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viernes, 27 de marzo de 2015

(Mc. 2, 1-12): Curación de un paralítico (1)




Hoy, no tengo más direcciones espirituales, así que voy a intentar sacar un ratito para meditar con vosotros el evangelio.

Me he dado cuenta de que hay muchos cristianos que no saben orar con el evangelio, de modo que como no puedo sentarme al lado de cada uno, para ver cómo mejorar la oración, por lo menos me voy a sentar al lado de todos para compartir mi oración. El principio básico sería que la oración no es aprender, sino simplemente estar con Jesús y amarle, con eso basta. Lo que leas del evangelio trata no de pensar en ello, sino en decirle lo que piensas a Jesús.

Empezamos:

Cuando reces con el evangelio no lo leas sólo una vez, sino por lo menos tres o cuatro veces, hasta que casi puedas recordar la escena sin necesidad del evangelio y no vayas deprisa, sino paladea cada momento.

Hacemos la señal de la Cruz, nos ponemos en presencia de Dios, reza un Padre Nuestro y no sigas hasta que no tengas la certeza de estar a su lado...

No te angusties por las cosas de la vida. La oración también puede ser presentarle al Señor, aquellas situaciones que te agobian, que y hacen daño, que te inquietan... Ponlo todo en sus manos y pídele que este ratito simplemente quieres estar a su lado, nada más.

Mucha gente se angustia pensando que en la oración tienen que sentir algo especial y les parece que ese es el sentido de la oración. Nada más lejos de la realidad. Si Dios quiere regalarte "gustos" bienvenidos sean, pero eso no es la gracia de Dios, ni es el fin de la oración. Simplemente, venimos a la oración a ESTAR con Jesús, a acompañarle un ratito, a unirnos a Él, aunque no sintamos nada. Hay que usar sobretodo las potencias superiores: inteligencia (hay que vivir con la certeza de estar con Él), memoria (para recordar la vida que hemos vivido junto a Él y todo lo que ha hecho por mí) y voluntad (decidirnos a cumplir su Voluntad aunque tengamos que hacerlo con el corazón un poco seco). La oración estará muy bien con tal de que te presentes ante el Señor con un corazón sincero y sencillo sin querer otra cosa que estar con Él, pidiéndole la gracia de cumplir en todo su Voluntad.

Pues una vez que tenemos el corazón pacificado, tomamos el texto y lo leemos tranquilamente en presencia del Señor, una primera vez todo el texto que queremos meditar de principio a fin:


Del santo Evangelio según san Marcos 2, 1-12
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Entró de nuevo en Cafarnaúm; al poco tiempo había corrido la voz de que estaba en casa. Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había ya sitio, y él les anunciaba la Palabra. Y le vienen a traer a un paralítico llevado entre cuatro. Al no poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo encima de donde él estaba y, a través de la abertura que hicieron, descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados». 


Una vez que lo hemos leído, lo dividimos por escenas:

Escena I.- "Entró de nuevo en Cafarnaúm; al poco tiempo había corrido la voz de que estaba en casa. Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había ya sitio, y él les anunciaba la Palabra."

Jesús había salido para predicar en las aldeas cercanas, había curado a un leproso y a los pocos días regresa a Cafarnaúm, regresa a casa. Se queda tranquilo con los apóstoles. Lo suyo no es una fiebre por curar los males de este mundo, no se trata de solucionar la vida a todo el mundo, sino más bien de predicar el evangelio y hacerlo con poder, demostrando con sus milagros que su Palabra es verdadera. Por eso es importante para Él no sólo curar a la gente, sino sobretodo predicar y formar a sus apóstoles, por eso "pierde el tiempo" a solas con sus discípulos más cercanos. Es invertir el tiempo, prepararles para el futuro.

Jesús está en casa, no tiene prisa. Tiene tiempo para ti. Pues mírale en el sagrario y quédate tú también un rato a su lado. Gracias, Señor, porque tienes tiempo para mí, porque me quieres personalmente. En este momento, todo puede esperar, estoy contigo y esto es lo mejor de la vida.


¿Cuál es el mejor apostolado? Que las personas se encuentren con Jesús. No se trata de usar medios carísimos para que la Palabra resuene en todas partes. En cuanto la gente ve a Jesús en las calles de Cafarnaúm, empieza a difundirse el rumor: "Oye, que Jesús está entre nosotros y no parece que sea para un día, pues he visto cómo la suegra de Pedro compraba comida para todos sus amigos y era una auténtico cargamento". La voz empieza a difundirse por todas partes y los que tienen enfermos en sus casas comienzan a llevárselos hasta que aquello es un río humano de miserias que se encamina hasta la casa de Pedro.


No te preocupes demasiado por los métodos, con naturalidad, con el boca a boca, llegamos a todos. Lo que empieza a ser un murmullo se convierte en un grito atronador por todas partes. La eficacia del apostolado no se mide por el dinero que te has gastado en difundir las cosas, sino que si realmente los hechos dan la razón a las palabras, todo el mundo se enterará.


"Y Él les anunciaba la Palabra..." Imagínate que estás enfermo o que tienes un hijo enfermo y Jesús te ve y se acerca a ti y te habla. ¿Cómo no se te iban a quedar sus palabras grabadas a fuego? Señor, quiero estar pendiente de ti, como un mendigo estaría pendiente del menor gesto de un rico, como un enfermo estaría pendiente de ti si sabe que le puedes curar...


¿Qué les dirías? ¿Cómo consolar al triste? ¿Cómo infundir ánimo al decepcionado? Señor, dame parte en tu corazón, deja que vea a los demás como Tú les ves. Dame el gesto y la palabra oportunos para sanar los corazones desgarrados...


Escena II.- "Y le vienen a traer a un paralítico llevado entre cuatro. Al no poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo encima de donde él estaba y, a través de la abertura que hicieron, descolgaron la camilla donde yacía el paralítico."

¿Cómo evangelizar? La verdad es que se puede evangelizar desde la radio, la tele, internet, se pueden publicar revistas, colgar anuncios por las calles invitando a una conferencia... Pero el mejor sistema es, como hemos dicho, el boca a boca. Es más, hay un camino mejor: la amistad.

¡Qué enorme necesidad tenemos de los amigos! Un hermano, ayudado por su hermano, es fuerte como una ciudad amurallada. ¿Qué hubiera sido de este pobre paralítico sin sus amigos? Jesús nunca le habría curado, peor, nunca le habría podido perdonar sus pecados.


¿Quieres a tus amigos y nunca les has invitado a venir con Jesús? No me lo creo. El bien es difusivo de suyo. Si sabes que Jesús es lo mejor que te ha pasado en la vida y quieres a tus amigos, no me creo que no les hayas invitado todavía a una reunión, una peregrinación, una convivencia, un retiro, una conferencia, un día de ¡lo que sea!, a conocer a tus hermanos en la fe... O Jesús es una carga o no tienes corazón con tus amigos.


Cuatro hombres cargan con la camilla de un amigo común por las calles de Cafarnaúm, tratan de colarse a la multitud que espera y con iniciativa y picardía deciden que su amigo es más importante o urgente que el resto de los enfermos que esperan su turno. Les da igual la opinión de los demás, los gritos, las murmuraciones, lo que piensen de ellos... Ellos quieren poner a su amigo junto a Cristo y lo van a conseguir como sea. Eso es verdaderamente un amigo. Por eso, los verdaderos amigos a veces son tan pesados con las personas a las que quieren. No se conforman.

Ojalá, Señor, sepa yo querer a mis amigos como Tú, como estos cuatro. Ojalá tenga corazón para tener cada día más amigos. Como la canción hortera de los años ochenta: "Yo quiero tener un millón de amigos..." ¿Te das cuenta de cuánta gente necesita de tu amistad? Es cierto que tú, quizás no necesites más amigos, pero ¿cuántas personas viven solas, sin cariño humano y necesitan que tú les des el consuelo y el amor de Dios?

¡Ten corazón, por el Amor de Dios!


¡Cuántas personas deben su salvación eterna a un amigo a quien no le dió vergüenza insistir una y otra vez hasta que dijiste que sí!


No busques a Jesús en el vacío, en lo etéreo. No busques una comunidad perfecta y sin pecado. Jesús se te da en la Iglesia, una Iglesia formada por hombres pecadores, miserables, pero que aman al Señor y viven con Él, cada día de sus vidas, tratando de responder a la llamada de su Señor. Éste es el camino habitual, el medio ordinario para encontrarte con Jesús. Entonces quien quería encontrar a Dios, sólo podía llegar hasta Él a través del Cuerpo de Jesús, hoy en día quien quiera acercarse a Jesús tiene que hacerlo a través de la carne de su Iglesia. Tan sencillo y humillante con esto. Como Naamán sólo pudo curarse bañándose en un río tan mezquino con el Jordán, tú sólo podrás llegar  a Jesús a través de la mezquindad de tu comunidad cristiana.


Señor, te doy las gracias por todas aquellas personas que me han acercado a Ti, por todos los que has puesto en mi camino, también por los que me han defraudado alguna vez. Perdóname por las veces que les he juzgado duramente, sin darme cuenta de que en medio de su mediocridad Tú me estabas regalando la gracia de mi conversión.


Señor, te pido que nunca ponga como excusa para no acercarme a alguien mi pecado, mi poquedad, mi pequeñez, pues Tú has querido usar medios sencillos y pobres, para que se vea que la obra no es nuestra, sino tuya. Aquí tienes mis manos para trabajar, mis pies para ir donde Tú quieras, mi corazón, para amar cuanto Tú me concedas, mis ojos para mirar como sólo Tú sabes mirar a los demás, mi carne para mostrar tu gloria en mi humillación. Soy tuyo, mi Dios. Aquí me tienes.


Si yo no consigo algo, te pido que me concedas la fortaleza de ánimo de contar con mis hermanos y que ellos puedan contar conmigo.


Señor, que no haya nunca obstáculo que no podamos remover. Dame inteligencia, dame arrojo y picardía para conseguirle el cielo a mis hermanos. Que nunca me de por vencido, que siempre encontremos el modo de superar las dificultades, que siempre me apoye en mis hermanos y me fíe de ellos.


Escena III.- "Viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados»." 

Esto es impresionante: ¡Jesús no se fija en la fe del paralítico, sino en la fe de sus amigos! Ésta es la fuerza de la comunión de los santos. Jesús perdona a este hombre mirando a sus amigos. Jesús nunca te va a negar la conversión de las personas por las que tú estés dispuesto a hacerlo todo. Esto es corredimir con Él. Esto es participar de su misma misión y clavarte en su misma cruz. ¡Dios mío, qué grande eres!


Has querido poner tu poder en nuestras manos, tu fuerza en nuestra pequeñez. Podemos salvar el mundo a tu lado. Aquí me tienes, Señor. ¿Qué quieres que haga por tus hijos?


Jesús mírame a los ojos, como le miraste al paralítico y dime lo que le dijiste a él: "Tus pecados te son perdonados". ¡Oh, mi Dios grande, santo e inmortal, que te has hecho hombre para salvarme de mí mismo, para que yo llegue a participar de tu misma vida y naturaleza.


¡Te fijaste en la fe de los amigos para salvar al enfermo! porque ellos habían hecho lo que hacía falta para presentarte a su amigo, para que él pudiera llegar ante Ti.


No le curas, le perdonas... ¡Qué desconcertante! Sabías bien que le ibas a sanar completamente, pero también querías darnos una catequesis estupenda. Quien puede sanar el cuerpo, ¿cómo no va a poder sanar el alma? Sólo si Jesús es Dios, sólo si eres capaz de perdonar también eres capaz de devolver la salud, porque eres el creador del cuerpo y del alma.


Cúranos a todos, mi Dios, mi Jesús, mi Señor, mi Rey, mi Capitán. Cura este mundo enfermo y perdónanos nuestros pecados.


Tú y yo, hermano mío, somos esa medicina que Dios quiere aplicar al mundo. Es tu vida la que va a limpiar los pecados de mucha gente. ¿Estás dispuesto?


Nosotros no podemos curar, ni perdonar, no somos Dios, lo que sí podemos hacer es acercar a cada uno de nuestros amigos a Jesús y Jesús obrará sus milagros... ¡Cuántas veces hemos sido testigos de esto! Un opositor, al que un amigo suyo lleva de la mano a su propia comunidad y en menos de un mes se ha convertido, habla a diario con su Señor y le quiere con locura, está deseando comulgar y hacer lo que Jesús le pida ¡Esos son los milagros que necesitamos!


Jesús que yo sirva como instrumento para que muchos se encuentren contigo.


Va terminando nuestra horita de oración con el evangelio, no da tiempo a contemplar el resto de la escena. Lo dejo para mañana.


Señor, te doy gracias por este ratito que he podido pasar a tu lado, en tu compañía. Que a lo largo del día pueda permanecer contigo, vivir contigo, amar contigo. No me dejes solo.


Te quiero mogollón. Te lo ofrezco todo y de rodillas me despido de Ti.

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