El otro día me llamaba un feligrés diciéndome que el Papa había dicho que los divorciados que se habían vuelto a casar con otra persona distinta de su cónyuge podían comulgar. Fuí a la noticia y me enteré que no había dicho eso, simplemente había dicho que no estaban excomulgados.
Por un lado, sentí un profundo alivio, pues no había incurrido en herejía; por otro lado, me enfadé con los medios de comunicación por manipular siempre las palabras del Papa; y, por otro, sentí un cierto miedo por la desconfianza y prevención que, cada vez más, tengo hacia el Santo Padre y hasta me enfadé con él.
He estado pensando mucho, he releído muchos de los temas en los que ha habido un conflicto entre lo que dice el Papa y lo que interpretan los periodistas y me he dado cuenta de una cosa singular. No siempre los periodistas tienen la culpa del malentendido.
Estamos acostumbrados a Papas teólogos que explican hasta la saciedad cada uno de los términos que emplean para que sea imposible malinterpretarlos. Son Papas que no escandalizan, sino que ya se sabe por donde van y eso creo que es un acierto de los Papas anteriores, así evitan que los fieles puedan ser manipulados por los medios de información de masas, aún así, no siempre lo lograban porque la capacidad de manipular la opinión pública de los periodistas llega a límites insospechados.
El problema es que el Papa Francisco no es un Papa al uso. Parece que todo el mundo a su alrededor supiera teología, pues nunca explica un sólo términos de los que emplea. De modo que los que no saben apenas nada pueden equivocarse perfectamente pensando que ha dicho algo que realmente no ha dicho. Es normal que si no sabes nada de la Iglesia puedas pensar que si una persona no puede comulgar es porque está excomulgado. Y si no está excomulgado es que puede comulgar. Esto es falso, pero los que no saben de la iglesia no tienen por qué saberlo. Si el Papa dice algo y no lo explica puede dar lugar a equívocos.
Hasta tal punto que podríamos decir que el Papa se arriesga demasiado porque como nunca explica lo que dice y nunca matiza nada, puede dar lugar a numerosas equivocaciones. No sé por qué actúa así, quizás sea porque quiere llegar directamente a todo el mundo sin dar tantas explicaciones que llegue a ser aburrido. El hecho es que a veces parece que propone errores. Por eso, el único modo de entenderle es suponer siempre que todo lo que dice lo dice en consonancia con el magisterio anterior, de otro modo, puede parecer que propone doctrinas extrañas.
Podría darse el caso de que un Papa dijera alguna herejía (no sería la primera vez), pero como eso es imposible que pase cuando declara algún tema magisterial porque Dios no lo permitiría, entonces podemos quedarnos tranquilos. Interpretamos todo lo que diga en unidad al magisterio anterior y suponiendo que está unido a él.
A mí no me corresponde juzgar las razones por las cuales el Papa actúa así, lo que sí me corresponde es vivir en unidad con el Papa y con la Iglesia. De modo que si quiero vivir con paz, sólo puedo leer al Papa y escucharle suponiendo su adhesión total al magisterio eclesial anterior a él. Otra cosa sería decidir no leerle, pero esto no me parece oportuno porque siendo nuestro pastor debemos saber por dónde quiere él que vayamos.
Es cierto que le interesan más los de fuera que los de dentro, que podríamos llevarnos por la susceptibilidad pensando que nunca nos habla a nosotros, pero eso ya son problemas de cada uno. Me puede gustar más o menos sus decisiones. El hecho es que éste el el Papa nombrado y elegido legítimamente, por eso debo leer lo que escriba y seguirle. Y las conclusiones del sínodo de la familia las leeré y las interpretaré en consonancia con el Magisterio eclesial. Sólo si hay algo que lo contradiga directamente me creará un problema de conciencia, mientras tanto, vivo en paz.
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