Siento mucho los retrasos, actualizaré el blog de vez en cuando, pero tened paciencia, please:



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miércoles, 22 de agosto de 2012

Primer exorcismo en Cafarnaúm (Mc. 1, 21- 28)

Seguimos haciendo la lectura continuada del Evangelio de San Marcos:

Comenzamos rezando un Padrenuestro...

Comenzamos nuestro ratito de oración hablando con el Señor, pidiendo todo lo que necesitamos, intercediendo por los que queremos y por todo el mundo. Le suplicamos que perdone nuestros pecados y que podamos estar con Él con un corazón limpio, que le distingamos a lo largo de nuestro día y echamos la vista atrás tratando de reconcerle en cada conversación que hemos tenido, en cada acontecimiento diario y vemos qué es lo que ha tratado de enseñarnos o decirnos hoy.

Le distinguiremos mirándonos con una amplia sonrisa, esperándonos para nuestra cita diaria. Siempre aguarda con paciencia, nunca se cansa de esperarnos. Y le pedimos poder conocerle cada día un poquito mejor para así más amarle y servirle mejor...

Leemos el texto evangélico hasta asimilar todos los pequeños detalles del día de Jesús:


  21 Llegan a Cafarnaúm. Al llegar el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar.22 Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.23 Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar:24 «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido adestruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios.»25 Jesús, entonces, le conminó diciendo: «Cállate y sal de él.»26 Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él.27 Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen.»28 Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea.

Jesús llega al pueblo de Pedro, Andrés, Santiago y Juan. Se aloja en casa de Pedro están descansando tranquilamente el resto de la semana y por fin, el sábado, el día de descanso para los israelitas piadosos se acerca a la sinagoga para adorar a Dios y predicar. Ahora sí que va a empezar oficialmente su ministerio público. Hasta ahora ha predicado por las calles, ahora predicará oficialmente en el culto divino.

La gente que le escucha se queda boquiabierta porque enseña con autoridad. No recurre a largas explicaciones y a la doctrina de los eruditos, sino que explica con toda sencillez la Palabra del Padre. Va desgranando sin complicadas teologías todo lo que Dios quiere decir en su Palabra y de vez en cuando hace afirmaciones del estilo: "Se os ha dicho... pero Yo os digo...". Se pone a matizar las tradiciones, las corrige y les da su verdadero sentido. Se atreve a modificar las tradiciones antiguas. Sus explicaciones parece que deben escucharse antes que a los antiguos... No explica lo que otros han dicho de la Palabra de Dios, sino que directamente se pone a desarrollar esa Palabra en el hoy de cuantos le escuchan y contradice lo que otros han dicho. ¿Quién es éste que nos habla con esta fuerza?

Sólo con esto bastaba para condenar a muerte a Jesús, pues el que alterara algo las tradiciones era reo de muerte, pues se arrogaba una autoridad que sólo corresponde a YHWH. Se hacía igual a Dios arrogándose el derecho de innovar e interpretar por sí mismo la Ley y los Profetas.



De pronto, cuando unos le iban a preguntar sobre quién se creía para arrogarse una autoridad mayor que las tradiciones que luego comprenderán el Talmud (unos doscientos años después, éstas tradiciones orales que interpretaban la Toráh, quedan registradas en el Talmud: Mishná y Guemará).
Pues bien, antes de que nadie tuviera tiempo de preguntarle, sale al ruedo un endemoniado en medio de las asamblea litúrgica de la sinagoga.

Viendo el esquema de lo que era una sinagoga en aquella época, siendo una sala tan diáfana es posible imaginarse a un judío endemoniado saliendo al medio de la asamblea desde cualquier lugar donde estuviera. Haga lo que haga, aparecerá justo enfrente de Jesús.

Hoy, muchos tratan de explicar estas posesiones como trastornos psicológicos y no dudo que en algún caso así fuera, la ciencia psiquiátrica en aquella época no distinguía demasiado entre fenómenos naturales y posesiones diabólicas. El hecho es que en aquella época había hombres santos de entre el Pueblo de Israel que realizaban exorcismos con éxito y no creo yo que un esquizofrénico se cure intentando sacar de él al espíritu inmundo.

En todo caso, no hay por qué dudar de la influencia de Satanás en las personas, sobretodo en un mundo que todavía no había sido regado con la Sangre del Cordero. A no ser que pensemos que Satanás no existe, entonces, podéis dejar de leer este blog porque no tenéis fe católica, ni siquiera cristiana, pues toda la Biblia está transida del combate entre Cristo y Satanás.

A fin de cuentas, en ese momento concreto, en la sinagoga de Cafarnaúm, después de que Jesús se haya arrogado una autoridad que no le correponde (humanamente), sale un hombre poseído por un espíritu inmundo y se pone a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido adestruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios.»

Jesús, sin hacer grandes aspavientos, con toda sencillez da una orden imperativa: "Cállate y sal de él". En aquella época había un largo ritual para realizar un exorcismo, como hoy. Sin embargo, Jesús no hace nada misterioso, simplemente impone su Voluntad sobre aquel espíritu inmundo que no puede sino obreder al Señor y dando un fuerte grito y retorciendo al pobre poseído, sale de él. Sin que nadie le pregunte, Jesús acaba de dejar clara cuál es su autoridad. ¿Que por qué puedo hablaros así e interpretar la Palabra de mi Padre directamente sin intermediarios? Porque yo tengo la autoridad de Dios. Como dirá más tarde porque yo actúo con el dedo de Dios. Nadie se atreve a contradecirle. No ha podido quedar más claro. ¿Quién puede mandar sobre Satanás, sino sólo Dios?

Y todo el mundo va a contarle a sus familiares y amigos lo que han visto hoy en la sinagoga, qué humano es esto del "corre, ve y dile". Ésta es la esencia del apostolado: lo que hemos visto, lo que hemos oído eso os predicamos. Si no tuviéramos tanto miedo del qué dirán, el apostolado saldría mucho más natural, si no tienes complejos de que te vayan a tachar de raro, lo más normal es compartir con todos los que conoces las cosas que te han asombrado, lo que te encanta y con lo que disfrutas. Mirad, venid a ver a esta persona que es impresionante. Cómo debemos cultivar la sencillez de la naturalidad y la Verdad en nuestras vidas...

Acabas de ver a Jesús, en su primera intervención litúrgica, dejando asombrados a los judíos: ¿Y quién es este que habla con autoridad y realmente tiene poder que hasta los espíritus inmundos le obedecen sin tener que hacer raras liturgias? A una sola palabra suya huyen despavoridos.


Mira a Jesús, no es la imagen estirada y rara que nos dejaron en la película de "Jesús de Nazareth" de Cefirelli que ponía poses y voces raras. Jesús es un pedazo de hombre sin rarezas, sin misticismos enervantes. Todo en Jesús debía ser sencillez y naturalidad con mucha elegancia. Con la elegancia y el porte que da la autoridad tranquila de quien sabe lo que está haciendo sin ser pretencioso. Jesús se pone a nuestro servicio sin servilismos, tiene autoridad sin autoritarismos, precisamente porque tiene muy claro quien es y no necesita estar demostrándolo.

Rechaza esas poses estériles y afeminadas que te quitan sencillez. No hace falta poner voces raras para hacer oración. No es necesario poner los ojos en blanco, ni torcer el cuello para relacionarse con nuestro Padre Dios.

El primer Jesús que ví en una película y me encantó por lo realmente humano que le noté, sin rarezas, ni poses fue en la película de "El hombre que hacía milagros" de Mel Gibson. Jesús debía ser un hombre sencillo, que se cansaba y no trataba de ocultarlo. Que se pasaba el día trabajando y debía tener una sonrisa encantadora, que llamaba la atención. Quítate esas poses adustas... La virtud es alegre, sino en soberbia envanecida. A veces se dice que para aguantar a un santo, hacen falta dos. Ese dicho se refiere a la caricatura del santo que siempre está reprochando a todo el mundo sus pecados y haciendo constante gala de sus propias virtudes. Eso es agotador. El verdadero santo seguro que es una persona super positiva y alegre que hace la vida más fácil a quienes le rodean. Que se fija en los detalles y sabe olvidarse de sí, que simplemente por la alegría y el cariño con el que te trata se te olvidan tus pecados y tratas de ser mejor persona cuando estás cerca de él. Así debía ser Jesús.

Después de enamorarte mirando al Maestro y desear ser como Él y vivir como Él y hacer felices a los que te rodean por Amor a Él... Quédate contemplando su poder. Toda la Omnipotencia de Dios puesta a tu servicio, para tu salvación. Dios quiere quitarte todas las impurezas porque quiere estar contigo y que tú copartas su Vida. Puede que tardes, que sea constoso, que a veces creas que no avanzas en años... Pero no te desanimes, no pierdas la esperanza porque el mismo que expulsó al Diablo del cuerpo de este hombre de Cafarnaúm está empeñado en salvarte también a ti.

Cuando termines de contemplar al Jefe, habla con Él pídele que te salve, que te de su naturalidad y que te ayude a reconocer ante todo el mundo las maravillas que hoy has contemplado. Que siempre te acompañe la inmensa alegría de tener a Dios como amigo y salvador. Si Cristo está a tu lado, ¿quién va a poder hacerte daño?

Gracias, Señor.

Y rezas para terminar un Avemaría a su Madre y a la tuya, que hoy es el día en que Dios la hace Reina de todo.

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