Siento mucho los retrasos, actualizaré el blog de vez en cuando, pero tened paciencia, please:



La vida de un sacerdote en Madrid es algo compleja, hacemos lo que podemos y que Dios ponga el resto. Si quieres contribuir pide a Dios que nos envíe más sacerdotes.

Un fuerte abrazo

jueves, 26 de mayo de 2011

El testimonio de la madre de una monjita:

Tengo la suerte de tener una gran familia. Al decir "gran", me refiero a las dos acepciones: familia grande por el número de tíos y primos; gran familia por lo formidables que son todos, comenzando por mi hermanos.

Una de mis primas mayores tiene ya hijos en edad de merecer, je... Y una hija suya ha decidido entrar en la Congregación de las Hijas de Santa María del Corazón de Jesús en Galapagar.

El texto siguiente lo saco de la revista de la parroquia del Bautismo del Señor. Aprovecho que los derechos de autor son de mi prima y si quiere, que me denuncie por publicar su testimonio vocacional, porque del mismo modo que María tuvo que entregar a su Hijo, la madre de una monjita también debe entregar a su hija, no sólo aceptarlo porque no le queda más remedio, el Señor le pide el sacrificio y si alguien lo duda que pregunte a cualquier mamá de monjita. Si la madre de una monjita no entrega voluntariamente a su hija, acabará amargándose. Si la entregas, aprendes a ser feliz con la nueva vida que Dios desarrolla en tu familia, en la Iglesia y en el mundo entero.


La vocación a los ojos de una madre:

Me gustaría compartir una de las experiencias que más ha marcado y probablemente más huella dejará en mi vida.

Me ha venido de la forma más inesperada y de una persona muy cercana a la que creía conocer tan bien, que me ha dejado totalmente desconcertada.

El pasado abril en un domingo cualquiera salía a dar una vuelta, y mi hija me propuso acompañarme, algo que no solía ocurrir muy a menudo. Paseando por el parque en el contexto de una conversación intrascendente, nerviosa y muy emocionada me dijo: "Mamá me voy a meter monjita". Mi primera reacción fue echarme a llorar como una Magdalena. Sentí una impresión tan honda y una alegría tan fuerte que no era capaz de controlar. Al llegar a casa, es resto de la familia ajena a esta situación seguían inmersos en su rutina: "mamá me faltan los calcetines... ¿cuándo comemos?... "

En la mente de mi hija el siguiente paso era comunicárselo a su padre. Se fueron a montar en bici y en el transcurso del paseo se lo soltó. Fue duro para él entonces, aunque poco a poco ha ido asimilándolo, y lo que entonces dijo: "Yo quiero lo que a ti te haga feliz" se ha vuelto una realidad viéndola ahora.

Los meses siguientes fueron complicados. ¿Cómo explicar una serie de sentimientos contrapuestos? Por un lado, una alegría inmensa por algo tan grande que yo no alcanzaba a comprender: mi querida hija, la que yo había parido, daba su vida íntegra a Dios: "mamá mi vida ya no es mía, es de Dios. Él lo quiere así". Y, por otro lado, una pena como madre, por una hija que se te va sin poder hacerte a la idea de ello.

El resto de la familia, mientras tanto intentaba asimilar esta nueva situación. Sus cuatro hermanos le prestaron todo su apoyo, especialmente durante los meses previos al ingreso, que resultaron ser difíciles en especial para ella, que desconcertada deseaba centrar su vida lo antes posible.

Es impresionante ver como hoy en día, cuando todo el mundo se horroriza de la juventud, cuando nadie cree en la bondad ni en la generosidad, cuando se educa a los hijos para "tener más" para llegar a lo más alto, cuando el perdón, la disculpa se entienden como debilidad, cuando el sacrificio está fuera de toda mente sensata... Dios nos hace ver su amor y su esperanza de felicidad eligiendo a uno de sus discípulos: "Déjalo todo y sígueme". Una chica de veintidós años, de una familia normal, la mayor de cinco hermanos a los que quiere muchísimo, con un montonazo de amigos con los que ha compartido innumerables viajes y maravillosas experiencias y con una alegría y unas ganas de vivir como cualquier otra persona de su edad.

A finales de Julio, Macarena ingresó en el convento de la congregación de las Hijas de Santa María del Corazón de Jesús en Galapagar. Fue un día maravilloso y muy emotivo, allí estábamos su familia más cercana y sus innumerables amigos.

Sí, nos ha dejado un vacío muy grande, pero todos sentimos su ejemplo y su fuerza en cada momento del día, y sobretodo el orgullo tan inmenso de saber que ha sido capaz de dar un SÍ muy grande a Dios renunciando a todo lo que a nosotros nos parece tan importante, para conseguir la auténtica felicidad.

Macarena Garre Cruz



3 comentarios:

  1. Muy bonito el testimonio!! gracias por el regalo!

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  2. JOOOSSSEEEÉ.... Que quiero hablar contigo!!!! Cuándo subes a Madrid!!!!

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  3. Yo conozco a Macarena. Y esta feliz!! La verdad es que merece la pena seguir a Cristo y dejarlo todo por Él. Vivan las Hijas de Santa María del Corazón de Jesús!

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