la BIBLIA a su desviado derecho canónico.
Y además que no podamos decir que cada uno haga lo que le da la gana, no significa que no podamos acoger, cuidar y rezar con ellos. No están fuera de la Iglesia, son nuestros hermanos y nadie tiene derecho a juzgarles.
EliminarSí lees el texto griego, no las malas traducciones españolas, leerás que el caso que habla el Señor, es el de "porneia" que realmente significa una relación incestuosa.
ResponderEliminarGracias por el tono de enfado que usas, así me das la razón.