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jueves, 5 de julio de 2012

¿Por qué el matrimonio no se puede romper?

A veces te encuentras con personas que creen limitada su libertad porque la Iglesia no admite la posibilidad del divorcio.

¿Por qué no puede uno divorciarse?, ¿por qué tengo que pasarme la vida sufriendo las consecuencias de un fracaso?

Antes de plantearse estas preguntas habría que ver unos antecedentes.

Hoy por hoy, tenemos una dificultad especial para cualquier compromiso y todo contrato tiene unas cláusulas de rescisión. Yo no tengo por qué comprometerme para siempre.

Realmente, la pregunta que habría que plantear es ¿merece la pena un amor condicional? e incluso: ¿es posible amar para siempre?, y ¿qué pasa si te equivocas?

De vez en cuando en la vida te encuentras parejas de personas mayores que caminan apoyándose uno en el otro y te da cierta sensación de una vida cumplida y completa. Habría que ver si esto es un tópico o es cierto. Salvo raras excepciones, la vida no está exenta de sufrimiento, contradicciones y ganas de tirar por la calle de en medio. Estas personas mayores, habrán podido discutir e incluso faltarse al respeto. Habrán pasado por mayores o menores dificultades y se habrán planteado mil veces que ellos no se habrían casado de saber que su marido haría esto o que ella, pasados los cuarenta se volverá gruñona y desgradable. Lo que sí es cierto es que si estas personas han llegado a superar todas estas dificultades es porque jamás se planearon volverse atrás. No se puede tontear con la posibilidad de tirar la toalla. No es una opción. Hay que salir adelante, pase lo que pase, éste es el único camino para perseverar.

¿Es posible amar para siempre? Sí, pero no es como en las películas románticas. Amar para siempre no es sentir siempre el cosquilleo en la boca del estómago. Si tratas de estar siempre "enamorado" posiblemente fracases estrepitosamente porque somos capaces de acostumbrarnos a lo más sublime.

Amar para siempre es decir: "Quiero pasar el resto de mi vida contigo".

Hoy por hoy, todo el mundo quiere poder volverse atrás, pero también quiere que alguien sea capaz de amarle incluso cuando te pongas difícil. En el fondo, no queremos amar, queremos ser amados. Lo que ocurre es que ese ser amado tiene un precio: que tú seas capaz de amar como quieres ser amado.

Nos cuesta un mundo pasar por alto ciertas limitaciones de las personas que nos rodean, pero también queremos que nos quieran lo bastante como para pasar por alto nuestras limitaciones que "no son tan importantes".

Hay un hecho muy clarito y sencillo: Todos nos merecemos que alguien sea capaz de amarnos aunque seamos insoportables. Esta verdad más grande que un templo se aplica no sólo a ti, sino a la persona que tienes a tu lado. Esta persona también se merece un amor incondicional.

Por este sencillo deseo del corazón que todos llevamos inserto en nuestras carnes, uno con sentido común puede descubrir con facilidad el por qué de la indisolubilidad del matrimonio. Cuando uno se casa establece una ALIANZA. Antiguamente, las Alianzas eran indestructibles. Tú establecías alianza con alguien y era tan sagrado que era necesario levantar un altar o una estela o cualquier signo perdurable (como hoy puede ser una pareja de anillos de oro) para que todo el mundo recordara que os habíais aliado para siempre.

Si uno de los dos incumplía el concordato, la otra parte tenía derecho a matar al que había incumplido. Eso es una Alianza y siempre tenían carácter sagrado. Habitualmente, sacrificaban varios animales y los cortaban por la mitad, entonces los compromisarios pasaban en medio de los animales y decían algo parecido a esto: "Que me pase lo que a estos animales si incumplo mi palabra"; después celebraban un banquete sagrado de comunión y levantaban el altar o la estela como testimonio de Alianza eterna.

Esto es el matrimonio bíblico, el matrimonio cristiano y el católico en particular. Entonces "no trae a cuenta casarse" (decía San Pedro). Ciertamente, habrá que cuidar más los noviazgos de lo que estamos haciendo, pero si quieres casarte por la Iglesia plantéate si estás dispuesto a seguir amando cuando quien tienes al lado no se lo merezca porque eso es precisamente lo que estás jurando. Es mucho lo que compromete, pero merece la pena, ¿verdad?




1 comentario:

  1. No sólo se mantiene el matrimonio cuando abandonan, sino cuando el cónyuge ha dejado de ser lo que debería.
    Una reflexión parecida de hace un mes.
    Tati
    http://cambiaelmundosonriendo.blogspot.com.es/2012/06/dialogica.html

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