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lunes, 14 de mayo de 2012

¿En qué momento nos dimos la vuelta?

A veces da la sensación de que hemos perdido el sentido de las cosas.

Hoy se oye hablar de volver a celebrar la Misa "de espaldas al pueblo", usando el "coram populo" sin ningún matiz. Claro, si la Misa es "coram populo", si nos damos la vuelta es "dando la espalda al pueblo".

Sólo hay un pequeño problema en este asunto.

La Misa, antes de la reforma conciliar nunca se la llamó "de espaldas", sino "coram Deo", ante Dios. De modo, que lo que hemos hecho ha sido dar la espalda a Dios para volvernos a la gente. Yo no digo nada, sólo uso la terminología que usan los que atacan la Misa tridentina.

Por otra parte, este abuso de generalizar y modificar los altares no responde al espíritu conciliar, que sólo aprobó "ad experimentum" estos modos, como celebrar la Misa en lengua vernácula. Hicimos de una excepción la norma habitual.

Hasta el punto que el presente Papa, cuando era un "simple" Cardenal, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en un texto teológico, no magisterial (El espíritu de la liturgia), llegaba a decir que deberíamos volver a orientar los altares a Cristo, pero que ya no compensaba por el elevado coste humano que supondría, pues no vamos a estar reformando la liturgia cada 30 años.

Mirad, una cosa pésima que ha traído esta manipulación de los altares es que los curas nos hemos sentido protagonistas de la Misa, al estar enfrente de la asamblea.

Antes, el cura era el primero de la asamblea ante Dios. No daba la espalda al pueblo, sino que miraba con todo el pueblo hacia Cristo Resucitado. De ahí viene la expresión "orientado", "mirar a Oriente", por donde sale el sol. Los templos se construían "orientados", todos miraban al celebrar la Eucaristía hacia el amanecer del octavo día, la Resurrección de Cristo y la Parusía. El cura no daba la espalda a nadie era el primero que adoraba a Dios con todo su pueblo santo.

Una cosa que no se hace o se hace mediocremente es que esta reforma conciliar obliga a poner un crucifijo ante el altar para que todos puedan mirar no al cura, sino a Cristo. Esto, cuando se hace, acaba siendo una crucecita apenas visible.

Mirad, cuando vosotros estéis en Misa, olvidad al cura, centraos en el Señor y estaréis viviendo la Misa como Dios quiere.

Una cosa que siempre me enfadó son los curas "pesaos" que siempre insisten en que nos pongamos delante para que parezcamos una comunidad. En vez de mirar a la gente, mira a Cristo y déjate de vainas. Que es más bonito lo otro... Quizás, pero hay cosas más importantes.

Si el cura celebra con Amor de Dios, realmente construirá la Comunidad Eucarística, que es lo que verdaderamente importa.

No se trata de reirle las gracias al cura, sino de adorar al Señor en el Misterio de la Eucaristía. Misterio aquí no significa "cosas secretas o no comprensibles", sino "acontecimiento de salvación". En la Misa Cristo te salva, a pesar del cura.

Perdonadme el anticlericalismo, pero a veces un poco  de ironía viene bien.

Un abrazo

Es cierto que hay ventajas (pocas) en la celebración "coram populo", pero en el camino nos hemos dejado cosas más importantes que las que hemos ganado... Como la importancia de Dios en la vida y no meros sentimientos.

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