Pues... ¡Como Dios quiere o le dejamos!
Ahora vamos un pelín flojos por la proximidad de los exámenes y porque al tener que cambiar las horas por las confesiones de los niños de primera comunión, al final no nos aclaramos.
En el fondo, hay un pequeño grupo incondicional que llueva o haga sol vienen a formarse y a rezar y un gran número de personas que vienen un día y cinco no, de modo que cuando vienen no se enteran de nada y, al final, van perdiendo comba. También hay otro grupo que sencillamente vienen cuando pueden. Por éstos y por los primeros, seguimos adelante con alegría porque se lo merecen, porque son fantásticos y porque quieren tirar para arriba. Con uno o con trescientos me da igual, les daremos a Dios.
Hay un grupo de jóvenes que están dispuestos a tirar de la parroquia, de los niños y de todo lo que se les ponga por delante, que tratan de evangelizar con mayor o menor acierto, pero con toda su fidelidad y eso es lo que hace falta. Por eso, puedo decir que aunque el otro grupo de jóvenes acabe siendo más numeroso (ya lo es), éstos tendrán siempre un gran pedazo de mi ser porque es de Dios.
Que sería de muchas de las inicitativas de esta parroquia si no fuera por ellos...
Es una maravilla tener la posibilidad de desvivirse por la gente de esta parroquia. Hay tantas familias buenas, tantos matrimonios y padres que luchan como leones (¡y tigresas!), hay tantos niños formidables y tantos jóvenes que tienen tanto que ofrecer... Es el mejor destino porque es donde Dios me quiere, pero además, humanamente es muy fácil entregarse aquí.
¡Hay un Dios en Israel!
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