Un sacerdote de mi parroquia, Don Amadeo, me ha pedido que le ayude a preparar la homilía de una fiesta de cierta importancia en Orense. La diócesis de Astorga, de donde él es, ocupa ciertos territorios de Orense. En medio de Galicia, se levanta una paraje espectacular (como lo es toda Galicia), que venía siendo habitado por unos eremitas desde el siglo sexto. Estos eremitas siguieron el ejemplo de San Fructuoso. Ya he hablado de este gran santo patrono de los ingenieros del ICAI por los numerosos inventos con los que mejoró el trabajo y las condiciones de vida de sus monjes.
Pues bien, en Galicia se alza un santuario que tuvo una gran trascendencia en la vida de estos pueblos, pero con las continuas migraciones a las ciudades prácticamente sólo queda un pequeño reducto de "devotos" de esta talla sencilla y preciosa.
Como casi siempre en España, tras las invasiones musulmanas, unos pastores descubrieron una talla sedente de la Virgen María con el Niño en brazos, bastante deteriorada. Encontraron la imagen escondida en una cueva. Dieron con ella por los bramidos del ganado cuando pastaban por dichos lares.
La primera edificación de una capilla en su honor data de comienzos del siglo XIII. Desde entonces ha sido una de las advocaciones marianas más veneradas en Galicia hasta los últimos tiempos en que los gallegos del interior casi han abandonado completamente el terruño.
Pues bien, ¿por qué escribo esta entrada? Porque así me obligo a documentarme y a preparar esa charla sobre María.
Lo que está claro es que habrá que comenzar alabando el espíritu gallego que edificó tan gran monumento a la Virgen, que alcanzó tanto prestigio que se convirtió en Seminario Menor y los mismos curas que formaban a los chavales atendían la espiritualidad del santuario. Habrá que citar a estos eremitas que dieron nombre a la advocación mariana que nos ocupa y empezar hablando de María como Maestra de oración y contemplación. ¿Quién nos va a enseñar a conocer mejor a Jesucristo, nuestro Señor, que su bendita Madre? Es María quien dió a luz la Salvación del mundo y es María quien sigue llevándonos de la mano hasta Jesús. No hay nada que le interese más a María que realmente conozcamos a su Hijo y nos enamoremos de Él. No hay camino más seguro para llegar a Jesús que forjarnos en las entrañas de su mismísima Madre, que Dios ha querido que sea también nuestra.
San Luis María Griñón de Montfort advierte en su obra titulada "La verdadera devoción a María" de ciertas falsas devociones a María. Es necesario estar prevenido contra todos estos modos de confundirnos en nuestro acercamiento al Salvador. Advierte en primer lugar contra los devotos críticos, éstos son ordinariamente sabios orgullosos, engreídos y jactanciosos que quieren realmente muy poco a María. Se pasan la vida criticando todas las devociones conque las gentes sencillas honran a la Madre de Dios, sólo porque no se acomodan a sus fantasías teológicas. Ponen en duda todos los milagros e intervenciones misericordiosas de Nuestra Madre y miran con recelo a quienes con humildad se arrodillan delante de María e incluso les acusan de idolatría. Éstos son los peores enemigos de la Virgen María porque hacen un daño irreparable en las conciencias de los sencillos, que les creen. Alejan de Santa María a sus hijos so pretexto de destruir los abusos. Pero sólo destruyen, son incapaces de construir nada porque no a María, ni temen a Dios.
Los devotos escrupulosos son aquellos que temen deshonrar al Hijo por amar demasiado a su Madre. No soportan que una persona sencilla se arrodille ante el altar de María, en vez de arrodillarse ante el sagrario. Cuando realmente María nos prepara de la mejor manera para adorar con toda el alma al Señor en la Eucaristía. Siempre dicen que Jesús es nuestro Único Salvador, que es el Único Mediador...
En un punto tienen razón: nuestra devoción a María debe conducirnos a amar más perfectamente a Cristo. Lo que ignoran es muy peligroso porque es un lazo muy sutil. No saben que Jesús quiso unir a María a su Pasión, de modo que casi todos los santos han hablado de ella como de la corredentora. Es nuestra Madre y Jesús desde la Cruz nos la regaló para que nos ayudara a buscarle siempre. ¿Vas a despreciar el regalo que te hizo Cristo mismo en la Cruz?
Cuanto más ames a María, más amarás a Jesús. Ella te lleva en volandas hasta su Hijo. ¿Qué más quiere una Madre sino que sus hijos se quieran entre sí? Es la mejor intercesora, es el camino más seguro. Hace fácil lo difícil. No quieras llegar solo a la meta, busca la ayuda de la Madre.
Los devotos exteriores son los que cifran toda su piedad a María en prácticas externas porque carecen de fuego interior. Rezan muchos rosarios, pero a toda velocidad. Van a Misa, pero nunca prestan atención. No enmiendan su vida aunque se apunten a muchas cofradías, sin vencer sus pasiones, sin imitar las virtudes de María. Sólo buscan sentir la "devoción". Si no sienten nada se cansan y abandonan porque no aman. Buscan con egoísmo la fruición espiritual, pero no buscan a María por sí misma y acaban perdiendo a Dios, "porque no le sienten", dicen ellos. Nunca buscan orar realmente con el corazón, no vaya a ser que Dios les busque y tengan que cambiar sus hábitos de vida.
Otra clase de falsa devoción es la de los devotos presuntuosos, son aquellos que se abandonan a sus vicios y pasiones, se llaman cristianos y creen que por rezar alguna vez a María, en el último momento se van a salvar. Nunca se confiesan, ni aunque se den cuenta de que María Santísima se lo está pidiendo con lágrimas en los ojos, creyendo que en su último momento podrán confesar lo que durante toda su vida se han negado a hacer. Son los que dicen que todo el mundo se salva, que Dios es infinitamente misericordioso, que como rezan a María, ella en el último momento les ha de salvar... ¡Pues Dios nos pide la libertad! Dios está deseando salvarnos, pero no puede hacerlo si yo no me abro a su Misericordia e intento cambiar de vida. Realmente creen que aman a María, pero realmente ¿puedes decir que amas a María mientras crucificas a su Hijo y te recreas en tus pecados (causa de la muerte de Jesús en la cruz)? ¿Alguien puede atreverse a decirte que te ama, mientras tortura a tu propio hijo? No digo, que tengamos que ser santos para amar a María, pero sí debemos pasarnos la vida luchando, por lo menos, contra nuestros pecados mortales deliberados. Seamos sinceros...
Los siguientes son los devotos inconstantes, que son los que van siguiendo modas y por arranques. Ora son fervorosos, ora abandonan sus prácticas. Son veletas e infieles. Es mejor comprometerse a poco y cumplirlo, que recargarse con devociones que nunca van a satisfacerte. También están los hipócritas, aquellos que so capa de virtud, se inscriben en congregaciones y asociaciones y gustan de ir públicamente a Misa para que les vean y ocultan bajo el manto de María todas sus perversiones. Por último, quiere advertirnos de los interesados, que sólo acuden a María cuando tienen una necesidad, nunca por amor sincero.
Ante estas perversiones de la devoción a María, San Luis María Griñón de Montfort nos propone una devoción auténtica que sea: interior, tierna, santa, constante y desinteresada.
En otra entrada expondré esta sana doctrina mariana, hoy me voy a la cama.
Un abrazo
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