Siento mucho los retrasos, actualizaré el blog de vez en cuando, pero tened paciencia, please:



La vida de un sacerdote en Madrid es algo compleja, hacemos lo que podemos y que Dios ponga el resto. Si quieres contribuir pide a Dios que nos envíe más sacerdotes.

Un fuerte abrazo

jueves, 30 de agosto de 2012

Jesús cura a la suegra de Pedro y a muchos otros (Mc. 1, 29-34)

Comenzamos nuestro rato de oración, poniéndonos en presencia de Dios. Aunque se puede rezar en cualquier lugar, de hecho cuando hago estas entradas, estoy en el despacho de la parroquia que es donde tengo internet, el mejor lugar para orar es en presencia de Jesús en el Sacramento. Si tienes oportunidad de rezar ante un sagrario con la lamparita encendida (que indica que allí está el Señor) no lo desaproveches. ¡Es el mejor lugar del mundo para hablar con Dios!

Observa cómo Jesús está sentado cerca de ti, cómo te sonríe, cómo le preocupan tus cosas... Comienza poniendo en sus manos todos tus asuntos y preocupaciones. No hay nada tuyo que le resulte indiferente. Cuéntale también tus alegrías, háblale de toda la gente que quieres encomendarle. Escucha y atiende, a ver si Él tiene algo que decirte sobre ellos, sobre algo que quiera que les digas o hagas... Y cuando se te acabe el rollo cógete el evangelio.

29 Cuando salió de la sinagoga se fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés.30 La suegra de Simón estaba en cama con fiebre; y le hablan de ella.31 Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles.32 Al atardecer, a la puesta del sol, le trajeron todos los enfermos y endemoniados;33 la ciudad entera estaba agolpada a la puerta.34 Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades y expulsó muchos demonios. Y no dejaba hablar a los demonios, pues le conocían.

Lee el texto con pausa y atención. 

Imagínate que es una película, dónde está Jesús, quién va con Él... Oblígate a leer el texto varias veces, quizás haya algo que hoy te llame la atención especialmente. Eso suele ser una llamada de Dios que quiere hablar contigo de un tema particular. A mí me pasó ayer algo parecido, llegaba a casa por la noche, iba a ver una película y antes leí un poco de un libro que tengo de Segundo Llorente, un jesuíta misionero en Alaska y algo me cautivó. Hablaba de la necesidad de reservar los pensamientos para Dios, que no nos disipemos que es tan grande nuestra capacidad de pensar que por qué vamos a pensar en otras cosas que no sea Dios y no ví como una clara invitación para no ver la película y ponerme a leer la Biblia. Al final, hicimos un "fifty- fifty".

Contemplamos a Jesús y meditamos en nuestra vida...

Acaba de predicar en la sinagoga y ha liberado a un poseído por un espíritu impuro. Ha comenzado ha acutar la Salvación en el mundo y para Jesús es algo tan sencillo que no se queda extasiado durante horas, sino que hace lo que tiene que hacer. ¡Bendita naturalidad! Se va a casa de sus amigos a comer.

Seguramente, por el camino, Pedro se excusaría con la pobre comida que iba a poder ofrecerle porque su suegra está enferma y él hace lo que puede. Jesús se interesaría por ella, ya sabe que su mujer murió y Pedro le contaría que no quiso echar a su suegra de casa, pobrecilla, con lo mucho que les ha ayudado toda la vida...

  Pedro habló a Jesús de su suegra. A veces hablamos a nuestros amigos de Jesús, muy bien, ¿pero no te parece más necesario hablar a Jesús de tus amigos? ¿Cuántas veces has hablado con Jesús de las personas que te importan o de los que te han hecho daño o de los que tienes alguna responsabilidad parea con ellos?

Decía San Juan de la Cruz que más que hablar a los hombres de Dios había que hablar con Dios de los hombres. A ver si tiene algo que decirnos sobre ellos y también se los presentamos. ¡A lo mejor va y les cura!

Y cuando llegan a casa, se la presentan. Ella está ardiendo de fiebre. Una fiebre que la incapacita para servir. Está tirada en la cama, como un cacharro inútil, sin fuerzas, sin voluntad, sin esperanza y de pronto... Jesús entra en su casa y en su vida... ¡Y todo cambia!

 ¿Cuántas veces has tenido tú una fiebre que te incapacita? Hay muchas personas que tienen una calentura en su carácter, una falta de libertad brutal que hace que sean incapaces de salir de sí mismas y jamás se han planteado la posibilidad de servir. A veces, es necesario que alguien te tome de la mano y tire para ti hacia arriba y te saque de la postración. ¿De verdad estás dispuesto a tirar de muchos hacia arriba y plantearles la posibilidad de servir a los demás con su vida? ¡Cuánta gente hay que tiene una vida estéril y absurda, cuando Dios les ha concedido muchos dones para que sirvan  a los que tienen cerca... o lejos.

Jesús se acerca a cada persona. Cristo viene a nuestras vidas en las circunstancias más insospechadas. Un amigo que te invita a una peregrinación, un padre que da un consejo a un hijo, alguien que se te acerca pidiéndote algo... Es Cristo que pasa a tu lado. ¿Vas a dejar escaparse la oportunidad? A lo mejor es la única o la última...

Jesús nos toma de la mano, ¡cómo le gusta a Jesús el contacto físico, el trato directo! Jesús no cura en la distancia mas que un par de veces. Las curaciones de Jesús suelen ir acompañadas de una caricia, una imposición de manos, un roce, una mirada, una sonrisa. ¡Jesús necesita tocar! Quiere darte un abrazo, tomarte de la mano y llevarte con Él.

Jesús nos levanta, como a la suegra de Pedro nos devuelve la dignidad, nos alza de la basura a los pobres para hacer que ocupemos un trono de gloria, como dice el Antigua Testamento. Todo lo que hace Jesús es parea levantarte. Muchas veces nosotros miramos con ojos que hunden a los demás. Incluso cuando hacemos examen de conciencia nos miramos a nosotros mismos con complejos de culpa... Una cosa es el dolor de los pecados y otra muy distinta el complejo de culpa. Lo uno nace del amor, lo otro de la mirada de Satanás que quiere arrebatarte la paz y que te pases la vida encerrado en los pecados que un día cometiste. Cristo libera, Cristo levanta, Cristo saca de la postración. No hay pozos de amargura en el corazón de Cristo. Cuando Cristo te mira sonríe y te devuelve la esperanza de la salvación.

La suegra de Pedro en cuanto se retira la fiebre se pone a servirles. No busca disfrutar de su salud, ahora que la ha recuperado. En nuestro mundo actual, cuando alguien encuentra algo busca disfrutarlo. Cuántos matrimonios recién casados retrasan la llegada de los hijos porque quieren disfrutar de su matrimonio. Cuántos jóvenes retrasan el matrimonio porque quieren disfrutar sin compromisos... ¿Para qué sirve la vida? ¿No te das cuenta de cuánta gente te necesita? DEja de encerrarte en tu mundo ideal y de buscar tu propia felicidad. ¿No te das cuenta de que hay mucha gente que necesita lo que tú tienes? ¡Qué poco es una vida para amar! No pierdas el tiempo. Mira cómo Jesús mira a tantas personas que no saben vivir, qué prisa tiene por salvarles y tú y yo aquí... preocupados por cuatrro chorradas. ¡Cuánto adelantaríamos si nos olvidáramos de nosotros mismos y buscáramos hacer felices a los que nos rodean!

Mientras, en la calle todo el pueblo de Cafarnaúm se ha enterado de la sanación del endemoniado y de la predicación con autoridad de Jesús y salen todos a presentarle a sus enfermos. Mira cómo todos los que han visto la curación del endemoniado en la sinagoga se van corriendo a decir lo que han visto y oído a todos los que conocen. Tanto es así que el pueblo entero sabe lo ocurrido en muy poco tiempo. Piensa si tú eres capaz de comunicar a alguien lo que has visto y oído. ¿Cuándo fue la última vez que diste testimonio de Cristo? Quizás es que tampoco has visto nada en tu vida o que ya te has acostumbrado, o quizás tengas miego de lo que vayan a decir los que te rodean. Yo, sinceramente, prefiero fijarme en lo que va a decir Dios que es el único que me puede llevar al cielo. ¿Qué me importa lo que diga todo el mundo si al final consigo llegar al Cielo? Y viceversa, ¿qué me importa lo mucho que me considere el mundo si al final me condeno? 

Al final del día, a la caída del sol, la puerta de la casa de Pedro está atestada por todos los enfermos y endemoniados que le han traído a Jesús. Vinieron todos, está la ciudad agolpada a la puerta y, sin embargo, Jesús no les curó a todos. Dice el evangelio, "la ciudad entera estaba agolpada a la puerta" y sin embargo el evangelio también dice que Jesús curó a muchos de sus enfermedades y expulsó muchos demonios, pero no dice que curara a todos. ¿Por qué Jesús cura a unos y a otros no? ¿Por qué Jesús hoy hace un milagro y cura a mi padrino de su riñón y a mi amiga la deja morir de cáncer con niños pequeños?

Al final, sólo me quedan dos certezas indestructibles:

1.- Jesús es Omnipotente. Esto es, puede realizar cualquier obra, cualquier milagro, puede resolver cualquier  situación cuando le de la gana. Si no lo hace no es porque no pueda, sino porque no quiere. Descubrir las razones por las que Dios puede no querer facilitarnos la vida es muy difícil porque no estamos en su mente, no vemos lo que Él ve y no sabemos lo que Él conoce.

2.- Jesús me quiere más que a sí mismo. No hay nadie que me pueda querer más que Él. Así, se atempera la dureza que pudiéramos notar en sus decisiones. ¿Por qué no me cura? ¿Por qué no resuelve en un momento esta situación que me está haciendo sufrir? ¿Por qué no termina con las guerras de una vez?

Lo que sé es que Él sabe más y puede más. A lo mejor, no compensa. Quizás esta situación me fortalezca y me ayude a salvarme más fácilmente que si Dios me resolviera la vida. Quizás no quiera mantenerme constantemente en un estado infantiloide y quiera fortalecerme y madurarme.

Yo no sé porqué hace Dios lo que hace y permite lo que permite. Lo que sí sé es que si Dios actúa así, seguro que es lo mejor para mí, aunque no lo vea.

Por fin, dice el Evangelio que no permitía a los demonios hablar, pues le conocían. ¿Cómo iba a dejar que los mentirosos hablaran sobre la Verdad? Cuando el Demonio hablña siempre es para torcer las cosas y engañar a todo el mundo. No, Jesús no podía permitirlo. ¡Que se estén mejor callados! Ante la tentación, jamás hables con el Demonio, habla directamente con tu Padre.

Terminamos nuestro rato de oración con un Avemaría, damos las gracias a Dios por este ratito tan estupendo y le prometemos volver.

Un abrazo





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