Siento mucho los retrasos, actualizaré el blog de vez en cuando, pero tened paciencia, please:



La vida de un sacerdote en Madrid es algo compleja, hacemos lo que podemos y que Dios ponga el resto. Si quieres contribuir pide a Dios que nos envíe más sacerdotes.

Un fuerte abrazo

jueves, 23 de septiembre de 2010

Lecturas del XXVI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C:

Lectura de la profecía de Amós 6, 1a. 4-7

Así dice el Señor todopoderoso:
«¡Ay de los que se fían de Sión y confían en el monte de Samaria!
Os acostáis en lechos de marfil; arrellenados en divanes, coméis carneros del rebaño y terneras del establo; canturreáis al son del arpa, inventáis, como David, instrumentos musicales; bebéis vino en copas, os ungís con perfumes exquisitos y no os doléis del desastre de José.
Pues encabezarán la cuerda de cautivos y se acabará la orgía de los disolutos.»

Palabra de Dios.


R: Alaba, alma mía, al Señor.


Él mantiene su fidelidad perpetuamente,

él hace justicia a los oprimidos,

él da pan a los hambrientos.

El Señor liberta a los cautivos. R.


El Señor abre los ojos al ciego,

el Señor endereza a los que ya se doblan,

el Señor ama a los justos,

el Señor guarda a los peregrinos. R.


Sustenta al huérfano y a la viuda

y trastorna el camino de los malvados.

El Señor reina eternamente,

tu Dios, Sión, de edad en edad. R.


Lectura de la Primera Carta del Apóstol san Pablo a Timoteo 6, 11-16

Hombre de Dios, practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la delicadeza. Combate el buen combate de la fe.
Conquista la vida eterna a la que fuiste llamado, y de la que hiciste noble profesión ante muchos testigos.
En presencia de Dios, que da la vida al universo, y de Cristo Jesús, que dio testimonio ante Poncio Pilato con tan noble profesión: te insisto en que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche, hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, que en tiempo oportuno mostrará el bienaventurado y único Soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único poseedor de la inmortalidad, que habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver.
A él honor e imperio eterno. Amén.

Palabra de Dios.



Aleluya 2Co 8, 9
Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre, para enriqueceros con su pobreza.


Lectura del Santo Evangelio según san Lucas 16, 19-31

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
- «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día.
Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico.
Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas.
Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham.
Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno, y gritó:
"Padre Abraham, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas. "
Pero Abraham le contestó:
"Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces.
Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros."
El rico insistió:
"Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento."
Abraham le dice:
"Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen."
El rico contestó:
"No, padre Abraham. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán."
Abraham le dijo:
"Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto."»


Palabra del Señor.

1 comentario:

  1. Jesús nos regala tantos bienes y nosotros somos tan mal agradecidos que nos cuesta compartir con los que nos rodean, por eso es que sufrimos cuando se nos acerca la hora de dar cuenta a Dios sobre nuestras obras.

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