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La vida de un sacerdote en Madrid es algo compleja, hacemos lo que podemos y que Dios ponga el resto. Si quieres contribuir pide a Dios que nos envíe más sacerdotes.

Un fuerte abrazo

viernes, 11 de noviembre de 2011

De excusas y otras razones para engañarnos a nosotros mismos...

En esta vida siempre estamos eligiendo, aunque muchas veces no nos demos cuenta porque hay elecciones que ya hemos tomado visceralmente y nunca volvemos a plantearnos. Otras veces, nos resulta muy duro decirle a alguien que no y arrastramos una mala decisión por miedo al marido/mujer o al jefe, a los padres o a la novia.
 
En ocasiones decimos: "Es que no me da la vida". ¿Qué queremos decir realmente? En el fondo, decir esto supone que hemos tomado ya un camino y no queremos o no nos atrevemos a corregirlo.

Realmente es muy duro darse cuenta de que hay algo que no funciona y no quiero o no creo que tenga fuerzas para arreglarlo. "Mira, todo el mundo tira de mí, en mi trabajo me exigen, en casa me exigen, en la parroquia me exigen... y ya no puedo sacar más horas del día".

En todo caso, deberías plantearte. ¿Quiero que me vivan o quiero vivir yo mi propia vida?  Esto no es una excusa para el egoísmo, sino plantearnos las cosas en serio. Quiero decir, quien vive la vida soy yo. Soy quien debe elegir qué camino recorrer. A veces, es cierto, que es más fácil dejar que los otros decidan qué quieren que tú hagas, pero la responsabilidad de tu vida es tuya.

Tu director espiritual no se va a condenar por lo que tú hagas, aunque te haya dado un mal consejo. Eres tú quien debe responder de la popia vida. Es normal que tus jefes te pidan cada vez más, lo mismo que tu mujer... Pero ¿qué crees que debes hacer tú?

No se trata de hacer lo que te apetezca, no es la excusa para pasar de tus obligaciones. Es justo lo contrario, que afrontes la responsabilidad de tu vida y, a lo mejor, lo más importante de la vida no es el trabajo y habrá que decir "no" alguna vez.

Es muy fácil decir "es que no puedo hacerlo porque los demás esperan de mí otra cosa...", pero ¿qué espera Dios de ti? A lo mejor aunque tu mujer quiera que estés todo el día con ella, puede ser mejor reservarte un rato para rezar y así puedes cuidarla con más cariño después porque Dios te va a dar un corazón muy grande. Dedicar tiempo a Dios no es quitárselo a quienes te rodean. En el fondo, si tienes el corazón de Dios en tu pecho, ¿no crees que vas a poder amar más a los demás que si sólo cuentas con tus pobres fuerzas?

Cuando te propongan algo no pienses: "Puf!, no me da la vida para más, menudos problemas voy a tener con mi mujer/marido". Piensa si eso es lo que Dios te pide y cómo podrías adaptar tu vida a la nueva situación. Sabiendo que si las cosas son de Dios, al final va a ser mejor para ti, para tu familia y para todos cuantos te rodean.
Como al final, es muy difícil estar planteándonos la vida entera a cada vuelta del camino, por eso es tan importante hacer de vez en cuendo un retiro y, cada año, unos ejercicios espirituales donde pongas en juego todas tus decisiones y toda tu vida.

A lo largo de la vida nos ponemos cientos de viles excusas. Hoy mismo una señora me decía que no podía venir a Misa porque por la tarde sale con sus hijos y por la mañana es muy pronto la Misa. Por la mañana tenemos Misas a las 9:35 y a las 10:30. ¿A las 10:30 pronto? Entonces se eswtablece el siguiente diálogo:

-Yo: ¿A qué hora se va a la cama?

-Señora: A las doce de la noche.

-Yo: Pues puede levantarse a las nueve. Así duerme nueve horas y luego puede venir a Misa de 10:30.

-Señora: Es que entonces despierto a mi yerno y soy una invitada...
 
Me quedo en silencio sonriendo y termina diciendo: "Si yo siempre estoy dispuesta a todo, por eso D. Ricardo (debe ser el cura de su parroquia) me quiere tanto". Ojalá nos importara más el amor de Dios que el del cura de la parroquia.

Realmente, tenemos miles de excusas para no hacer lo que vemos que Dios nos está pidiendo. ¡Qué importante es no engañarse uno mismo! En el fondo lo que la señora me estaba pidiendo es que la eximiera de algo que ella misma veía que Dios le estaba pidiendo.

Me parece muy bien que no quieras cambiar de vida. No me digas que no puedes. No me mientas. Haz lo que te de la gana, pero date cuenta de que eres tú quien está eligiendo el camino de su vida. Nadie te lo impone, las circunstancias nunca te lo imponen, eres tú quien lo asume. No te engañes, no mientas a Dios, no te busques subterfugios, ni pretextos. Tú eres el único responsable de tus decisiones.
 
¡Vive tu vida!

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