Siento mucho los retrasos, actualizaré el blog de vez en cuando, pero tened paciencia, please:



La vida de un sacerdote en Madrid es algo compleja, hacemos lo que podemos y que Dios ponga el resto. Si quieres contribuir pide a Dios que nos envíe más sacerdotes.

Un fuerte abrazo

miércoles, 8 de junio de 2016

Me cambian de parroquia. ¿Qué he querido hacer en La Visitación?




Hace un mes llegó mi sustituto a la parroquia. Se llama Felipe Rosario Bruno. En este tiempo le he pasado todos mis grupos. Ahora, estoy sólo con direcciones espirituales y sacramentos y me quedé con el grupo de juveniles para preparar el campamento, por la complejidad del mismo.

Es una época curiosa. Tienes que arrancarte de la gente con la que has estado cinco años, personas a las que has llegado a querer mucho y es que es gente estupenda.

Un ejemplo: Al llegar a la parroquia había un grupo de teatro, en el que algunos monitores, muy majos, sin ninguna cobertura sacerdotal, hacían lo que podían y lo hacían muy bien: se llevaban a los chavales a residencias de ancianos a echar una mano, alguna catequesis les daban y tenían sus representaciones, a pesar del coro rociero que les tiraban los escenarios a la basura... Gente muy buena, que hacían lo que podían sin poder contar con un sacerdote que les echara una mano. Los responsables del mismo se me presentaron y me ofrecieron hacerme cargo de ellos para ayudarles. Sin poner una sola dificultad, a pesar de que les cambié radicalmente el modo de trabajar con los chavales con muy poca prudencia por mi parte, en un mes habíamos montado el germen de lo que llegaría a ser un grupo de juveniles más o menos fuerte. Todo gracias a su docilidad. Nunca he encontrado una disponibilidad mayor y me he acostumbrado a que la gente sea "demasiado" buena. Aunque ellos no lo sepan porque siempre les pido más, son el mejor equipo que he tenido nunca y estoy tremendamente orgulloso de ellos y agradecido. Cuando alguien me dice lo mucho que he hecho en la parroquia, siempre tengo que reconocer con un gran orgullo, que todo lo han hecho los chavales de la parroquia, yo sólo les he guiado.

Ya tenía planes para el futuro de la parroquia. Este curso cerrábamos la fase de la creación de grupos e íbamos a inaugurar una nueva etapa: la del crecimiento y consolidación. Este año cambian los jefes, los mayores se jubilarían y los chavales a los que hemos formado desde el principio son los nuevos responsables. Este año iba a ser el "boom" de esta actividad. Pues son jóvenes forjados en un estilo muy bueno, que se apoyan entre sí y se completan porque se conocen y se quieren: son una auténtica comunidad cristiana, aunque todavía no lo saben del todo.

Este año sí que íbamos a tirar con fuerza para arriba, mejorando los juegos y las actividades, preparando nuevos temarios... En fin, canela en rama. Pero, también es cierto que ya se iba acercando el momento en el que yo debía abandonar esta parroquia que ha sido un lujo.

El grupo de matrimonios "senior", los mayores, este año sí que se han convertido en un grupo de amigos (gracias fundamentalmente a la convivencia) que se quieren y les une Cristo. Este año sí que iba a ser un gran año, el que un grupo de matrimonios se convirtieran en auténtica comunidad.

El grupo de matrimonios jovencitos ya son amigos, lo único que les falta es crecer en intimidad con Cristo y este año ya estábamos empezando a ver temas fuertes de formación familiar (Humanae Vitae...) y de espiritualidad (Parte IV del catecismo), nos reuníamos cada quince días y aunque costase un poco, manteníamos las cenas. Éste iba a ser un año de consolidación y de abandonar un cierto aburguesamiento, renunciando a lo fácil buscando lo mejor.

El grupo de jóvenes, con sus tentaciones constantes de irse a grupos que funcionan mejor y les exigen menos, poco a poco, iban dándose cuenta de qué es realmente una comunidad cristiana. Parecía que estaban dispuestos a luchar, pero necesitan siempre muchos ánimos, son inconstantes, se cansan y necesitan estímulos constantes. Éste iba a ser el año de la madurez.

En fin, este curso que empieza prometía. La primera fase de creación de los grupos parecía que ya terminaba tras cinco años fantásticos y ahora comienza la segunda fase de la pastoral en la parroquia, el crecimiento y la consolidación de todas las actividades.

No pensaba yo, que el cambio me excluyera... Ja, ja, ja, ja... Realmente, uno lo reza despacito y te das cuenta de que efectivamente, lo que ya estaban necesitando todos los grupos era un cambio de sacerdote y Dios habla a cañonazos.

Resultado de imagen de cimientosMi ministerio en esta parroquia ha sido disfrutar como un loco montando muchos grupos, eligiendo monitores y catequistas y formando líderes capaces de hacer un apostolado formidable. Ha sido el de cavar los cimientos y echar hormigón. Ahora le toca a otro sacerdote levantar un edificio bien bonito que merezca la pena. Hacen falta condiciones y facultades distintas y también me doy cuenta de que aunque les quiero un montón, quizás me falte la delicadeza para atraerlos a todos. Soy un pánzer y quizás por eso, Dios quiere que otro sacerdote aporte a esta parroquia lo que yo no puedo. ¡Bendito sea Dios!

La verdad es que este tiempo hasta que me vaya duele mucho, soltando los grupos, apartándome voluntariamente para que el nuevo sacerdote encuentre su sitio, sobretodo cuando es una despedida prolongada hasta septiembre. Pero no quería yo centrarme en esto.

¿Qué es lo que hemos pretendido estos años? Llegué a la parroquia simplemente con las catequesis de confirmación asignadas por el párroco y horas por delante de confesionario. Poco a poco, empecé a tener direcciones espirituales, empecé a ver lo que ya había en la parroquia y empezaron los feligreses a pedirme cosas... De modo, que simplemente atendí a lo que me pedían y el párroco siempre estaba de acuerdo y me alentaba. Así fue cómo empezamos a montar las actividades de la parroquia.

Lo único que aporté yo es un esquema. Yo no quería que mis grupos fueran sólo de formación. Tenían que buscar a Cristo con toda el alma y debían convertirse en una comunidad real de vida cristiana. ¿Cómo entiendo yo la comunidad? Os lo explico con un mensaje de Whatsapp que les mandé a los jóvenes.

El grupo de jóvenes tiene un gran problema: lo quieren todo para ayer y no tienen paciencia con nadie, ni siquiera con ellos mismos. De modo que hoy se quieren como si fueran hermanos, pero si la tensión no se mantiene siempre, acaba resultando que los que eran más que hermanos hoy ni se conocen... De modo, que también suelen confundir la comunidad con la amistad. Sólo soy hermano de quien es mi amiguito del alma. Por eso, creí oportuno dejarles un whattsapp para que de vez en cuando pudieran tomarse el pulso respecto a lo que es una comunidad. Les decía:

"Os escribo cuatro notas para que os acordéis de lo fundamental de una comunidad, lo que diferencia una comunidad de un grupo sin más:
1.- La razón que te une al resto no es la amistad, intereses particulares o negocios. Quien os ha unido es Cristo.
2.- La razón por la que acoges al prójimo no es que te caiga bien, sino porque sabes  que Dios le ha puesto en tu camino, aunque al principio, aparentemente no vaya a aportarte gran cosa. Ver a cada hermano como un regalo de Dios.
3.- Dios nos reúne, en torno a Cristo, para que continuemos su misión en el mundo: tienen que existir distintos apostolados o servicios a la Iglesia y al mundo que podamos desarrollar juntos. Dimensión apostólica.
4.- La finalidad por la que nos unimos es para alcanzar  el cielo y si fuera necesario robar un pedacico para nuestros hermanos."

En principio, a mi entender, si has entrado en una comunidad, no deberías irte a no ser que haya motivos graves. Odio profundamente al turismático. Aquella persona que va huevereando de grupo en grupo buscando el grupito en el que se esté más calentito.

Debemos asumir la responsabilidad de la propia comunidad. Es cierto que no siempre sacarás algo de ella, pero sí se aprecia una clara voluntad de Dios: hay que sacar la comunidad adelante. Habrá veces que los robustos tendrán que cargar con los endebles. En esas ocasiones parece que el endeble sobra y no aporta nada... ¿Seguro? Por lo menos, te obliga a amar.

La pregunta que se hacen siempre es: "¿qué me aporta la comunidad?". A lo mejor sería bueno plantearse esto otro:  "Si Dios me ha dado hermanos, ¿qué debería hacer yo con ellos?"

Cierto es que mola más las comunidades grandes y estupendas en las que todo funciona aunque tú no estés. Pero como de eso ya hablé en otra entrada no voy a insistir.

Lo único que yo pretendía es que no todo fuese formación, sino que se encontraran con Cristo, tuvieran todos los medios necesarios para la santidad (incluyendo retiros y ejercicios espirituales), que no necesitaran irse fuera de la parroquia para encontrar a Cristo y que se descubrieran hermanos, necesitados los unos de los otros. Por eso, determiné que la estructura de los grupos fuese variada:

1- Una hora de formación. A ser posible que unos enriquecieran a los otros (esto no lo conseguí): leyendo temas de formación y luego desde la propia experiencia de vida poder enriquecerse con un diálogo. Al final, aunque a veces forzaba el diálogo, les daba yo una buena formación porque no conseguí que leyeran nada.
2- Media hora de oración: enseñarles a hablar con Dios tranquilamente en el sagrario. Potenciar su vida interior, su contemplación, meditación, oración, intercesión, adoración, alabanza, petición y acción de gracias...
3- Cenar juntos. Compartir un pequeño ágape en el que fuera creciendo la amistad.
4- Apostolados varios: intentar que se juntaran para montar el grupo de juveniles, para atender a los pobres con las misioneras de la caridad o atendiendo una residencia de ancianos...
5- Que el grupo se convirtiera también en una plataforma apostólica: que pudieran traer a sus amigos... Aquí tuvimos un problema, al ser una formación sistemática, quien venía sólo de vez en cuando, no se enteraba de nada. Hubiera que haber montado unas charlas ocasionales para traer mejor a los amigos.
6- A través de convivencias y viajes, conseguir unirles definitivamente y abrir los grupos a mucha más gente a la que pudieran invitar y que en pocos días pudieran disfrutar de una experiencia netamente cristiana.
7- Apertura a la Iglesia como Madre, Iglesia Diocesana e Iglesia Universal, sobretodo con los encuentros en la JMJ y la adoración al Santísimo con el obispo e intentando que se abrieran al arciprestazgo. En el grupo de juveniles hemos conseguido algo, con el grupo de jóvenes he fracasado.

Éstos han sido los ejes vertebradores de mi apostolado en esta parroquia y creo que mejorando ciertas cosas, ya he fijado un cauce adecuado a mi apostolado futuro.

Estos días estoy dando muchas gracias a Dios por mis compañeros sacerdotes de esta parroquia, de los que tanto he aprendido. Todo lo que hemos hecho, ha sido en equipo. Quizás, en estos grupos yo haya figurado más, alguien tenía que montarlos, pero si no hubiese sido por don José Ignacio, llevando tanta gente en dirección espiritual, apoyando desde la oración y supliendo en las misas cuando yo me iba de convivencias, Don Manuel otro tanto, además dejándome hacer lo que me ha dado la gana, dándome carta blanca para todo y soltando bastante dinero para becas... Sin sus consejos, oración y paciencia no se hubiera podido hacer nada.

Han sido auténticas lecciones que he recibido y muchas de las cosas que llevaré a cabo como párroco ha sido aprendiendo de ellos. Nunca han perseguido el éxito, sino cuidar a cada uno.

Hubo una época larga de la parroquia en la que estuvo un sacerdote muy bueno, pero algo débil. Quizás, otros curas habrían presionado para que se fuera. Éstos no, estos grandísimos sacerdotes le apoyaron, le cuidaron y mimaron y le ayudaron a salir para adelante. Aunque durante 11 años no hubiera grupos en la parroquia, habían creado el caldo de cultivo ideal. Una auténtica fraternidad sacerdotal. Eso es lo que más he aprendido porque es precisamente lo que más me faltaba a mí, que sólo sabía mirar por los resultados. ¡Tonto de mí!, cuántas oportunidades he perdido...

Doy también las gracias a Dios porque nunca he encontrado tantas ganas de Dios en unos feligreses. Todo lo que hemos hecho ha fructificado porque la gente de esta parroquia estaba deseando que les diéramos a Dios. Gracias por tanta fidelidad y entrega porque todo lo que hemos hecho, realmente lo han ejecutado los laicos. Gracias a los jóvenes que ya talluditos quisieron entregar prácticamente todos sus fines de semana (cito literalmente lo que me dijeron varios jóvenes) "para que los niños de la parroquia pudieran tener los grupos de parroquia que a nosotros nos hubiera gustado tener a su edad". Si eso no es entrega, no sé yo qué lo será.

Doy gracias a Dios por las muchas familias numerosas que me he encontrado, por los padres que se fiaron de nosotros a prueba de bombas, por los padres que se convirtieron gracias a sus hijos, por todos los niños que han venido un domingo tras otro, por las Misas abarrotadas de fieles, por todas las confesiones y direcciones espirituales que han dado sentido a mi ministerio sacerdotal... Por tantas personas y regalos como Dios nos ha hecho en esta pedazo de parroquia durante estos cinco años...

Decidme si no es arrancarse un poco el corazón dejarles atrás...

Y, sin embargo, salgo de aquí con muchísima alegría porque sé que esto puede seguir tirando para arriba sin mí y eso es haber completado la misión. Nunca habrá habido una transición de sacerdotes con menos bajas. Y eso es que la comunidades empiezan a estar maduras. No eran míos, que era uno de los miedos de don Manuel, que dependieran demasiado de mí. Les hemos demostrado que sois de Dios. ¡Toma ya! No sois borjianos, sino cristianos.

Todo lo que he dicho sobre los planes que tenía para el futuro de los grupos, ya no son proyectos míos. Serán otros quienes los lleven a término y eso es bueno. Viene bien la sangre fresca.

Yo ya voy saliendo, me voy apagando en esta parroquia. Ya me voy despidiendo. Conviene que él crezca y yo disminuya... Por eso, no voy a Cracovia, para que Felipe pueda hacerse de una vez con los jóvenes y enganchen con él. ¡Bendito sea Dios! No podemos trabajar por lo que nos apetezca o nos guste más. Tenemos que hacer lo mejor para los feligreses. Eso está bien.

Y mi corazón está en paz, evidentemente con dolor, pero también con mucha, mucha gratitud y ahora que sé dónde voy, preparándome para servir a una nueva comunidad con todo mi corazón, con todas mis fuerzas, con toda mi mente. Porque mi amor a Dios, pasa por amar a cada persona que Él me ponga en el camino, eso es ser sacerdote. Con mucha ilusión. Y yo, que en otra época creí que nunca más podría sentir. Anda que no caben sentimientos distintos en este pecho que Dios me ha dado y yo he agrandado a base de chuletones... Jejejeje.

Rezad los que leáis esto por esta formidable parroquia, por la parroquia a la que me destinan y por estos pobres curillas, que tanto lo necesitamos.

Veréis que doy muchas gracias y pido poco perdón. Pues veréis, es que hoy no era el día. Si queréis leer mis peticiones de perdón las encontraréis en el confesionario y en mi última homilía en esta parroquia, que tanto me ha tenido que sufrir. ¡Pobrecillos!

Un abrazo muy fuerte. Os llevaré siempre en mi corazón.

Creo que eso es normal, acordarse de ese curilla que tanto bien te hizo, rezar por él y en el fondo reencontrarnos en el cielo, un día.























No hay comentarios:

Publicar un comentario